Al llevar la penalidad del pecado y al bajar a la tumba, Cristo la iluminó para todos los que mueren con fe. Dios, en forma humana, sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio. Al morir, Cristo aseguró la vida eterna a todos los que crean en él
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
En Los Lugares Celestiales “38. Rompiendo El Poder De La Muerte”, Elena G. de White
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