jueves, febrero 11, 2010

La Última Noche – Parte 6 (Jerusalén)


Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda) entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mateo 24:15-18
Aunque el Señor había predicho la destrucción de Jerusalén ante de muchas personas, una vez mas lo dijo a sus discípulos. Jerusalén, al igual que Sodoma y Gomorra, había traspasado la gracia de Dios y sus pecados habían llegado hasta el cielo. La última oportunidad se había dado y la sentencia ahora era cierta.
Los discípulos se habían llenado de asombro y hasta de temor al oír las predicciones de Cristo respecto de la destrucción del templo, y deseaban entender de un modo más completo el significado de sus palabras. Durante más de cuarenta años se habían prodigado riquezas, trabajo y arte arquitectónico para enaltecer los esplendores y la grandeza de aquel templo…los discípulos llamaron la atención del Maestro, diciéndole: "Mira qué piedras, y qué edificios." Marcos 13:1. *1
Pero Jesús contestó con estas solemnes y sorprendentes palabras: "De cierto os digo, que no será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea destruida." Mateo 24:2.*1

Para los discípulos, les era difícil entender la condenación que Jesús había pronunciado sobre Jerusalén. Aun pensaban que Jesús había venido a establecer Su reino y que la destrucción de Jerusalén seria parte de Su plan para hacerlo.
Los discípulos creyeron que la destrucción de Jerusalén coincidiría con los sucesos de la venida personal de Cristo revestido de gloria temporal para ocupar el trono de un imperio universal, para castigar a los judíos impenitentes y libertar a la nación del yugo romano. Cristo les había anunciado que volvería, y por eso al oírle predecir los juicios que amenazaban a Jerusalén, se figuraron que ambas cosas sucederían al mismo tiempo y, al reunirse en derredor del Señor en el monte de los Olivos, le preguntaron: "¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?" Mateo 24:3. *1
Pero el Señor fue misericordioso con ellos al revelarles lo que acontecerían en una forma especial.
Cristo había hecho todo lo posible para mantener informados a sus discípulos en lo que respecta a la verdad. Él les había dado todas las oportunidades para conocieran la verdad. Les había invitado a poner su confianza en Él como el Mesías, y en su misión y trabajo, pero todavía no tenían una comprensión adecuada de la naturaleza de su reino. Ellos estaban estremecidos con angustia al escuchar su llanto sobre Jerusalén, pero no se dieron cuenta del verdadero significado de sus palabras. *2
Lo porvenir les era misericordiosamente velado a los discípulos. De haber visto con toda claridad esos dos terribles acontecimientos futuros: los sufrimientos del Redentor y su muerte, y la destrucción del templo y de la ciudad, los discípulos hubieran sido abrumados por el miedo y el dolor. Cristo les dió un bosquejo de los sucesos culminantes que habrían de desarrollarse antes de la consumación de los tiempos. Sus palabras no fueron entendidas plenamente entonces, pero su significado iba a aclararse a medida que su pueblo necesitase la instrucción contenida en esas palabras. La profecía del Señor entrañaba un doble significado: al par que anunciaba la ruina de Jerusalén presagiaba también los horrores del gran día final. *1
Vemos la importancia ahora de conocer lo que sucedió con Jerusalén puesto que las señales que Jesús revelo también tienen una aplicación para nuestros días. Viviendo tan cerca del fin, estando Jesús a las puertas, ahora debemos levantar nuestros rostros al cielo esperando Su venida.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. Lucas 21:28
Jesús declaró a los discípulos los castigos que iban a caer sobre el apóstata Israel y especialmente los que debería sufrir por haber rechazado y crucificado al Mesías. Iban a producirse señales inequívocas, precursoras del espantoso desenlace. La hora aciaga llegaría presta y repentinamente. Y el Salvador advirtió a sus discípulos: "Por tanto, cuando viéreis la abominación del asolamiento, que fue dicha por Daniel profeta, que estará en el lugar santo (el que lee, entienda), entonces los que están en Judea, huyan a los montes." Mateo 24:15, 16; Lucas 21:20. Tan pronto como los estandartes del ejército romano idólatra fuesen clavados en el suelo sagrado, que se extendía varios estadios más allá de los muros, los creyentes en Cristo debían huir a un lugar seguro. Al ver la señal preventiva, todos los que quisieran escapar debían hacerlo sin tardar. Tanto en tierra de Judea como en la propia ciudad de Jerusalén el aviso de la fuga debía ser aprovechado en el acto. Todo el que se hallase en aquel instante en el tejado de su casa no debía entrar en ella ni para tomar consigo los más valiosos tesoros; los que trabajaran en el campo y en los viñedos no debían perder tiempo en volver por las túnicas que se hubiesen quitado para sobrellevar mejor el calor y la faena del día. Todos debían marcharse sin tardar si no querían verse envueltos en la ruina general. *1
Encontramos las similitudes con la advertencia pronunciada por los ángeles a Lot y a su familia. Cuando los juicios de Dios cayesen sobre las ciudades, debían escapar por sus vidas y no mirar atrás. Solo había una oportunidad, era necesario que estuviesen preparados para el momento.
…porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? Apocalipsis 6:17
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley. Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Al contemplarlos, el corazón desfallece y la mente se abruma de estupor; horrendas han sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del Cielo; pero una escena aun más sombría nos anuncian las revelaciones de lo porvenir. La historia de lo pasado, la interminable serie de alborotos, conflictos y contiendas, "toda la armadura del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre" Isaías 9:5, ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vió, los resultados del gobierno de Satanás. *1
¡Oh, muchos de nosotros hemos descuidado las advertencias hechas por el Señor Jesús! ¡El gran día de Jehová está cerca! Las destrucciones pasadas no han sido mas que una sombra de lo que será el gran día de Su ira. No podemos continuar viviendo nuestras vidas, ignorando lo que está aconteciendo a nuestro alrededor.
Estamos viviendo en los últimos días, y la generación que será testigo de la destrucción final no se ha quedado sin previo aviso de los apremiantes juicios de Dios. *3
A nosotros también se nos ha dado una señal por medio de la cual sabremos cuando los pecados de este mundo han llegado hasta el cielo y es hora de escapar por nuestras vidas y no mirar atrás.
Dice el apóstol, “vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible…Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.” *3
Pero si nosotros nos aferramos a Cristo, si nos preparamos ahora, así como los discípulos de Cristo, no tendremos nada a que temer.

Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado, porque serán salvos todos aquellos cuyo nombre esté "inscrito para la vida." Isaías 4:3. Nuestro Señor Jesucristo anunció que vendrá la segunda vez para llevarse a los suyos: "Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro." Mateo 24:30, 31. Entonces los que no obedezcan al Evangelio serán muertos con el aliento de su boca y destruídos con el resplandor de su venida. 2 Tesalonicenses 2:8. Así como le sucedió antiguamente a Israel, los malvados se destruirán a sí mismos, y perecerán víctimas de su iniquidad. Debido a su vida pecaminosa los hombres se han apartado tanto del Señor y tanto ha degenerado su naturaleza con el mal, que la manifestación de la gloria del Señor es para ellos un fuego consumidor. *1

A través de la advertencia que Dios envió al mundo, se da la oportunidad a todos para escapar de la ruina general de la cual se ve amenazada la Babilonia caída. La tierra entera será iluminada con la gloria de este mensaje, y los corazones y las mentes serán preparados por su recepción, para la venida del Rey de reyes. *3
La invitación es hecha a todos. Todos tenemos la oportunidad a la salvación. Pero lamentablemente son pocos los que la aceptarán.
El mundo no está hoy más dispuesto a creer el mensaje dado para este tiempo de lo que estaba en los días de los judíos para recibir el aviso del Salvador respecto a la ruina de Jerusalén. Venga cuando venga, el día de Dios caerá repentinamente sobre los impíos desprevenidos. El día menos pensado, en medio del curso rutinario de la vida, absortos los hombres en los placeres de la vida, en los negocios, en la caza al dinero, cuando los guías religiosos ensalcen el progreso y la ilustración del mundo, y los moradores de la tierra se dejen arrullar por una falsa seguridad, - entonces, como ladrón que a media noche penetra en una morada sin custodia, así caerá la inesperada destrucción sobre los desprevenidos "y no escaparán." *1
Sólo unos pocos recibirán el testimonio de la verdad, porque toda la influencia que Satanás pueda ejercer contra la recepción de la verdad de Dios será empleada. En estos últimos días la agencia del mal se ocultará bajo el manto de piedad, de modo que, engañará aun si fuera posible a los escogidos. La palabra de Dios declara que Satanás obrará "con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden”. Su poder milagroso se mostrará hasta lo máximo. Pero ninguno de los que desean conocer la verdad necesita ser engañado. Dios ha prometido dar a su pueblo, el Espíritu de verdad, para guiarlos en toda verdad.*3
Es ahora cuando nos podemos acercar a Jesús de corazón y afirmar nuestra fe sobre la Palabra de Dios. Viviendo en medio de la misericordia de Dios hemos perdido de vista la realidad de que el fin de todo está sobre nosotros.
Deben guardarse los hombres de no menospreciar el aviso de Cristo respecto a su segunda venida; porque como anunció a los discípulos la destrucción de Jerusalén y les dió una señal para cuando se acercara la ruina, así también previno al mundo del día de la destrucción final y nos dió señales de la proximidad de ésta para que todos los que quieran puedan huir de la ira que vendrá. Dijo Jesús: "Y habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y sobre la tierra angustia de naciones." Lucas 21:25; Mateo 24:29; Apocalipsis 6:12-17. "Cuando viéreis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas." Mateo 24:33. "Velad pues" Marcos 13:35, es la amonestación del Señor. Los que le presten atención no serán dejados en tinieblas ni sorprendidos por aquel día. Pero los que no quieran velar serán sorprendidos, porque "el día del Señor vendrá así como ladrón de noche." 1.Tesalonicenses 5: 1-5. *1
Viviendo la última noche de este mundo, ¿en qué grupo te encontrarás tu?


¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!


1* El Conflicto De Los Siglos, “1. La Destrucción De Jerusalén”, Elena G. de White
2* The Review And Herald, “Words of Warning.--No. 3”, December 27, 1898, Elena G. de White
3* The Review And Herald, “God Warns Men of His Coming Judgments”, November 5, 1889, Elena G. de White

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