Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. Génesis 19:15-17
A pesar de todo, Lot continuaba vacilando. Le dolió mucho el tener que dejar la cuidad. Pero al rayar el alba los ángeles mismos los sacaron de las manos para que no sufrieran el castigo eterno.
Una instrucción muy clara les fue dada a Lot y a su familia. “Escapa por tu vida; no mires tras ti; ni pares en toda esta llanura; escapa al monte; no sea que perezcas”. Pero Lot y su familia fueron faltos de fe.
Allí los dejaron los ángeles y se volvieron a Sodoma para cumplir su obra de destrucción. Otro, Aquel a quien había implorado Abrahán, se acercó a Lot. En todas las ciudades de la llanura, no se habían encontrado ni siquiera diez justos; pero en respuesta al ruego del patriarca, el hombre que temía a Dios fue preservado de la destrucción. Con vehemencia aterradora se le dio el mandamiento: "Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas." Cualquier tardanza o vacilación sería ahora fatal. El retrasarse por echar una sola mirada a la ciudad condenada, el detenerse un solo momento, sintiendo dejar un hogar tan hermoso, les habría costado la vida. La tempestad del juicio divino sólo esperaba que estos pobres fugitivos escapasen. *1
¡Ellos estaban escapando por sus vidas! Lo único que debían hacer era salir sin mirar atrás. ¿Por qué fue esto tan difícil?
Pero Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos. He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera. He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida. Génesis 19:18-20
Son los ángeles del cielo que han venido a darles la advertencia. Ellos los protegieron de la turba. Ellos los llevaron de la mano y los sacaron de la cuidad. Dios había retrasado su juicio solo por ellos, sin embargo Lot tuvo miedo de perder su vida. ¿Era lógico? ¿Acaso Dios solo los había sacado de la cuidad para que de todas formas pereciesen?
¿Pero, por qué no confió Lot en la misericordia de los ángeles que lo dirigieron a escapar a las montañas, ya que el les atribuía la salvación de su vida? La estadía de Lot en Sodoma no había tendido a aumentar su fe en Dios, ni tampoco sus relaciones con los que no conocieron a Dios habían tendido a convertirlos del error de sus caminos. Le había suplicado a los ángeles que le permitieran tomar refugio en la ciudad de Zoar, diciendo: "¿no es ella pequeña? y salvaré mi vida", como si el Dios que había dirigido su huida de Sodoma no entendía cómo mejor preservar la vida que había salvado. ¡Pero la misericordia y la condescendencia se manifiestan por el Dios del cielo! Su petición se oye, y su declaración concedida; sin embargo, cuánto mejor habría sido que escuchan la voz del ángel, e ir a las montañas, lo mas lejos posible de la ciudad impía. El ángel le ordena a apresurarse, porque la tormenta de fuego sería extensa y terrible.*2
Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí. Por eso fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar. El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar. Génesis 19:21-23
Esta apelación era a Jehová. El estaba con Lot pero Lot aun temía por su vida.
Pero Lot, confuso y aterrado, protestó que no podía hacer lo que se le exigía, por temor a que le ocurriera algún mal que le causara la muerte. Mientras vivía en aquella ciudad impía, en medio de la incredulidad, su fe había disminuido. El Príncipe del cielo estaba a su lado, y sin embargo rogaba por su vida como si el Dios que había manifestado tanto cuidado y amor hacia él no estuviera dispuesto a seguir protegiéndole. Debiera haber confiado plenamente en el mensajero divino, poniendo su voluntad y su vida en las manos del Señor, sin duda ni pregunta alguna. Pero como tantos otros, trató de hacer planes por sí mismo: "He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña: escaparé ahora allá, (¿no es ella pequeña?) y vivirá mi alma." La ciudad mencionada aquí era Bela, que más tarde se llamó Zoar. Estaba a pocas millas de Sodoma, era tan corrompida como ésta, Y también condenada a la destrucción. Pero Lot rogó que fuese conservada, insistiendo en que era poco lo que pedía; y lo que deseaba le fue otorgado. El Señor le aseguró: "He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado." ¡Cuánta es la misericordia de Dios hacia sus extraviadas criaturas! *1
¡Que misericordia la de Dios! ¡Como contiende Dios con nuestra incredulidad, con nuestra falte de fe! Quizá tu podrás preguntare porque Lot dudo tanto siendo guiado y protegido por Jehová mismo. Pero antes de contestar pregúntate, ¿que hubieses hecho tú?
Lot salió de allí un hombre pobre, dejando atrás todo lo que tenia incluyendo a sus hijas. ¿Cual hubiese sido tu reacción? ¿Te has puesto a pensar que pronto nosotros seremos llamados a hacer lo mismo? A dejar todo atrás incluyendo a nuestros familiares incrédulos. ¿Estas listo? ¿Te mantendrás fiel al Señor? ¿Hasta donde llegará tu fe?
En esta ocasión Dios perdona la cuidad de Zoar aunque también había sido condenada a ser destruida. Pero tal caso no se repetirá. Cuando se cierre el tiempo de gracia, ya no habrá mas oportunidad. Y los que no hayan sido sellados, “beberán del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”.
Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Génesis 19:24-25
"El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar." Los claros rayos matutinos parecían anunciar sólo prosperidad y paz a las ciudades de la llanura. Empezó el ajetreo de la vida diaria por las calles; los hombres iban por sus distintos caminos, a su negocio o a los placeres del día. Los yernos de Lot se burlaban de los temores y advertencias del caduco anciano. *1
De repente, como un trueno en un cielo despejado, se desató la tempestad. El Señor hizo llover fuego y azufre del cielo sobre las ciudades y la fértil llanura. Sus palacios y templos, las costosas moradas, los jardines y viñedos, la muchedumbre amante del placer, que la noche anterior había injuriado a los mensajeros del cielo, todo fue consumido. El humo de la conflagración ascendió al cielo como si fuera el humo de un gran horno. Y el hermoso valle de Sidim se convirtió en un desierto, un sitio que jamás había de ser reconstruido ni habitado, como testimonio para todas las generaciones de la seguridad con que el juicio de Dios castiga el pecado. *1
Finalmente, llegaron los juicios de Dios sobre estas ciudades en la cuales no se encontraban ni 10 justos. Pero sobrecogido por sus dudas, Lot y su familia aun permanecían muy cerca.
De la misma forma será la condición nuestra en el fin.
Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. 1 Tesalonicenses 5:2, 3
La historia no terminó allí. Mientras Lot y su familia llegaban a Zoar ocurrió una tragedia.
Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. Génesis 19:26
Otra vez se le dio la solemne orden de apresurarse, pues la tempestad de fuego tardaría muy poco en llegar. Pero una de las personas fugitivas se atrevió a mirar hacia atrás, hacia la ciudad condenada, y se convirtió en monumento del juicio de Dios. Si Lot mismo no hubiese vacilado en obedecer a la advertencia del ángel, y si hubiese huído con prontitud hacia las montañas, sin una palabra de súplica ni de protesta, su esposa también habría podido escapar. La influencia del ejemplo de él la habría salvado del pecado que selló su condenación. Pero la vacilación y la tardanza de él la indujeron a ella a considerar livianamente la amonestación divina. Mientras su cuerpo estaba en la llanura, su corazón se asía de Sodoma, y con Sodoma pereció. Se rebeló contra Dios porque sus juicios arrastraban a sus hijos y sus bienes a la ruina. Aunque fue muy favorecida al ser llamada a que saliera de la ciudad impía, creyó que se la trataban duramente, porque tenía que dejar para ser destruidas las riquezas que habían acumulado con el trabajo de muchos años. En vez de aceptar la salvación con gratitud, miró hacia atrás presuntuosamente deseando la vida de los que habían despreciado la advertencia divina. Su pecado mostró que no era digna de la vida, por cuya conservación sentía tan poca gratitud. *1
Ella miró hacia atrás a Sodoma, murmurando contra las obras de Dios, y se convirtió en una estatua de sal, que pudiera servir de advertencia a todos aquellos que no hacen caso a las misericordias especiales y las providencias del Cielo. Después de esta terrible retribución, Lot no se atrevía a quedarse por el camino…*3
Que gran lección aprendemos de la esposa de Lot. Nuestro corazón, nuestra menta debe estar dirigida hacia Dios y las cosas eternas. Es la única forma de alcanzar el cielo. ¿Acaso puede el Señor salvar a alguien y llevarlo a las mansiones celestiales si esa persona prefiere vivir en este mundo?
Debiéramos guardarnos de tratar tan ligeramente las benignas medidas que Dios toma para nuestra salvación. *1
¿Hemos removido las cosas de nuestros corazones que nos atan a este mundo? ¿Deseamos las moradas celestiales y eternas mas que las terrenales? El gran día del Senor viene, ¿estás listo?
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
1* Patriarcas Y Profetas, “14. La Destrucción De Sodoma”, Elena G. de White
2* Signs Of The Times, “The Doom Of Sodom A Warning For The Last Days”, October 16, 1893 Elena G. de White
3* Review And Herald, “Separation from the World”, November 14, 1882 Elena G, de White
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