viernes, diciembre 11, 2009

El Santuario – Plan de Salvación (Parte 4)

Antes de poder pasar del atrio al lugar santo se encontraba la fuente de bronce. Éxodo 38:8. Esta fuente era de suma importancia. ¡Si los sacerdotes no se lavaban las manos y los pies en esta fuente, antes de entrar al lugar santo, morirían! Éxodo 30:17-21.

Este proceso de santificación por medio del agua representa dos aspectos. Uno es general y el otro es personal. Primeramente enfatizo que el agua que contenía la fuente de bronce representa a Jesús. En la conversación que Jesús tuvo con la mujer samaritana él le explico:

…mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14

El Señor Jesús vuelve a repetir estas palabras,

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7:37, 38

Recordemos que para que no muriese el sacerdote antes de entrar al tabernáculo debía ser purificado con el Agua. Ahora tenemos el mismo mandato,

y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Hebreos 10:21, 22

¿Cómo expresemos nuestro deseo de ser purificado, nuestra aceptación del llamado de Jesús? Jesús mismo lo expresó,

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Marcos 16:15, 16

Notemos que el altar de sacrificio estaba antes de la fuente. Antes de ser bautizado para salvación se necesita creer. Creer en Jesús, creer que él puede perdonar nuestros pecados y creer que el nos ha salvado. Al ser purificados nacemos de nuevo.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 1 Corintios 5:17

Jesús no solo perdona nuestros pecados sino que los limpia, nos purifica en preparación para estar en comunión con él. Encontramos un rito similar cuando el Señor le lavó los pies a sus discípulos.

Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Juan 13:8-10

Notemos que Jesús dijo “el que esta lavado”. Como Adventistas del Séptimo Día, continuamos conmemorando la muerte de Cristo Jesús para el perdón de nuestros pecados y para nuestra salvación. La Santa Cena es precedida por el rito de humildad en cual nos lavamos los pies antes de tomar parte de ella.

En resumen, el primer paso es creer, luego somos bautizados con agua como símbolo de un nacimiento nuevo, somos creaturas nuevas. Avanzamos por fe al tabernáculo siendo reconciliados con Dios por medio de Jesús. Conmemoramos su muerte y la purificación de nuestras vidas a través del rito de humildad y la santa cena. De esta forma guardamos sus mandamientos por amor, porque somos salvos por gracia.

Finalmente, el agua, Jesús, purifica a su iglesia.

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Efesios 5:25-27

El Señor ha hecho todo. Ahora nosotros tenemos la oportunidad de presentarnos limpios, purificados, santos ante el Señor. Y en nuestro Señor encontramos nuestra gran esperanza.

Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Apocalipsis 7:16, 17


¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!


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