viernes, agosto 31, 2012

Pensamiento Del Día

¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Juan 4:35
El poder humano no estableció la obra de Dios, ni puede destruirla. Dios concederá la dirección constante y la custodia de sus santos ángeles a quienes llevan su obra adelante frente a dificultades y opresión. Nunca cesará su obra en la tierra. La edificación de su templo espiritual irá adelante hasta que esté completo, y la piedra angular será colocada con clamores: “Gracia, gracia a ella”. Zacarías 4:7.

Los cristianos están para beneficiar a los demás. De este modo se benefician a sí mismos. “El que saciare, él también será saciado”. Proverbios 11:25. Esta es una ley de la administración divina, una ley mediante la cual Dios se propone mantener las corrientes de la beneficencia en constante circulación, como las aguas del gran océano regresan perpetuamente a su fuente. El poder de las misiones cristianas se halla en el cumplimiento de esta ley.

He sido instruida acerca de que dondequiera que la gente se haya sacrificado y haya realizado esfuerzos urgentes para proveer medios para el establecimiento y avance de la causa, y el Señor haya prosperado la obra, la gente de dichos lugares debiera a su vez dar de sus medios para ayudar a sus siervos que han sido enviados a nuevos campos. Dondequiera que se haya establecido la obra sobre una buena base, los creyentes deberían sentirse bajo la obligación de ayudar a los que tienen necesidades, transfiriendo, aun al costo de un gran sacrificio, una parte o todos los medios que en años anteriores se invirtió en favor del establecimiento de la obra en su propia localidad. De esa manera el Señor se propone hacer crecer su obra. Este es el lineamiento correcto de la ley de la restitución.—Testimonies for the Church 7:170.

jueves, agosto 30, 2012

Pensamiento Del Día

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Juan 16:13. 
Cada día que pasa nos acerca al fin. ¿Nos acerca también a Dios? ¿Velamos en oración? Las personas con las que tratamos continuamente necesitan recibir nuestras instrucciones. Es posible que su estado mental sea tal que una sola palabra oportuna, grabada en el alma por la influencia del Espíritu Santo, penetre como un clavo en el lugar apropiado. Puede ser que mañana algunas de esas almas estén para siempre fuera de nuestro alcance. ¿Qué influencia ejercemos sobre esos compañeros de ruta? ¿Qué esfuerzos hacemos para ganarlos para Cristo?

El tiempo es corto y nuestras fuerzas deben organizarse para hacer una obra más amplia. Necesitamos obreros que comprendan la inmensidad de la tarea y que estén dispuestos a cumplirla, no por el salario que reciben, sino porque se dan cuenta de que el fin se acerca. El tiempo exige más capacidad y una consagración más profunda. Estoy tan compenetrada de este pensamiento que clamo a Dios: “Levanta y envía mensajeros que tengan conciencia de su responsabilidad, mensajeros en quienes la idolatría y el yo, fuente de todo pecado, sea crucificado”...

Debemos avanzar con firmeza, poniendo nuestra confianza en Dios, haciendo su obra con abnegación, dependiendo humildemente de él, entregándonos nosotros mismos a su sabia providencia, ahora y para el futuro, reteniendo hasta el fin nuestra seguridad de los primeros días, y recordando hasta el fin que las bendiciones celestiales no son la recompensa de nuestros méritos, sino la recompensa de los méritos de Cristo y de nuestra aceptación, por fe en él, de la gracia abundante de Dios.—Joyas de los Testimonios 3:295-297.

miércoles, agosto 29, 2012

Pensamiento Del Día

Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia. Oseas 10:12. 
Deseo exhortar a los que están en posiciones de responsabilidad que despierten a su deber, y que no pongan en peligro la causa de la verdad presente ocupando a hombres y a mujeres que son incompetentes para hacer la obra de Dios. Queremos a los que están dispuestos a entrar en nuevos campos y a trabajar enérgicamente para el Señor.

Recuerdo haber visitado el Estado de lowa cuando se estaba colonizando el campo, y vi a los agricultores cultivar el campo. Observé que tenían equipos fuertes y que hacían tremendos esfuerzos para hacer surcos profundos, y los trabajadores obtenían fuerza y músculo por medio del ejercicio de sus poderes físicos. El trabajo duro fortalecerá a nuestros jóvenes para que entren en campos nuevos y preparen el terreno barbecho del corazón. Esta tarea los llevará más cerca de Dios. Les ayudará a ver que por sí mismos son totalmente incompetentes.

Deben ser completamente del Señor. Deben abandonar su amor propio y su presunción, y vestirse del Señor Jesucristo. Cuando hagan esto, estarán dispuestos a salir fuera del campamento y llevar las cargas como buenos soldados de la cruz. Obtendrán eficiencia y aptitud al dominar las dificultades y vencer los obstáculos. Se necesitan obreros para posiciones de responsabilidad, pero deben ser quienes han dado una prueba completa de su ministerio en su disposición a llevar el yugo de Cristo. El cielo considera con beneplácito esta clase de obreros.

Les amonesto para que tengan el colirio, para que puedan discernir lo que Dios quiere que hagan. Se predican muchos sermones sin Cristo. Un conjunto de palabras sin poder sólo confirma a la gente en sus recaídas. Que Dios nos ayude con el fin de que su Espíritu pueda manifestarse entre nosotros. No debemos esperar hasta que vayamos a nuestros hogares para obtener las bendiciones del cielo. Los ministros deberían estar aquí con la gente para buscar a Dios, y trabajar desde el punto de vista correcto. Quienes han estado por bastante tiempo en la obra, han estado demasiado complacidos esperando que los aguaceros de la lluvia tardía los reavivaran.

Somos el pueblo que, al igual que Juan, debemos preparar el camino del Señor; y si estamos preparados para la segunda venida de Cristo, debemos trabajar con toda diligencia para preparar a otros para el segundo advenimiento de Cristo, como lo hizo el precursor de Cristo para su primera venida, llamando a hombres y a mujeres al arrepentimiento...—The Review and Herald, 8 de octubre de 1889.

martes, agosto 28, 2012

Pensamiento Del Día

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? Job 38:4, 5. 
Adán y Eva estaban encargados del cuidado del jardín, para que lo guardasen y lo labrasen. Aunque poseían en abundancia todo lo que el Dueño del universo les podía proporcionar, no debían estar ociosos. Se les había asignado como bendición una ocupación útil, que había de fortalecer su cuerpo, ampliar su mente y desarrollar su carácter.

El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra. Los moradores del Edén trataban con la creación animada e inanimada; con las hojas, las flores y los árboles, con toda criatura viviente, desde el leviatán de las aguas hasta el átomo en el rayo del sol, y aprendían de ellos los secretos de su vida. La gloria de Dios en los cielos, los mundos innumerables con sus movimientos prefijados, “las diferencias de las nubes” (Job 37:16), los misterios de la luz y del sonido, del día y de la noche, todos eran temas de estudio para los alumnos de la primera escuela de la tierra.

El infinito Autor de todo abría a su mente las leyes y operaciones de la naturaleza, y los grandes principios de verdad que gobiernan el universo espiritual. Sus facultades mentales y espirituales se desarrollaban en la “iluminación del conocimiento de la gloria de Dios” (2 Corintios 4:6), y disfrutaban de los más elevados placeres de su santa existencia. No sólo el Jardín del Edén, sino toda la tierra era sumamente hermosa al salir de la mano del Creador. No la desfiguraba ninguna mancha de pecado ni sombra de muerte. La gloria de Dios “cubrió los cielos y la tierra se llenó de alabanza”. Habacuc 3:3...

El huerto del Edén era una representación de lo que Dios deseaba que llegase a ser toda la tierra, y su propósito era que a medida que la familia humana creciera en número, estableciese otros hogares y escuelas semejantes a los que él había dado. De ese modo, con el transcurso del tiempo, toda la tierra debía ser ocupada por hogares y escuelas donde se estudiaran la Palabra y las obras de Dios, y donde los estudiantes se preparasen para reflejar cada vez más plenamente, a través de los siglos sin fin, la luz del conocimiento de su gloria.—La Educación, 21, 22.

lunes, agosto 27, 2012

Pensamiento Del Día

Y he aquí que esta vid... junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese ramas y diese fruto, y para que fuese vid robusta. Ezequiel 17:7, 8. 
El sistema del diezmo fue instituido por el Señor como el mejor medio posible para ayudar al pueblo a llevar a cabo los principios de la ley. Si esa ley era obedecida, al pueblo se le confiaría la viña entera, toda la tierra...

Los seres humanos debían cooperar con Dios en la restauración de la salud de la tierra enferma para que pudiera resultar en alabanza y gloria para el nombre divino. Y así como la tierra que poseían, si era cuidada con habilidad y fervor, produciría sus tesoros, así también su corazón, si era regido por Dios, reflejaría el carácter de Dios...

En las leyes que Dios dio para el cultivo del suelo, estaba dando al pueblo la oportunidad de vencer su egoísmo y tener inclinación por las cosas celestiales. Canaán sería como el Edén si obedecían la Palabra del Señor. Mediante ellos, el Señor tenía el propósito de enseñar a todas las naciones del mundo cómo cultivar el suelo para que diera frutos sanos y libres de enfermedad. La tierra es la viña del Señor, y ha de ser tratada de acuerdo con su plan. Los que cultivaban el suelo habían de comprender que estaban haciendo el servicio de Dios. Estaban tan ciertamente en su destino y lugar como lo estaban los hombres nombrados para ministrar en el sacerdocio y en la obra relacionada con el tabernáculo. Dios dijo al pueblo que los levitas eran una dádiva para ellos, y no importa cuál fuera su oficio, habían de ayudar a sostenerlos.—Comentario Bíblico Adventista 1:1126.

Por su desobediencia a Dios, Adán y Eva habían perdido el Edén, y debido a su pecado toda la tierra quedó maldita. Pero si el pueblo de Dios seguía su instrucción, su tierra había de ser restaurada a la fertilidad y la belleza. Dios mismo les dio instrucciones en cuanto a la forma de cultivar el suelo, y ellos habían de cooperar con él en su restauración. De modo que toda la tierra, bajo el dominio de Dios, llegaría a ser una lección objetiva de verdad espiritual. Así como en obediencia a las leyes naturales de Dios la tierra había de producir sus tesoros, así en obediencia a sus leyes morales en el corazón la gente había de reflejar los atributos del carácter de Dios. Aun los paganos reconocerían la superioridad de los que servían y adoraban al Dios viviente.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 231, 232.

domingo, agosto 26, 2012

Pensamiento Del Día

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Daniel 12:3. 
La obra que se nos confió es grande e importante; y para cumplirla necesitamos obreros sabios, desinteresados, capaces de consagrarse abnegadamente a la salvación de las almas. No hay lugar para los tibios; Cristo no puede usarlos. Se necesitan hombres y mujeres cuyo corazón sea sensible a los sufrimientos humanos y que demuestren por medio de su vida que reciben y transmiten la luz, la vida y la gracia.

Los hijos de Dios deben acercarse a Cristo a través de la abnegación y el sacrificio, con el único propósito de dar al mundo entero el mensaje de misericordia. Algunos trabajarán de un modo y otros de otro, según la manera en que el Señor los llame y conduzca. Pero todos deben trabajar en armonía, esforzándose por mantener en la obra un carácter de perfecta unidad. De viva voz y por la pluma deben trabajar para él. La Palabra de la verdad impresa debe ser traducida en varias lenguas y llevada a los extremos de la tierra.

Mi corazón está oprimido porque un número tan grande de los que podrían trabajar no hacen nada. Son juguetes de las tentaciones de Satanás. Cada miembro de la iglesia debe trabajar mientras dure el día; porque viene la noche cuando nadie puede trabajar. Muy pronto sabremos lo que es la noche. El Espíritu de Dios, contristado, se retira de la tierra. Las naciones están airadas unas contra otras. Se hacen inmensos preparativos para la guerra. La noche se acerca. Levántese la iglesia para cumplir la tarea que le ha sido asignada. Todo creyente, cualquiera sea el grado de su instrucción, puede llevar el mensaje.

La eternidad se extiende ante nosotros. El telón está por levantarse. ¿Qué estamos pensando al aferrarnos egoístamente a nuestra comodidad mientras en derredor nuestro hay almas que perecen? ¿Está nuestro corazón completamente endurecido? ¿No podemos ver y comprender que nos incumbe hacer una obra en favor de nuestros semejantes? Hermanos y hermanas, ¿son de los que teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen? ¿Será en vano que Dios les haya revelado su voluntad? ¿Será en vano que les haya dirigido amonestación tras amonestación con respecto a la proximidad del fin? ¿Creen las declaraciones de su Palabra tocante a las cosas que han de sobrevenir al mundo? ¿Creen que los juicios de Dios están suspendidos sobre los habitantes de la tierra? En caso afirmativo, ¿cómo pueden quedar tranquilos, ociosos e indiferentes?—Joyas de los Testimonios 3:294, 295.

sábado, agosto 25, 2012

Pensamiento Del Día

De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Salmos 24:1. 
“En el mes séptimo, a los diez días del mes”, en el Día de la Expiación, sonaba la trompeta del jubileo. Por todos los ámbitos de la tierra, doquiera habitaran los judíos, se oía el toque que invitaba a todos los hijos de Jacob a que saludaran el año de la remisión. En el gran Día de la Expiación se expiaban los pecados de Israel, y con corazones llenos de regocijo el pueblo daba la bienvenida al jubileo.

Como en el año sabático, no se debía sembrar ni segar, y todo lo que produjera la tierra había de considerarse como propiedad legítima de los pobres. Quedaban entonces libres ciertas clases de esclavos hebreos: todos los que no recibían su libertad en el año sabático.

Pero lo que distinguía especialmente el año del jubileo era la restitución de toda la propiedad inmueble a la familia del poseedor original. Por indicación especial de Dios, las tierras habían sido repartidas por suertes. Después de la repartición, nadie tenía derecho a cambiar su hacienda por otra. Tampoco debía vender su tierra, a no ser que la pobreza lo obligara a hacerlo, y aun en tal caso, en cualquier momento que él o alguno de sus parientes quisiera rescatarla, el comprador no debía negarse a venderla; y si no se redimía la tierra, debía volver a su primer poseedor o a sus herederos en el año del jubileo...

Debía inculcársele al pueblo el hecho de que la tierra que se le permitía poseer por un tiempo pertenecía a Dios, que él era su dueño legítimo, su poseedor original, y que él quería que se le diera al pobre y al menesteroso una consideración especial. Debía hacerse comprender a todos que los pobres tienen tanto derecho como los más ricos a un sitio en el mundo de Dios. Tales fueron las medidas que nuestro Creador misericordioso tomó para aminorar el sufrimiento e impartir algún rayo de esperanza y alegría en la vida de los indigentes y angustiados.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 574, 575.

viernes, agosto 24, 2012

Pensamiento Del Día

Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Levítico 25:3, 4. 
La fiesta de las Cabañas, de los Tabernáculos o de las Cosechas, con sus ofrendas de la huerta y del campo, el acampar durante una semana bajo enramadas, las reuniones sociales, el servicio recordativo sagrado, y la generosa hospitalidad hacia los obreros de Dios: los levitas del Santuario, y hacia sus hijos: el extranjero y el pobre, elevaba todas las mentes en gratitud hacia Aquel que había coronado el año con sus bondades, y cuyas huellas destilan abundancia.

Los israelitas devotos ocupaban así un mes entero del año. Era un lapso libre de cuidados y trabajos, y casi enteramente dedicado, en su sentido más verdadero, a los fines de la educación.

Al distribuir la herencia de su pueblo, Dios se proponía enseñarles, y por medio de ellos a las generaciones sucesivas, los principios correctos referentes a la propiedad. La tierra de Canaán fue repartida entre todo el pueblo a excepción únicamente de los levitas, como ministros del Santuario. Aunque alguien vendiera, transitoriamente, su posesión, no podía enajenar la herencia de sus hijos. En cualquier momento en que estuviera en condición de hacerlo podría redimirla; las deudas eran perdonadas cada siete años, y el año quincuagésimo, o de jubileo, toda propiedad volvía a su dueño original. De ese modo la herencia de cada familia estaba asegurada y se proveía una salvaguardia contra la pobreza o la riqueza extremas.

Por medio de la distribución de la tierra entre el pueblo, Dios proveyó para él, lo mismo que para los moradores del Edén, la ocupación más favorable al desarrollo: el cuidado de las plantas y los animales. Otra provisión para la educación fue la suspensión de toda labor agrícola cada séptimo año, durante el cual se dejaba abandonada la tierra, y sus productos espontáneos pertenecían al pobre. De ese modo se daba oportunidad para profundizar el estudio, para que se realizaran cultos y hubiese intercambio social, y para practicar la generosidad, con tanta frecuencia asfixiada por los cuidados y trabajos de la vida.

Si hoy día se practicaran en el mundo los principios de las leyes de Dios, concernientes a la distribución de la propiedad, ¡cuán diferente sería la condición de la gente!—La Educación, 42-44.

jueves, agosto 23, 2012

Pensamiento Del Día

Alábenle los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos. Salmos 69:34.
La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente que la tierra continúe su movimiento en derredor del sol, año tras año, y produzca sus bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos. Él cubre los cielos de nubes y prepara la lluvia sobre la tierra. Hace fructíferos los valles, y hace “a los montes producir hierba”. Salmos 147:7, 8. Por su poder crece la vegetación, aparecen las hojas y se abren las flores.

Todo el mundo natural está destinado a ser intérprete de las cosas de Dios. Para Adán y Eva en su hogar del Edén, la naturaleza estaba llena del conocimiento de Dios, rebosante de instrucción divina. Para sus oídos atentos, hacía repercutir la voz de la sabiduría. La sabiduría hablaba al ojo, y era recibida en el corazón, porque ellos comulgaban con Dios en sus obras creadas. Tan pronto como la santa pareja transgredió la ley del Altísimo, el esplendor del rostro de Dios se apartó de la faz de la naturaleza. Ésta ahora está arruinada y mancillada por el pecado, pero las lecciones objetivas de Dios no se han obliterado; aun ahora, cuando se la estudia e interpreta correctamente, habla de su Creador.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 177, 178 (edición de 1991).

Así como se revela la verdad divina en la Sagrada Escritura, así también se refleja, como en un espejo, en la faz de la naturaleza; y a través de su creación llegamos a familiarizarnos con el Creador. Por eso el libro de la naturaleza es un gran libro de texto, que los maestros que son sabios pueden usar conjuntamente con las Escrituras para guiar a las ovejas perdidas de vuelta al aprisco del Señor. Mientras se estudian las obras de Dios, el Espíritu Santo imparte convicción a la mente. No se trata de la convicción que producen los razonamientos lógicos; y a menos que la mente haya llegado a estar demasiado oscurecida para conocer a Dios, la vista demasiado anublada para verlo, el oído demasiado embotado para oír su voz, se percibe un significado más profundo, y las sublimes verdades espirituales de la Palabra escrita quedan impresas en el corazón.

El modo más eficaz de enseñar a los paganos que no conocen a Dios es a través de las obras de Dios. De esa forma, mucho más fácil que por algún otro método, pueden ser llevados a darse cuenta de la diferencia entres sus ídolos, obras de sus propias manos, y el Dios verdadero, el Hacedor de los cielos y la tierra.—Special Testimonies on Education, 58, 59.

miércoles, agosto 22, 2012

Pensamiento Del Día

Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 2 Corintios 9:10, 11.
Así como recibimos continuamente las bendiciones de Dios, así también debemos dar constantemente. Cuando el Benefactor celestial deje de darnos, sólo entonces se nos podrá disculpar, porque no tendremos nada para compartir. Dios nunca nos ha dejado sin darnos evidencias de su amor, porque siempre nos ha rodeado de beneficios. Nos da la lluvia de los cielos y estaciones fructíferas, proveyéndonos copiosamente con sus abundantes cosechas, y llena nuestro corazón con alegría. Declaró que “mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche”. Génesis 8:22.

A cada instante somos sostenidos por el cuidado de Dios y por su poder. Él pone alimento en nuestras mesas. Nos proporciona un sueño pacífico y reparador. Cada semana nos da el día sábado para que reposemos de nuestras labores temporales y lo adoremos en su propia casa. Nos ha dado su Palabra para que ésta sea como una lámpara para nuestros pies y una lumbrera en nuestro camino. En sus páginas sagradas encontramos sabios consejos; y tantas veces como elevamos nuestro corazón hacia él en penitencia y con fe, él nos concede las bendiciones de su gracia. Pero por encima de todo se destaca el don infinito que Dios hizo al dar a su Hijo amado, por medio de quien fluyen todas las demás bendiciones para esta vida y para la vida venidera.

Ciertamente la bondad y la misericordia nos asisten a cada paso. Solamente cuando deseemos que el Padre infinito cese de proporcionarnos sus dones, podremos exclamar con impaciencia: “¿Tendremos que dar siempre?” No sólo deberíamos devolver siempre nuestros diezmos a Dios, que él reclama como suyos, sino además llevar un tributo a la tesorería como una ofrenda de gratitud. Llevemos a nuestro Creador, rebosantes de gozo, las primicias de su munificencia: nuestras posesiones más escogidas, y nuestro servicio mejor y más piadoso.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 20.

martes, agosto 21, 2012

Pensamiento Del Día

Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Salmos 19:2.
Las cosas de la naturaleza que ahora contemplamos nos dan apenas un débil concepto de la gloria del Edén. El pecado afeó la belleza de la tierra, y por doquiera pueden verse los estragos del mal. No obstante, queda aún mucha hermosura. La naturaleza atestigua que un Ser infinito en poder, grande en bondad, misericordia y amor, creó la tierra y la llenó de vida y de alegría. Aunque ajadas, todas las cosas manifiestan la obra de la mano del gran Artista y Maestro. Por doquiera que nos volvamos, podemos oír la voz de Dios, y ver pruebas evidentes de su bondad.

Desde el solemne retumbar del trueno y el bramido incesante del viejo océano, hasta los alegres cantos que hacen de las selvas un concierto de melodías, las miríadas de voces de la naturaleza entonan las alabanzas de Dios. Contemplamos su gloria en la tierra, el mar y el firmamento con sus maravillosos tintes y colores, que varían en grandioso contraste o armonizan unos con otros.

Los perennes collados nos hablan de su poder. Los árboles que hacen ondear sus verdes banderas bajo los rayos del sol, y las flores en su delicada belleza, nos señalan al Creador. El vivo verdor que alfombra la tierra nos habla del solícito cuidado de Dios por sus más humildes criaturas. Las cavernas del mar y las profundidades de la tierra revelan sus tesoros. El que puso las perlas en el océano y la amatista y el crisólito entre las rocas, ama lo bello. El sol que sale en el horizonte es representante de Aquel que es vida y luz de todo lo que hizo. Todo el brillo y la belleza que adornan la tierra e iluminan los cielos, hablan de Dios... Todas las cosas hablan de su tierno cuidado paternal y de su deseo de hacer felices a sus hijos.

El gran poder que obra en toda la naturaleza y sostiene todas las cosas no es, como muchos proponentes de la ciencia lo representan, un mero principio que todo lo penetra, una energía siempre activa. Dios es Espíritu; y sin embargo es un ser personal, pues así se ha revelado. “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno”. Jeremías 10:10...

La obra de la mano de Dios en la naturaleza no es Dios mismo en la naturaleza. Las cosas de la naturaleza son expresión del carácter y poder de Dios; pero no debemos considerar que la naturaleza sea Dios. La destreza artística de los seres humanos produce obras muy hermosas por cierto, que deleitan nuestros ojos y nos revelan algo del pensamiento de su autor; pero las cosas hechas no son el que las hizo. No es la obra, sino el artífice, el que es considerado digno de honor. Así también, aunque la naturaleza es expresión del pensamiento de Dios, no debemos ensalzar la naturaleza sino al Dios de la naturaleza.—El Ministerio de Curación, 319-321.

lunes, agosto 20, 2012

Pensamiento Del Día

He aquí que te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción. Isaías 48:10.
El fuego del horno no es para destruir, sino para refinar, ennoblecer, santificar. Sin estas pruebas no sentiríamos tanto nuestra necesidad de Dios y de su ayuda. Nos volveríamos orgullosos y autosuficientes. En las aflicciones que nos sobrevienen deberíamos ver las evidencias de que el ojo del Señor está sobre nosotros, y que se propone atraernos hacia él. No son los sanos, sino los enfermos, los que tienen necesidad de médico; los que se sienten abrumados más allá del límite de tolerancia necesitan un Ayudador.

El hecho de que somos llamados a soportar pruebas demuestra que el Señor ve en nosotros algo muy precioso, el cual desea desarrollar. Si no viese en nosotros algo que puede glorificar su nombre, no dedicaría tiempo a refinarnos. No nos esmeramos en podar zarzas. Cristo no arroja a su horno piedras sin valor. Lo que él purifica es mineral valioso.

El herrero pone el hierro y el acero en el fuego para saber qué clase de metal es. El Señor permite que sus escogidos sean puestos en el horno de la aflicción con el fin de ver cuál es su temple, y si podrá moldearlos para su obra.

Es posible que sea necesario realizar mucho trabajo en la formación de su carácter, y que usted sea una piedra tosca que debe ser cortada en perfecta escuadra y pulida antes que pueda ocupar un lugar en el templo de Dios. No necesita sorprenderse si con martillo y cincel Dios corta las aristas agudas de su carácter, hasta que usted esté preparado para ocupar el lugar que él le reserva. Ningún ser humano puede realizar esta obra. Únicamente Dios puede hacerla. Y tenga usted la seguridad de que él no asestará un solo golpe inútil. Da cada uno de sus golpes con amor, para su felicidad eterna. Conoce sus flaquezas y obra para curar y no para destruir.

Cuando sobrevienen pruebas que parecen inexplicables, no debemos permitir que se eche a perder nuestra paz. No importa cuán injustamente podamos ser tratados, no permitamos que surja la pasión. Al ceder a un espíritu de represalia, nos perjudicamos a nosotros mismos. Destruimos nuestra confianza en Dios y contristamos al Espíritu Santo. Está a nuestro lado un testigo, un mensajero celestial, que levantará por nosotros una bandera contra el enemigo. Nos rodeará con los rayos brillantes del Sol de justicia. Más allá de eso, Satanás no puede penetrar. No puede pasar este escudo de luz santa.—The Signs of the Times, 18 de agosto de 1909. Ver también Joyas de los testimonios 3:194, 204.

domingo, agosto 19, 2012

Pensamiento Del Día

¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Mateo 10:29.
El gran Maestro puso a sus oyentes en contacto con la naturaleza para que oyeran la voz que habla en todas las cosas creadas, y a medida que su corazón se hacía más sensible y su mente más receptiva, les ayudaba a interpretar la enseñanza espiritual de las escenas que contemplaban sus ojos. Las parábolas, por medio de las cuales le gustaba enseñar lecciones de verdad, muestran cuán abierto estaba su espíritu a las influencias de la naturaleza y cómo le agradaba extraer la enseñanza espiritual del ambiente en que transcurría la vida diaria.

Cristo se valía de las aves del cielo, los lirios del campo, el sembrador y la semilla, el pastor y las ovejas, para ilustrar verdades inmortales. También obtenía ilustraciones de los acontecimientos de la vida, de cosas familiares a sus oyentes, tales como la levadura, el tesoro escondido, la perla, la red del pescador, la moneda perdida, el hijo pródigo, las casas construidas en la arena y en la roca. En sus lecciones había algo para interesar a cada mente e impresionar cada corazón. De ese modo la tarea diaria, en vez de ser una serie repetida de trabajos, exenta de pensamientos elevados, resultaba animada por recuerdos constantes de lo espiritual y lo invisible.

Del mismo modo deberíamos enseñar nosotros. Aprendan los niños a ver en la naturaleza una expresión del amor y de la sabiduría de Dios; vincúlese el concepto del Creador al ave, la flor y el árbol; lleguen todas las cosas visibles a ser para ellos interpretaciones de lo invisible, y todos los sucesos de la vida medios de enseñanza divina.

Al mismo tiempo que aprenden así a estudiar lecciones que enseñan todas las cosas creadas y todas las circunstancias de la vida, muéstrese que las mismas leyes que rigen las cosas de la naturaleza y los sucesos de la vida deben regirnos a nosotros; que son promulgadas para nuestro bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos hallar felicidad y éxito verdaderos.—La Educación, 102, 103.

sábado, agosto 18, 2012

Pensamiento Del Día

¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano. Job 12:9, 10.
Al mismo tiempo que los niños y los jóvenes obtienen el conocimiento de los hechos por medio de los maestros y libros de texto, pueden aprender a sacar lecciones y descubrir verdades por sí mismos. Cuando trabajan en el jardín, interróguenlos acerca de lo que aprenden del cuidado de sus plantas. Cuando contemplan un paisaje hermoso, pregúntenles por qué Dios vistió los campos y los bosques con tonos tan encantadores y variados. ¿Por qué no es todo de un tinte pardo sombrío? Cuando recogen flores, indúzcanlos a pensar por qué conservó para nosotros la belleza de esos restos del Edén. Enséñenles a notar por todas partes, mediante las evidencias que ofrece la naturaleza, el cuidado de Dios por nosotros, la maravillosa adaptación de todas las cosas a nuestras necesidades y felicidad.

Sólo aquel que reconoce en la naturaleza la obra del Padre, que en la riqueza y belleza de la tierra lee lo que ha sido escrito por él, aprende de las cosas de la naturaleza sus más profundas lecciones y recibe su elevado ministerio. Sólo puede apreciar plenamente el significado de la colina y el valle, el río y el mar, aquel que los contempla como una expresión del pensamiento de Dios, una revelación del Creador.

Los escritores de la Biblia hacen uso de muchas ilustraciones que ofrece la naturaleza, y si observamos las cosas del mundo natural, podremos comprender más plenamente, bajo la mano guiadora del Espíritu Santo, las lecciones de la Palabra de Dios. De ese modo la naturaleza llega a ser una llave del tesoro de la Palabra.

Debería animarse a los niños a buscar en la naturaleza los objetos que ilustran las enseñanzas bíblicas, y rastrear en la Biblia los símiles sacados de la naturaleza. Deberían buscar, tanto en la naturaleza como en la Sagrada Escritura, todos los objetos que representan a Cristo, como también los que él empleó para ilustrar la verdad. Así pueden aprender a verle en el árbol y en la vid, en el lirio y en la rosa, en el sol y en la estrella. Pueden aprender a oír su voz en el canto de los pájaros, en el murmullo de los árboles, en el ruido del trueno y en la música del mar. Y cada objeto de la naturaleza les repetirá las preciosas lecciones del Creador.

Para los que así se familiaricen con Cristo, nunca jamás será la tierra un lugar solitario y desolador. Será para ellos la casa de su Padre, llena de la presencia de Aquel que una vez moró entre los hombres.—La Educación, 119, 120.

viernes, agosto 17, 2012

Pensamiento Del Día

Alaben el nombre de Jehová; porque él mandó, y fueron creados. Los hizo eternamente y para siempre; les puso ley que no será quebrantada. Salmos 148:5, 6.
Es hermosa la descripción que hace el salmista del cuidado de Dios por las criaturas de los bosques: “Los montes altos para las cabras monteses; las peñas, madrigueras para los conejos”. Salmos 104:18. Él hace correr los manantiales por las montañas donde los pájaros tienen su habitación y “cantan entre las ramas”. Salmos 104:12. Todas las criaturas de los bosques y de las montañas forman parte de su gran familia. Él abre la mano y satisface con “bendición a todo ser viviente”. Salmos 145:16.

El águila de los Alpes es a veces arrojada por la tempestad a los estrechos desfiladeros de las montañas. Las nubes tormentosas cercan a esta poderosa ave del bosque, y con su masa oscura la separan de las alturas asoleadas donde ha construído su nido. Los esfuerzos que hace para escapar parecen infructuosos. Se precipita de aquí para allá, bate el aire con sus fuertes alas y despierta el eco de las montañas con sus gritos. Al fin se eleva con una nota de triunfo y, atravesando las nubes, se encuentra una vez más en la claridad solar, por encima de la oscuridad y la tempestad.

Nosotros también podemos hallarnos rodeados de dificultades, desaliento y oscuridad. Nos cerca la falsedad, la calamidad, la injusticia. Hay nubes que no podemos disipar. Luchamos en vano con las circunstancias. Hay una sola vía de escape. Las neblinas y brumas cubren la tierra; más allá de las nubes brilla la luz de Dios. Podemos elevarnos con las alas de la fe hasta la región de la luz de su presencia.

Muchas lecciones se pueden aprender de ese modo. La de la confianza propia, del árbol que crece solo en la llanura o en la ladera de la montaña, hundiendo sus raíces hasta lo profundo de la tierra y desafiando con su fuerza la tempestad. La del poder de la primera influencia, del tronco torcido, nudoso y doblado al cual ningún poder terrenal puede devolver la simetría perdida. La del secreto de una vida santa, del nenúfar que, en el fondo de un estanque sucio, rodeado por desperdicios y malezas, entierra su tallo acanalado hasta encontrar la arena pura y, sacando de allí su vida, eleva su flor fragante, de una pureza impecable, hasta encontrar la luz.—La Educación, 118, 119.

jueves, agosto 16, 2012

Pensamiento Del Día

No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:18.
La tierra y las cosas de la tierra perecerán con el uso. Pasarán unos pocos años y vendrá la muerte. El destino eterno de ustedes quedará fijado, fijado eternamente. Si pierden su alma, ¿qué recompensa darán por su pérdida? Cristo el Dador de la vida, Cristo el Redentor, Cristo el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo les señala un mundo más noble, y lo pone dentro del alcance de su vista. Los lleva a los umbrales del cielo para que contemplen la gloria de las realidades eternas, para que sus aspiraciones puedan avivarse para captar el cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Al contemplar las escenas celestiales, en su corazón se enciende el deseo de tener compañerismo con Dios, de estar totalmente reconciliados con él.

La obra de nuestro Salvador es conciliar las demandas entre los intereses terrenales y los celestiales, colocar los deberes y las responsabilidades de la vida que tenemos ahora en una relación apropiada con las demandas que pertenecen a la vida eterna. El temor y el amor de Dios son las primeras cosas que deberían reclamar nuestra atención. No podemos darnos el lujo de postergar hasta mañana lo que afecta al interés de nuestra alma. La vida que ahora vivimos, la vivimos por la fe en el Hijo de Dios. Fuimos redimidos de los elementos miserables del mundo con una redención que es total y completa, que no puede agrandarse por ningún suplemento de fuentes humanas.

Pero en el medio de este diluvio de misericordias, de esta plenitud del amor divino, muchos corazones continúan en la indiferencia, despreocupados, y sin impresionarse por las provisiones de la gracia de Dios. ¿No haremos ningún esfuerzo nosotros que afirmamos ser cristianos para romper el hechizo que Satanás ha lanzado sobre esas almas? ¿Las dejaremos que continúen en la dureza de su corazón, sin Dios y sin esperanza en el mundo? No. Aunque cada llamado que les hagamos sea menospreciado y rechazado, no podemos dejar de orar por ellas, y suplicar con ternura por sus almas. Debemos hacer todo lo que podemos, por medio de la ayuda del Espíritu Santo de Dios, para quebrar las barreras por las cuales han intentado hacerse inexpugnables a la luz de la verdad de Dios. Debemos esforzarnos por abrirles sus ojos para que vean su ceguera, para que se liberen de la cautividad de Satanás.—The Signs of the Times, 17 de julio de 1893.

miércoles, agosto 15, 2012

Pensamiento Del Día

Cantad a Jehová con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios. Él es quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la lluvia para la tierra. Salmos 147:7, 8. 
Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales. Sostienen que se le impartieron ciertas propiedades y que luego se la dejó actuar mediante su propia energía inherente; y que las operaciones de la naturaleza se llevan a cabo en conformidad con leyes fijas, en las cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es una ciencia falsa, y no está respaldada por la Palabra de Dios.

La naturaleza no actúa por sí misma; es la sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes, ni tampoco obra contrariándolas: las usa continuamente como sus instrumentos. La naturaleza atestigua que hay una inteligencia, una presencia y una energía activa que obran dentro de sus leyes, mediante ellas y por encima de ellas. Existe en la naturaleza la obra continua del Padre y del Hijo. Dijo Cristo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17.

Dios terminó su obra de la creación, pero su energía sigue ejerciendo su influencia para sustentar los objetos de su creación. Una pulsación no sigue a la otra, y un hálito al otro, porque el mecanismo que una vez se puso en marcha continúa accionando por su propia energía inherente; sino que todo hálito, toda pulsación del corazón, es una evidencia del completo cuidado que tiene de todo lo creado Aquel en quien vivimos y somos.

No es en virtud de alguna fuerza inherente que año tras año la tierra produce sus abundantes cosechas y continúa su movimiento alrededor del sol. La mano de Dios dirige los planetas, y los mantiene en su puesto en su ordenada marcha a través de los cielos... En virtud de su poder la vegetación florece, aparecen las hojas y las flores se abren... Su Palabra controla los elementos, y por su poder los valles se fertilizan... Cubre de nubes los cielos y prepara la lluvia para la tierra. “Hace a los montes producir hierba... Da la nieve como lana, y derrama la escarcha como ceniza”. Salmos 147:8, 16. “A su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos”. Jeremías 10:13...

Su solícito cuidado está sobre todas las obras de sus manos. Nada es demasiado grande para que él lo dirija; nada es demasiado pequeño como para que se escape de su atención.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 105-107; The Signs of the Times, 20 de marzo de 1884.

martes, agosto 14, 2012

Pensamiento Del Día

Él hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra. Salmos 104:14. 
En un cierto lugar se efectuaban los preparativos para limpiar los terrenos donde se construiría un sanatorio. Se me dijo que la fragancia del pino, del cedro y del abeto tenía propiedades salutíferas. Y hay varias otras clases de árboles que tienen propiedades medicinales estimulantes de la salud.

No hay que cortar despiadadamente esos árboles. Es mejor cambiar el lugar del edificio [sanatorio] que talar esos árboles de hoja perenne. En esos árboles hay lecciones para nosotros. La Palabra de Dios declara: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano”. Salmos 92:12. David dice: “Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre”. Salmos 52:8.

El cristiano es comparado al cedro del Líbano. He leído que este árbol hace más que enviar unas pocas raíces a la tierra blanda. Implanta profundamente en la tierra sus fuertes raíces, y cada vez las extiende más lejos en busca de una posición todavía más fuerte. Y cuando se desata la fiera tempestad, permanece firme, sostenido por su raigambre.

También el cristiano se arraiga profundamente en Cristo. Tiene fe en su Redentor. Sabe en quién ha creído. Está plenamente persuadido de que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador de los pecadores... El sonido divino del evangelio se recibe sin dudas conflictivas. Las raíces de la fe se extienden cada vez más. Los cristianos genuinos, como el cedro del Líbano, no crecen en una tierra blanda y superficial, sino que están arraigados en Dios, asegurados en las grietas de las rocas de la montaña.

Estudien estas lecciones de los árboles. Podría extenderme sobre este tema, pero no debo hacerlo precisamente ahora. Les pido que no corten los pinos; serán una bendición para muchos. Déjenlos vivir.

Deseo decirles, mis hermanos y hermanas, que cuentan con mis oraciones y mi simpatía en su trabajo. Recuerden que son árboles en el jardín del Señor, y que la protección divina está a su alrededor. Cuanto más visible sea la línea de demarcación entre las flores de Dios y las zarzas y espinas de la plantación de Satanás, más es glorificado el Señor.—Spalding and Magan Collection, 228, 229.

lunes, agosto 13, 2012

Pensamiento Del Día

Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; van entre los montes; dan de beber a todas las bestias del campo; mitigan su sed los asnos monteses. Salmos 104:10, 11. 
La naturaleza y la revelación a una dan testimonio del amor de Dios. Nuestro Padre celestial es la fuente de vida, sabiduría y gozo. Miren las maravillas y bellezas de la naturaleza. Piensen en su prodigiosa adaptación a las necesidades y a la felicidad, no solamente de los seres humanos, sino de todos los seres vivientes. El sol y la lluvia que alegran y refrescan la tierra; los montes, los mares y los valles, todos nos hablan del amor del Creador. Dios es el que suple las necesidades diarias de sus criaturas. Ya el salmista lo dijo en las bellas palabras siguientes: “Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente”. Salmos 145:15, 16.

Dios hizo a Adán y a Eva perfectamente santos y felices; y la hermosa tierra no tenía, al salir de la mano del Creador, mancha de decadencia ni sombra de maldición. La transgresión de la ley de Dios, de la ley de amor, fue lo que trajo consigo dolor y muerte.

Sin embargo, en medio del sufrimiento resultante del pecado se manifiesta el amor de Dios. Está escrito que Dios maldijo la tierra por causa del hombre. Génesis 3:17. Los cardos y las espinas, las dificultades y pruebas que colman su vida de afán y cuidado, le fueron asignados para su bien, como parte de la preparación necesaria, según el plan de Dios, para levantarlo de la ruina y degradación que el pecado había causado.

El mundo, aunque caído, no es todo tristeza y miseria. En la naturaleza misma hay mensajes de esperanza y consuelo. Hay flores en los cardos, y las espinas están cubiertas de rosas. “Dios es amor” está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que con sus preciosos cantos llenan el aire de melodías, las flores exquisitamente matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos atestiguan del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos.—El Camino a Cristo, 7, 8.

domingo, agosto 12, 2012

Pensamiento Del Día

¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba? Job 38:25-27. 
Aquel que estableció los fundamentos de la tierra, que adornó los cielos y colocó las estrellas en su orden; Aquel que ha revestido la tierra con una alfombra viviente y la ha embellecido con preciosas flores de toda tonalidad y variedad, quiere que sus hijos aprecien sus obras y se deleiten en la sencilla y serena belleza con la cual ha adornado el hogar terrenal de ellos.

Cristo procuró desviar la atención de sus discípulos de lo artificial hacia lo natural: “Si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” Mateo 6:30.

¿Por qué nuestro Padre celestial no alfombró la tierra de marrón o de gris? Escogió el color que da más descanso, el que es mejor para los sentidos. ¡Cómo alegra el corazón y vivifica el cansado espíritu contemplar la tierra vestida con su atavío de viviente verdor! El aire estaría lleno de polvo sin esa cobertura, y la tierra parecería un desierto. Cada brizna de hierba, cada capullo que se abre y cada lozana flor es una prueba del amor de Dios, y debiera enseñarnos una lección de fe y confianza en él. Cristo llama nuestra atención a su belleza natural, y nos asegura que el vestido más hermoso del rey más grande que jamás haya empuñado un cetro, no fue igual al ropaje de la flor más humilde...—Comentario Bíblico Adventista 5:1062.

Quiero presentarles a Cristo y a él crucificado. Denle los mejores afectos de su corazón. Denle su intelecto, porque le pertenece. Denle sus talentos de medios y de influencia; sólo les fueron prestados a ustedes para que los desarrollen. Jesús puso a un lado sus vestiduras reales, descendió de su hogar eterno, vistió su divinidad con la humanidad, y por amor a nosotros se hizo pobre, para que nosotros, por medio de su pobreza, podamos ser hechos ricos. ¿Ricos en dinero? ¿En tierras? ¿En acciones bancarias? No; para que podamos conseguir riquezas eternas.

No hay salvación excepto la que viene a través de Cristo. Vino a la tierra para elevar al caído. Con su brazo humano rodea a toda la raza, al tiempo que con su brazo divino se aferra el trono del Infinito, conectando así a los humanos finitos con el Dios infinito, y uniendo la tierra y el cielo.—The Review and Herald, 27 de octubre de 1885.

sábado, agosto 11, 2012

Pensamiento Del Día

¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con la balanza y con pesas los collados? Isaías 40:12. 
Dice el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz”. Salmos 19:1-3. Algunos quizá supongan que estas grandes cosas del mundo natural son Dios. No son Dios. Todas estas maravillas de los cielos tan sólo están haciendo la obra que les ha sido señalada. Son los instrumentos del Señor. Dios es el que vigila la marcha de todas las cosas, así como fue su Creador. El Ser divino se ocupa en sostener las cosas que ha creado. La misma mano que sostiene y equilibra las montañas en su posición, guía los mundos en su misteriosa marcha alrededor del sol.

Apenas si hay alguna función de la naturaleza a la que no encontremos referencia en la Palabra de Dios. La Palabra declara que “hace salir su sol” y “hace llover” (Mateo 5:45), “hace a los montes producir hierba... Da la nieve como lana, y derrama la escarcha como ceniza... Enviará su palabra y los derretirá; soplará su viento y fluirán las aguas” Salmos 147:8, 16-18. “Hace los relámpagos para la lluvia; saca de sus depósitos los vientos”. Salmos 135:7.

Estas palabras de las Sagradas Escrituras no dicen nada de la independencia de las leyes de la naturaleza. Dios proporciona la materia y las propiedades con las cuales llevar a cabo sus planes. Emplea sus instrumentos para que pueda florecer la vegetación. Envía el rocío, la lluvia y la luz del sol para que brote el verdor y extienda su tapiz sobre la tierra; para que los arbustos y los frutales puedan retoñar y florecer, y dar frutos.

No se ha de suponer que es puesta en movimiento una ley para que la semilla obre por sí misma, para que aparezca la hoja porque así debe hacerlo por sí misma. Dios tiene leyes que ha instituido, pero éstas son sólo los siervos mediante los cuales él obra los resultados.

Mediante los agentes inmediatos de Dios, cada semillita se abre paso a través de la tierra y brota a la vida. Crece cada hoja y florece cada flor por el poder de Dios.—Mensajes Selectos 1:345, 346.

viernes, agosto 10, 2012

Pensamiento Del Día

¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites? Le has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Salmos 8:4, 5. 
Nuestro bondadoso Padre celestial quiere que sus hijos confíen en él como un niño confía en sus padres terrenales. Pero demasiado a menudo vemos a los desalentados y débiles mortales sobrecargados con cuidados y perplejidades que Dios nunca se propuso que llevaran.

Invirtieron el orden; están buscando primero el mundo, y haciendo secundario el reino de los cielos. Si aún Dios cuida al gorrioncillo que no conoce su futura necesidad, ¿por qué el tiempo y la atención de los seres humanos, que fueron hechos a la imagen de Dios, deben estar completamente enfrascados con esas cosas?

Dios nos ha dado evidencias completas de su amor y cuidado, y sin embargo, cuán a menudo fallamos en discernir la mano divina en nuestras múltiples bendiciones. Cada facultad de nuestro ser, cada soplo de aire que inspiramos, cada comodidad de la que gozamos, viene de él. Cada vez que nos reunimos alrededor de la mesa familiar para participar del refrigerio, deberíamos recordar que todo esto es una expresión del amor de Dios. ¡Y vamos a tomar el don y negar al Dador!...

Cuando Adán y Eva fueron colocados en su hogar del Edén, tenían todo lo que un Creador bondadoso podía darles para aumentar su comodidad y felicidad. Pero se arriesgaron a desobedecer a Dios, y por lo tanto fueron expulsados de su hermoso hogar. Fue entonces cuando el gran amor de Dios se nos expresó en un don, el de su amado Hijo. Si nuestros primeros padres no hubieran aceptado el don, hoy la raza humana estaría en la aflicción más desesperada. Pero cuán alegremente aclamaron la promesa del Mesías.

Es el privilegio de todos aceptar a este Salvador, llegar a ser hijos de Dios, miembros de la familia real y sentarse al fin a la mano derecha de Dios. ¡Qué amor, qué maravilloso amor es este! Juan nos exhorta a contemplarlo: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1.

A pesar de que sobre la tierra fue pronunciada la maldición de que produciría espinas y cardos, hay una flor en el cardo. En el mundo no todo es tristeza y desgracia. El gran libro de la naturaleza de Dios está abierto para nuestro estudio, y de él debemos obtener más excelsas ideas de su grandeza y amor y gloria insuperables.—The Review and Herald, 27 de octubre de 1885.

jueves, agosto 09, 2012

Pensamiento Del Día

Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. Salmos 121:1, 2. 
Una vez tuve el placer de contemplar una de las más hermosas puestas de sol en Colorado. El gran Artista maestro había puesto en el lienzo cambiante de los cielos uno de sus cuadros más hermosos para beneficio de todos, tanto del rico como del pobre. Casi parecía que las puertas del cielo se habían entreabierto para que pudiéramos ver la belleza que había adentro. “¡Oh!”, pensé, mientras uno tras otro pasaron sin observar la escena, “si hubiera sido pintado por manos humanas, ¡cuántos habrían estado dispuestos a caer al suelo y adorarlo!”

Dios es amante de lo bello, y sobre todo ama la belleza del carácter, y quiere que cultivemos la pureza y la sencillez, las gracias características de las flores. Debemos buscar el adorno de un espíritu manso y tranquilo, que a la vista de Dios es de gran precio.

Padres, ¿qué clase de educación les están dando a sus hijos? ¿Les están enseñando a apreciar lo que es puro y precioso, o están tratando de que alcancen las normas del mundo y sean aprobados por los impíos? ¿Están usando tiempo y medios para que puedan aprender el decoro exterior de la vida, y que obtengan lo superficial, los adornos engañosos del mundo?

Desde su niñez más temprana, abran ante ellos el gran libro de la naturaleza. Enséñenles el ministerio de las flores. Muéstrenles que si Jesús no hubiera venido a la tierra y hubiera muerto, no tendríamos ninguna de las cosas hermosas de las que disfrutamos. Llamen su atención al hecho de que el color y aun el arreglo de cada capullo y flor delicados es una expresión del amor de Dios hacia los seres humanos, y que debe despertarse en su corazón afecto y gratitud a su Padre celestial por todos esos dones.

Jesús, el mayor Maestro que el mundo haya conocido, sacaba las ilustraciones más valiosas de la verdad de escenas de la naturaleza. Padres, imiten su ejemplo, y empleen las cosas que deleitan los sentidos para impresionar verdades importantes en la mente de sus hijos. Llévenlos afuera en la mañana, y dejen que escuchen los pájaros que cantan alegremente sus cantos de alabanza. Enséñenles que nosotros también deberíamos dar gracias al generoso Dador de todas las bendiciones que recibimos diariamente. Enséñenles que no es el vestido el que hace al caballero o a la dama, sino que lo que lo hace a uno caballero o dama es la verdadera bondad de corazón.—The Review and Herald, 27 de octubre de 1885.

miércoles, agosto 08, 2012

Pensamiento Del Día

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. Hebreos 6:7, 8.
Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida implica trabajo serio, responsabilidad, preocupación. Necesitan una preparación que les dé sentido práctico, que haga de ellos hombres y mujeres capaces de hacer frente a las emergencias. Debería enseñárseles que la disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como medio para lograr un desarrollo completo.

A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito acerca de la dignidad del trabajo, prevalece la idea de que es degradante. Los jóvenes anhelan ser maestros, empleados, comerciantes, médicos y abogados, u ocupar algún otro puesto que no requiera trabajo físico. Las jóvenes evitan los quehaceres domésticos y tratan de prepararse para otra cosa. Necesitan aprender que el trabajo honrado no degrada a nadie. Lo que degrada es la ociosidad y la dependencia egoísta. La ociosidad fomenta la complacencia y da como resultado una vida vacía y estéril, un terreno propicio para el desarrollo de toda clase de mal...

Puesto que tanto los hombres como las mujeres ocupan su lugar en el hogar, los niños y las niñas deberían saber en qué consisten los deberes domésticos...

Aprendan los niños y los jóvenes, mediante el estudio de la Biblia, cómo ha honrado Dios el trabajo del obrero. Lean acerca de los “hijos de los profetas” (2 Reyes 6:1-7) que asistían a la escuela y construyeron una casa para su uso, y para quienes se hizo un milagro con el fin de recuperar un hacha prestada. Lean acerca de Jesús, el carpintero; de Pablo, el fabricante de tiendas. Al trabajo del artesano unían el ministerio superior, humano y divino. Lean acerca del muchacho que proveyó los cinco panes usados por Jesús en el maravilloso milagro de la alimentación de la multitud; de Dorcas, la costurera, resucitada con el fin de que siguiera haciendo ropa para los pobres; de la mujer sabia descrita en Proverbios, que “busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos”... que “considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde” 31:13, 27.—La Educación, 215-217.

martes, agosto 07, 2012

Pensamiento Del Día

Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 1 Corintios 4:12.
En ocasión de la creación, el trabajo fue establecido como una bendición. Implicaba desarrollo, poder y felicidad. El cambio producido en la condición de la tierra, debido a la maldición del pecado, ha modificado también las condiciones del trabajo, y aunque ahora va acompañado de ansiedad, cansancio y dolor, sigue siendo una fuente de felicidad y desarrollo. Es también una salvaguardia contra la tentación. Su disciplina pone freno a la complacencia y promueve la laboriosidad, la pureza y la firmeza. De este modo forma parte del gran plan de Dios para que nos repongamos de la caída.

Se debiera inducir a los jóvenes [y otros] a apreciar la verdadera dignidad del trabajo. Muéstreseles que Dios obra constantemente. Todas las cosas de la naturaleza cumplen la tarea que se les ha asignado. Se ve actividad en toda la creación, y, para cumplir nuestra misión, nosotros también debemos ser activos.

Al trabajar debemos ser colaboradores con Dios. Nos da la tierra y sus tesoros, pero nosotros tenemos que adaptarlos a nuestro uso y nuestra comodidad. Hace crecer los árboles, pero nosotros preparamos la madera y construimos la casa. Ha escondido en la tierra la plata y el oro, el hierro y el carbón, pero sólo podemos obtenerlos mediante el trabajo perseverante...

Aunque Dios ha creado todas las cosas y las dirige constantemente, nos ha dotado de un poder que no es enteramente diferente del suyo. Se nos ha concedido cierto dominio sobre las fuerzas de la naturaleza. Tal como Dios sacó del caos la tierra con toda su belleza, nosotros podemos extraer poder y belleza de la confusión. Y aunque todas las cosas están ahora mancilladas por el pecado, sentimos, sin embargo, cuando terminamos algo, un gozo semejante al de Dios cuando, al contemplar la hermosa tierra, dijo que todo era “bueno en gran manera”.

En general podemos decir que el ejercicio más benéfico para la juventud es el trabajo útil. El niño halla en el juego a la vez diversión y desarrollo, y sus deportes deberían ser de tal naturaleza que promovieran no sólo su crecimiento físico, sino también el mental y espiritual. Cuando aumentan su fuerza y su inteligencia, su mejor recreación la encontrará en algún esfuerzo útil. Lo que adiestra la mano para la labor útil, y enseña al joven a asumir las responsabilidades de la vida, es sumamente eficaz para promover el desarrollo de la mente y el carácter.—La Educación, 214, 215.

lunes, agosto 06, 2012

Pensamiento Del Día

He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella. Deuteronomio 10:14.
La belleza de la naturaleza, por sí misma, aparta el alma del pecado y de las atracciones mundanas, y la lleva hacia la pureza, la paz y Dios. Por esta razón, el cultivo del suelo es un buen trabajo para los niños y los jóvenes. Los pone en contacto directo con la naturaleza y el Dios de ella. Y para que tengan esta ventaja debe haber, en cuanto sea posible, en relación con nuestras escuelas, grandes jardines y extensos terrenos para el cultivo.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 178 (edición de 1991).

En la escuela que se ha iniciado aquí en Cooranbong [Australia] esperamos tener verdadero éxito en los ramos agrícolas, combinados con el estudio de las ciencias. Queremos que este lugar sea un centro del cual irradie luz y precioso conocimiento avanzado, que resulte en el trabajo de campos mejorados, de manera que las colinas y los valles florezcan como las rosas. Tanto para los niños como para los adultos, el trabajo, combinado con la actividad mental, proporcionará la debida clase de educación equilibrada. El cultivo de la mente dará tacto, y brindará incentivos para el cultivo de la tierra.

La escuela ha hecho un excelente comienzo. Los alumnos están aprendiendo a plantar árboles, fresas [frutillas], etc.; [es decir,] cómo deben cuidar cada brote y fibra de las raíces sueltas para darle una oportunidad de crecer. ¿No es ésta una muy preciosa lección sobre cómo tratar la mente humana, y también con el cuerpo: No oprimir ninguno de los órganos del cuerpo, sino darles amplia libertad para hacer su obra?...

Debemos trabajar el suelo con alegría, con esperanza, con gratitud, creyendo que la tierra posee en su seno ricas reservas para ser acopiadas por el obrero fiel, más ricas que el oro o la plata... Con un cultivo adecuado e inteligente, la tierra abrirá sus tesoros para beneficio de la humanidad.

El cultivo de nuestras tierras requiere el ejercicio de todo el poder del cerebro y del tacto que poseemos. Las tierras que nos rodean testifican de la indolencia de los seres humanos. Esperamos despertar a la acción de los sentidos dormidos. Esperamos ver agricultores inteligentes, que serán recompensados por su ferviente labor. La mano y el corazón deben cooperar, poniendo en operación planes nuevos y razonables en el cultivo del suelo.—Testimonios para los Ministros, 248, 245, 246, 247; The Advocate, marzo de 1901.

domingo, agosto 05, 2012

Pensamiento Del Día

Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de la mano de los que se sirven de ellos. Ezequiel 34:27.
Hay necesidad de un conocimiento mucho más amplio con respecto a la preparación del suelo. No hay suficiente amplitud de criterio en cuanto a lo que puede obtenerse de la tierra. Se sigue una rutina estrecha e invariable con resultados descorazonadores. Que las capacidades educadas se empleen en idear mejores métodos de trabajo. Eso es exactamente lo que el Señor desea.

Se necesita una capacidad inteligente y educada para idear los mejores métodos en la agricultura, la edificación y en toda otra área, para que el obrero no trabaje en vano. Dios, quien hizo el mundo para beneficio de los seres humanos, proporcionará los medios de la tierra para sostener al trabajador diligente.

La semilla plantada en un terreno preparado cuidadosamente, producirá su cosecha. Dios puede preparar una mesa en el desierto para su pueblo. Hay muchas lamentaciones por el terreno improductivo, cuando, si la gente leyera el Antiguo Testamento, vería que el Señor sabía mucho más y mucho mejor de lo que saben ellos en cuanto al tratamiento adecuado de la tierra. Después de haber sido trabajado por varios años, y de dar sus tesoros a la posesión de la humanidad, se debería permitir descansar a parcelas del terreno, y después debería hacerse una rotación de los cultivos. También podemos aprender mucho del Antiguo Testamento con respecto al problema del trabajo.

La tierra tiene sus tesoros escondidos, y el Señor preferiría que miles y decenas de miles trabajarán la tierra, gente que ahora se apiña en las ciudades para conseguir una oportunidad para ganar una bagatela. Debe hacerse que la tierra dé su fuerza, pero sin la bendición de Dios nada se puede hacer.

En el principio, Dios contempló todo lo que había hecho, y dijo que era bueno en gran manera. Como consecuencia del pecado, se pronunció la maldición sobre la tierra, pero, ¿debe multiplicarse esta maldición por el pecado creciente? La ignorancia está haciendo su obra funesta. Siervos perezosos están aumentando el mal por sus hábitos holgazanes... Pero la tierra tiene bendiciones ocultas en sus profundidades para los que tienen el valor, la voluntad y la perseverancia de reunir sus tesoros... ¿Quiénes serán los misioneros para hacer esta tarea, para enseñar los métodos apropiados a los jóvenes y a todos los que se sientan lo suficientemente dispuestos y humildes para aprender?—The Advocate, marzo de 1901.

sábado, agosto 04, 2012

Pensamiento Del Día

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Génesis 2:15. 
Dios puso a los seres humanos bajo una ley, como condición indispensable para su propia existencia. Eran súbditos del gobierno divino, y no puede existir gobierno sin ley. Dios pudo haber creado a los seres humanos incapaces de violar su ley; pudo haber detenido la mano de Adán para que no tocara el fruto prohibido, pero en este caso las personas no hubiesen sido entes morales libres sino meros autómatas. Sin libre albedrío su obediencia no habría sido voluntaria, sino forzada. No habría sido posible el desarrollo de su carácter. Semejante procedimiento habría sido contrario al plan que Dios seguía en su relación con los habitantes de los otros mundos. Hubiese sido indigno del ser humano como ser inteligente, y hubiese dado base a las acusaciones de Satanás de que el gobierno de Dios era arbitrario...

El hogar de nuestros primeros padres había de ser un modelo para cuando sus hijos saliesen a ocupar la tierra. Ese hogar, embellecido por la misma mano de Dios, no era un suntuoso palacio. En su orgullo, los hombres y las mujeres se deleitan en tener magníficos y costosos edificios, y se enorgullecen de las obras de sus propias manos; pero Dios puso a Adán en un huerto. Esa fue su morada. Los azulados cielos le servían de techo; la tierra, con sus delicadas flores y su alfombra de animado verdor, era su piso; y las ramas frondosas de los hermosos árboles le servían de dosel. Sus paredes estaban engalanadas con los adornos más esplendorosos, que eran obra de la mano del sumo Artista.

En el medio en que vivía la santa pareja había una lección para todos los tiempos; a saber, que la verdadera felicidad se encuentra, no en dar rienda suelta al orgullo y al lujo, sino en la comunión con Dios por medio de sus obras creadas. Si las personas pusiesen menos atención en lo superficial y cultivasen más la sencillez, cumplirían con mayor plenitud los designios que Dios tuvo al crearlos. El orgullo y la ambición jamás se satisfacen, pero quienes realmente son inteligentes encontrarán placer verdadero y elevado en las fuentes de gozo que Dios ha puesto al alcance de todos.

A los moradores del Edén se les encomendó el cuidado del huerto, para que lo labraran y lo guardasen. Su ocupación no era cansadora, sino agradable y vigorizadora. Dios dio el trabajo como una bendición con que nuestros primeros padres ocuparan su mente, fortalecieran su cuerpo y desarrollaran sus facultades.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 30, 31.

viernes, agosto 03, 2012

Pensamiento Del Día

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Génesis 1:28. 
La santa pareja miraba la naturaleza como un cuadro de hermosura sin par. La tierra de color marrón estaba vestida con una alfombra de animado verdor, diversificado con una variedad interminable de flores que se propagaban por sí solas y se perpetuaban. Arbustos, flores y vides trepadoras regalaban los sentidos con su belleza y fragancia. Las muchas variedades de árboles elevados estaban cargadas con frutos de toda clase, y de sabor delicioso, adaptados para complacer el paladar y satisfacer las necesidades de la feliz pareja. Dios proporcionó ese hogar del Edén para nuestros primeros padres, dándoles evidencias inequívocas del gran amor y cuidado que tenía por ellos.

Adán fue coronado rey en el Edén. Se le dio dominio sobre toda cosa viviente que Dios había creado. El Señor bendijo a Adán y a Eva con una inteligencia que no dio a ninguna otra criatura. Hizo de Adán el legítimo soberano de todas las obras de las manos de Dios...

Adán y Eva podían trazar la habilidad y la gloria de Dios en cada brizna de hierba y en cada arbusto y cada flor. La hermosura natural que los rodeaba, al igual que un espejo, reflejaba la sabiduría, excelencia y amor de su Padre celestial. Y sus cánticos de afecto y alabanza se elevaban dulce y reverentemente hacia el cielo, armonizando con los cantos de los ángeles exaltados, y con las felices aves que cantaban alegremente su música sin sobresaltos. No había enfermedad, decadencia, ni muerte por ningún lado. Había vida en cada cosa sobre la que descansaba la vista. La atmósfera estaba impregnada con vida. Había vida en cada hoja, en cada flor y en cada árbol.

El Creador sabía que Adán no podía ser feliz sin ocupación; por lo tanto, le dio la placentera ocupación de labrar el jardín. Y mientras cuidaba las cosas de belleza y utilidad que había a su alrededor, podía contemplar la bondad y la gloria de Dios en sus obras creadas. Adán tenía temas para la contemplación en las obras de Dios en el Edén, que era el cielo en miniatura.

Dios no formó al hombre meramente para contemplar sus obras gloriosas; por lo tanto, le dio manos para trabajar, así como una mente y un corazón para la contemplación. Si la felicidad del hombre consistiera en no hacer nada, el Creador no le habría dado a Adán la obra que le señaló que hiciera. En el trabajo, el hombre iba a encontrar felicidad, como también la iba a encontrar en la meditación.—The Review and Herald, 24 de febrero de 1874.

jueves, agosto 02, 2012

Pensamiento Del Día

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Génesis 1:26. 
Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre toda criatura viviente. El león y la oveja triscaban pacíficamente a su alrededor o se echaban junto a sus pies. Los felices pajarillos revoloteaban alrededor de ellos sin temor alguno; y cuando sus alegres trinos ascendían alabando a su Creador, Adán y Eva se unían a ellos en acción de gracias al Padre y al Hijo.

La santa pareja era no sólo hijos bajo el cuidado paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción del omnisciente Creador. Eran visitados por los ángeles, y se gozaban en la comunión directa con su Creador, sin ningún velo oscurecedor de por medio. Se sentían pletóricos del vigor que procedía del árbol de la vida, y su poder intelectual era apenas un poco menor que el de los ángeles. Los misterios del universo visible, “las maravillas del Perfecto en sabiduría” (Job 37:16), les suministraban una fuente inagotable de instrucción y placer.

Las leyes y los procesos de la naturaleza que han sido objeto del estudio de la humanidad durante seis mil años, fueron puestos al alcance de su mente por el infinito Forjador y Sustentador de todo. Se entretenían con las hojas, las flores y los árboles, descubriendo en cada uno de ellos los secretos de su vida. Toda criatura viviente era familiar para Adán, desde el poderoso leviatán que juega entre las aguas hasta el más diminuto insecto que flota en el rayo del sol. A cada uno le había dado su nombre y conocía su naturaleza y sus costumbres.

La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, “las diferencias de las nubes” (Job 27:16), los misterios de la luz y del sonido, de la noche y del día, todo estaba al alcance de la comprensión de nuestros primeros padres. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque, y en cada piedra de la montaña, en cada brillante estrella, en la tierra, en el aire y en los cielos. El orden y la armonía de la creación les hablaba de una sabiduría y un poder infinitos. Continuamente descubrían algo nuevo que llenaba su corazón del más profundo amor, y les arrancaba nuevas expresiones de gratitud.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 32, 33.

miércoles, agosto 01, 2012

Pensamiento Del Día

Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Génesis 1:10. 
El Padre y el Hijo emprendieron la grandiosa y admirable obra que habían proyectado: la creación del mundo. La tierra que salió de las manos del Creador era sumamente hermosa. Había montañas, colinas y llanuras, y, entre ellas, ríos, lagos y lagunas. La tierra no era una vasta llanura. Su superficie estaba interrumpida por colinas y montañas, no altas y abruptas como las de ahora, sino de formas hermosas y regulares. No se veían las rocas escarpadas y desnudas, porque yacían bajo la superficie como si fueran los huesos de la tierra.

Las aguas se distribuían con regularidad. Las colinas, montañas y bellísimas llanuras estaban adornadas con plantas y flores, y altos y majestuosos árboles de toda clase, muchísimo más grandes y hermosos que los de ahora. El aire era puro y saludable, y la tierra parecía un noble palacio. Los ángeles se regocijaban al contemplar las admirables y hermosas obras de Dios.

Después de crear la tierra y los animales que la habitaban, el Padre y el Hijo llevaron adelante su propósito, ya concebido antes de la caída de Satanás, de crear al hombre a su propia imagen. Habían actuado juntos en ocasión de la creación y de todos los seres vivientes que había en ella. Entonces Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Cuando Adán salió de las manos de su Creador era de noble talla y hermosamente simétrico. Era bien proporcionado, y su estatura era un poco más del doble que la de los hombres que hoy habitan la tierra. Sus facciones eran perfectas y hermosas. Su tez no era blanca ni pálida, sino sonrosada, y resplandecía con el exquisito matiz de la salud. Eva no era tan alta como Adán. Su cabeza se alzaba algo más arriba de los hombros de él. También era de noble aspecto, perfecta simetría y muy hermosa.

La santa pareja no usaba vestiduras artificiales. Estaban revestidos de un velo de luz y esplendor como el de los ángeles. Este halo de luz los envolvió mientras vivieron en obediencia a Dios. Aunque todo cuanto el Señor había creado era perfecto y hermoso, y parecía que nada faltaba en la tierra creada por él para la felicidad de Adán y Eva, les manifestó su gran amor al plantar un huerto especialmente para ellos... Ese hermoso jardín iba a ser su hogar, su residencia especial.—Exaltad a Jesús, 41; The Signs of the Times, 9 de enero de 1879.