lunes, noviembre 02, 2009

EL PELIGRO DE FIJAR FECHAS

Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.*1
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.*2
La Palabra de Dios es clara en decir que nadie sabe cuándo será el gran día del Señor, ni aun los ángeles que están en el cielo. Pero de lo que si podemos estar seguros es que Jesús viene pronto porque la señales que nos dejó de su pronto regreso se están cumpliendo. En realidad si supiésemos la fecha del regreso del Señor no necesitaríamos señales. Pero el hecho de de que solamente hemos recibido señales nos lleva a una preparación constante. Es necesario vivir como si el Señor viniese hoy. La sierva del Señor nos habla acerca de los peligros de fijar fechas.
Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser herederos de la salvación no conocen ni el día ni la hora.

Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes con respecto al próximo advenimiento de Cristo. El mundo considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres que se dejaron seducir de este modo, muchos se apartan de la verdad presentada por la Palabra de Dios según la cual el fin de todas las cosas está cercano.

Los que tan presuntuosamente predican una fecha definida satisfacen, al hacerlo, al adversario de las almas, porque promueven la incredulidad más bien que el cristianismo. Mediante textos de las Escrituras erróneamente interpretados, presentan una cadena de argumentos que aparentemente sostienen su teoría. Pero sus fracasos demuestran que son falsos profetas, que no interpretan correctamente el lenguaje de la Inspiración. La Palabra de Dios es verdad y certidumbre, pero los hombres han pervertido su significado. Esos errores han desprestigiado la verdad de Dios para estos últimos días.

Los que creen que deben predicar una fecha definida a fin de hacer impresión sobre la gente, no actúan de acuerdo con el debido punto de vista. Los sentimientos de los oyentes se pueden conmover y despertarse sus temores; pero no obran basados en buenos principios. Se crea excitación, y cuando pasa la fecha, como ha sucedido repetidas veces, los que se conmovieron por la proximidad de la misma, recaen en la frialdad, las tinieblas y el pecado, y es casi imposible despertar su conciencia sin recurrir a alguna gran excitación.*3
¡El no saber la fecha exacta no nos debe detener de predicar que Cristo ya viene!
Las señales predichas en la profecía se están cumpliendo rápidamente en derredor nuestro. Esto debe inducir a todo aquel que sigue verdaderamente a Cristo a actuar con celo.

En el tiempo de Noé, los habitantes del mundo se burlaban de lo que llamaban los temores y presentimientos supersticiosos del predicador de la justicia. Se lo denunciaba como un 508 visionario, fanático y alarmista. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre." (Mat. 24: 37.) Los hombres rechazarán en nuestra época el solemne mensaje de amonestación como lo rechazaron en el tiempo de Noé.

Estas palabras de Cristo deben grabarse en el corazón de todos los que creen la verdad presente: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día." (Luc. 21: 34.) Cristo mismo nos presenta el peligro que nos acecha. El conocía los riesgos que encontraríamos en estos postreros días y quería que nos preparásemos. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre." (Mat. 24:37.) Estaban comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos.

El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo, en banquetes y glotonerías, y en la complacencia del apetito pervertido, en el consumo contaminador de bebidas y de narcótico tabaco. Tal es ya la condición de nuestro mundo, y estas prácticas se encuentran hasta en los que profesan pertenecer al pueblo de Dios, algunos de los cuales siguen las costumbres del mundo y participan de sus pecados. Abogados, mecánicos, agricultores, negociantes y aun ministros claman desde el púlpito: "Paz y seguridad" (1 Tes. 5: 3), cuando la destrucción está por sobrevenirles.*3
Es nuestro deber amonestar al mundo que Cristo está a las puertas. Las señales se están cumpliendo y la puerta de gracia se está cerrando. Interesantemente las 10 vírgenes se durmieron pero 5 de ellas habían hecho provisiones por si el esposo se tardaba. Aparentemente el Señor ha retrasado su promesa pero no podemos detenernos por un solo momento de predicar con convicción y fuerza que:


¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!

1* Mateo 24:36
2* Marcos 13:33-37
3* Joyas De Los Testimonios, Tomo 1, “Influencia De La Fijación de Fechas”, Elena G. de White

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