martes, diciembre 22, 2009

El Santuario- Plan de Salvación (Parte 11)

…y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio… Hebreos 9:4, 5

Recibió su nombre, arca del pacto/testimonio porque contenía el pacto que Dios hizo con su pueblo a través de su ley. Fueron colocadas las tablas con los diez mandamientos en el lugar santísimo dentro del arca.

Más allá del velo interior estaba el lugar santísimo que era el centro del servicio de expiación e intercesión, y constituía el eslabón que unía el cielo y la tierra. En este departamento estaba el arca, que era un cofre de madera de acacia, recubierto de oro por dentro y por fuera, y que tenía una cornisa de oro encima. Era el repositorio de las tablas de piedra, en las cuales Dios mismo había grabado los diez mandamientos. Por consiguiente, se lo llamaba arca del testamento de Dios, o arca de la alianza, puesto que los diez mandamientos eran la base de la alianza hecha entre Dios e Israel.*1

Es interesante que de todo lo que se encontraba en el santuario los diez mandamientos era lo único que Dios mismo había hecho. El escribió con su propio dedo la ley. Esto no solamente nos demuestra su importancia sino también la ley es perpetua.

Recordemos que por encima del propiciatorio se manifestaba Dios. Entre medio de los dos querubines se veía la gloria de Dios como símbolo de su trono de gloria. La ley es el fundamento del trono, del gobierno de Dios.

La cubierta del arca sagrada se llamaba "propiciatorio." Estaba hecha de una sola pieza de oro, y encima tenía dos querubines de oro, uno en cada extremo. Un ala de cada ángel se extendía hacia arriba, mientras la otra permanecía plegada sobre el cuerpo (véase Eze. 1: 11) en señal de reverencia y humildad. La posición de los querubines, con la cara vuelta el uno hacia el otro y mirando reverentemente hacia abajo sobre el arca, representaba la reverencia con la cual la hueste celestial mira la ley de Dios y su interés en el plan de redención.*1

La ley de Dios es el fundamento del plan de salvación. Si no fuese por la ley no hubiese condenación de pecado nos dice el apóstol Pablo. A causa de la ley se necesitaba el derramamiento de sangre.

Mediante este servicio anual le eran enseñadas al pueblo importantes verdades acerca de la expiación. En la ofrenda por el pecado que se ofrecía durante el año, se había aceptado un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no había hecho completa expiación por el pecado. Sólo había provisto un medio en virtud del cual el pecado se transfería al santuario. Al ofrecerse la sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba la culpa de su transgresión y expresaba su fe en Aquel que había de quitar los pecados del mundo; pero no quedaba completamente, exonerado de la condenación de la ley.*1

La ley no solamente es perfecta, Dios mismo la cumple, también es eterna. Nunca dejara de ser. El pueblo de Dios en el día de expiación quedaba libre del pecado pero no de su condenación. Aun después de la muerte y resurrección de Jesús nosotros cuando nos acercamos a Jesús y arrepentidos confesamos nuestros pecados a él, Jesús intercede por nosotros, el nos perdona.

Pero si ya no estuviésemos bajo la ley, tampoco estuviésemos bajo su condenación. Todos podemos ser perdonados, pero seguimos enfrentando las consecuencias del pecado. Las enfermedades, el dolor, el sufrimiento y lo peor de todo la muerte.

Por otro lado si ya no estuviésemos bajo la ley no hubiese necesidad de arrepentirnos, de confesar nuestros pecados a Jesús y buscar su perdón. ¿Acaso puede existir la condenación de la ley sin que la ley exista?

Satanás ha emprendido una guerra con la ley. Engañó a los ángeles en el cielo diciéndoles que la ley de Dios era imposible de cumplir y que Dios mismo era un dios injusto y tirano. De la misma forma nos engaña a nosotros. Nos dice que la ley es imposible de cumplir y que por lo tanto ya no estamos bajo su ley, fue clavada en la cruz.

En nuestra condición actual es imposible cumplir la ley santa y perfecta de Dios. Pero Cristo Jesús no dio la oportunidad de librarnos de la condenación de la ley. Nos mostro que no es imposible cumplir la ley de Dios y que fue diseñada para que viviésemos en armonía con Dios.

Desde el principio de la gran controversia, se propuso Satanás desfigurar el carácter de Dios, y despertar rebelión contra su ley; y esta obra parece coronada de éxito. Las multitudes prestan atención a los engaños de Satanás y se vuelven contra Dios. Pero en medio de la obra del mal, los propósitos de Dios progresan con firmeza hacia su realización. El manifiesta su justicia y benevolencia hacia todos los seres inteligentes creados por él. A causa de las tentaciones de Satanás, todos los miembros de la raza humana se han convertido en transgresores de la ley divina; pero en virtud del sacrificio de su Hijo se abre un camino por el cual pueden regresar a Dios. Por medio de la gracia de Cristo pueden llegar a ser capaces de obedecer la ley del Padre. Así en todos los tiempos, de entre la apostasía y la rebelión Dios saca a un pueblo que le es fiel un pueblo "en cuyo corazón está" su "ley." (Isa. 51: 7)*2

La guerra mas grande es en contra del cuarto mandamiento. Es interesante que en el libro de Éxodo, mientras se construye el santuario el sábado es recalcado vez tras vez. El pueblo de Israel tenía conocimiento de la ley de Dios. Pues el sábado fue instituido desde el Edén mismo.

El sábado, como recordatorio del poder creador de Dios, le señala a él como Hacedor de los cielos y de la tierra. Por lo tanto, es un testimonio perpetuo de su existencia, y un recuerdo de su grandeza, su sabiduría y su amor. Si el sábado se hubiera santificado siempre, jamás habría podido haber ateos ni idólatras.

La institución del sábado, que tiene su origen en el Edén, es tan antigua como el mundo mismo. Ese día fue observado por todos los patriarcas, desde la creación en adelante. Durante su servidumbre en Egipto, los israelitas fueron obligados por sus amos a violar el sábado, y perdieron en gran parte el conocimiento de su santidad. Cuando se proclamó la ley en el Sinaí, las primeras palabras del cuarto mandamiento fueron: "Acuérdate de santificar el día de sábado," lo cual demuestra que el sábado no se instituyó entonces; se señala su origen haciéndolo remontar a la creación. Para borrar a Dios de la mente de los hombres, Satanás se propuso derribar este gran monumento recordativo. Si pudiera inducir a los hombres a olvidar a su Creador, ya no harían esfuerzos para resistir al poder del mal, y Satanás estaría seguro de su presa.*2

El cuarto mandamiento reclama su importancia porque el sábado presenta el titulo de Dios. Dios es nuestro creador y nadie mas puede reclamar ese título. Vemos esta guerra tan marcada contra la ley de Dios a través de las teorías que tratan de explicar la existencia de todo.

Pero que nunca se nos olvide que Dios es fuego consumidor. El pecado solo tendrá una consecuencia final, la muerte.

Aun con el perdón de Dios no podremos ver su gloria. Pero cuando Jesús venga por segunda vez seremos revestidos de inmortalidad (1 Corintios 15). Ya no estaremos bajo la condenación de la ley, no porque la ley dejara de existir sino porque Jesús la cumplió y por medio de él podemos vivir en armonía con nuestro Dios cuyo gobierno está fundamentado en esta ley perfecta. La ley es el reflejo del carácter mismo de Dios, de su amor.

Cuando se manifestó la presencia divina en el Sinaí, la gloria del Señor era ante la vista de todo Israel como un fuego devorador. Pero cuando venga Cristo en gloria con sus santos ángeles, toda la tierra resplandecerá con el tremendo fulgor de su presencia. "Vendrá nuestro Dios, y no callará: fuego consumirá delante de él, y en derredor suyo habrá tempestad grande. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo." (Sal. 50: 3, 4) De él procederá una corriente de fuego que fundirá los elementos con su ardiente calor; y la tierra y las obras que hay en ella serán consumidas. 353 "Se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio." (2 Tes. 1: 7, 8)

Pero en medio de la tempestad de los castigos divinos, los hijos de Dios no tendrán ningún motivo para temer. "Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel." El día que traerá terror y destrucción para los transgresores de la ley de Dios, para los obedientes significará "gozo inefable y glorificado." "Juntadme mis santos -dirá el Señor;- los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y denunciarán los cielos su justicia; porque Dios es el juez." (Joel 3: 16; 1 Ped. 1: 8; Sal. 50: 5, 6.)

"Entonces os tomaréis, y echaréis de ver la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve." "Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley." "He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento . . . nunca más lo beberás." "Yo, yo soy vuestro consolador." "Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti." (Mal. 3: 18; Isa 51: 7, 22, 12; 54: 10.)*2

Que grandioso será aquel día cuando el pecador arrepentido podrá vivir en armonía con Dios. Hemos recibo la oportunidad a la salvación por medio de Jesús. Ahora podremos estar ante la presencia de Dios, ante su trono de gloria porque viviremos para siempre en armonía con su ley, conoceremos su carácter de amor tal cual es.

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!



1* El Conflicto De Los Siglos, “El Tabernáculo Y Sus Servicios” Elena G. de White
2* Patriarcas y Profetas, “La Enemistad de Satanás Hacia la Ley” Elena G. de White

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