viernes, abril 30, 2010

Un Reavivamiento Para Nuestros Días - 4 (La Ley)

Todos aceptamos el hecho de que para que haya un reavivamiento espiritual se necesita el derramamiento del Espíritu Santo. Pero lo que no se la da énfasis es al hecho de que el derramamiento del Espíritu Santo fue condicional. El Señor Jesús fue muy claro en este aspecto.
Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. Juan 14:15-17.
Notemos que el mismo apóstol Juan nos indica quienes son los que le conocen.
El que dice: yo Le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no hay verdad en él; mas el que guarda su palabra, verdaderamente en éste se ha perfeccionado el amor de Dios. 1 Juan 2:4, 5.
Por lo cual, todo dirigente, todo ministros, todo cristiano debe ser medido por su atención a la ley de Dios cuya base es el amor.


¡A LA ley y al testimonio! si no hablaren conforme a esta palabra, son aquellos para quienes no ha amanecido. Isaías 8:20.
Muchos maestros en religión aseveran que Cristo abolió la ley por su muerte, y que desde entonces los hombres se ven libres de sus exigencias. Algunos la representan como yugo enojoso, y en contraposición con la esclavitud de la ley, presentan la libertad de que se debe gozar bajo el Evangelio.*2
Pero no es así como los profetas y los apóstoles consideraron la santa ley de Dios.*2


· David "Y andaré con libertad, porque he buscado Tus preceptos." Salmo 119:45.
· El apóstol Santiago, que escribió después de la muerte de Cristo, habla del Decálogo como de la "ley real," y de la "ley perfecta, la ley de libertad."Santiago 2:8; 1:25. 
· Juan, el vidente de Patmos, medio siglo después de la crucifixión, pronuncia una bendición sobre los "que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad." Apocalipsis 22:14.
Jesús dijo:


No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. Mateo 5:17, 18.
Estas palabras son muy claras para ignorar.


Nadie se engañe a sí mismo creyendo que pueda volverse santo mientras viole premeditadamente uno de los preceptos divinos. Un pecado cometido deliberadamente acalla la voz atestiguadora del Espíritu y separa al alma de Dios. "El pecado es transgresión de la ley." Y "todo aquel que peca [transgrede la ley], no le ha visto, ni le ha conocido." Juan 3:6 *1 
 Aunque Juan habla mucho del amor en sus epístolas, no vacila en poner de manifiesto el verdadero carácter de esa clase de personas que pretenden ser santificadas y seguir transgrediendo la ley de Dios. *2
El que dice: yo Le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no hay verdad en él; mas el que guarda su palabra, verdaderamente en éste se ha perfeccionado el amor de Dios. 1 Juan 2:4, 5.
Esta es la piedra de toque de toda profesión de fe. No podemos reconocer como santo a ningún hombre sin haberle comparado primero con la sola regla de santidad que Dios haya dado en el cielo y en la tierra. Si los hombres no sienten el peso de la ley moral, si empequeñecen y tienen en poco los preceptos de Dios, si violan el menor de estos mandamientos, y así enseñan a los hombres, no serán estimados ante el cielo, y podemos estar seguros de que sus pretensiones no tienen fundamento alguno. *2
Este será el argumento mas grande en el falso reavivamiento. Todo será una emoción, todo parecerá una gran bendición pero no llevará al pecador a reconocer su verdadero estado. No llevará al pecador a buscar a Jesús y por medio de él cumplir sus preceptos.

Es como las parejas que viven juntas sin contraer matrimonio. Desean probar si las cosas van a funcionar, pero no desean entrar en compromiso legal.

El verdadero reavivamiento lleva a una santificación. Este proceso empieza con la ley de Dios y es completada por el Espíritu Santo.


La ley revela al hombre sus pecados, pero no dispone ningún remedio. Mientras promete vida al que obedece, declara que la muerte es lo que le toca al transgresor. Sólo el Evangelio de Cristo puede librarle de la condenación o de la mancha del pecado. Debe arrepentirse ante Dios cuya ley transgredió, y tener fe en Cristo y en su sacrificio expiatorio. Así obtiene "remisión de los pecados cometidos anteriormente," y se hace partícipe de la naturaleza divina. *2
Este es el primer paso, todo dirigente debe predicar que la ley de Dios es como una regla que mide nuestras vidas. Nos da a entender cuán lejos estamos de tener un carácter semejante al de Jesús.
¿Está entonces libre para violar la ley de Dios?


· Pablo:
¿Abrogamos pues la ley por medio de la fe? ¡No por cierto! antes bien, hacemos estable la ley. Romanos 3:31. 

Nosotros que morimos al pecado, ¿cómo podremos vivir ya en él? Romanos 6:2. 
· Juan
"Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos." 1 Juan 5:3.
En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y amor. Entonces "la justicia que requiere la ley" se cumplirá "en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu." Romanos 8:4. Y el lenguaje del alma será "¡Cuánto amo yo tu ley! todo el día es ella mi meditación." Salmo 119:97. *2
Ahora empezamos a ver que en realidad es el verdadero reavivamiento y porque tiene tanto poder. Empezamos a notar las características de un verdadero siervo de Dios.


La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma. Salmo 19:7.
Sin la ley, los hombres no pueden formarse un justo concepto de la pureza y santidad de Dios ni de su propia culpabilidad e impureza. No tienen verdadera convicción del pecado, y no sienten necesidad de arrepentirse. Como no ven su condición perdida como violadores de la ley de Dios, no se dan cuenta tampoco de la necesidad que tienen de la sangre expiatoria de Cristo. Aceptan la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radical en su corazón ni reforma en su vida. Así abundan las conversiones superficiales, y multitudes se unen a la iglesia sin haberse unido jamás con Cristo. *2
Recién tocamos la superficie de este tema. Pero con la unción del Espíritu Santo nuestros corazones se abrirán y por medio de la Palabra de Dios seremos guiados la santificación, una preparación para entrar al reino de los cielos.




¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
 

1* El Conflicto De Los Siglos, “37. Nuestra Única Salvaguardia”, Elena G. de White
2* El Conflicto De Los Siglos, “27. La Verdadera Conversión Es Necesaria”, Elena G. de White

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