jueves, diciembre 17, 2009

El Santuario - Plan de Salvación (Parte 8)

También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. Éxodo 26:31-33
El edificio se dividía en dos secciones mediante una bella y rica cortina, o velo, suspendida de columnas doradas; y una cortina semejante a la anterior cerraba la entrada de la primera sección. Tanto estos velos como la cubierta interior que formaba el techo, eran de los más magníficos colores, azul, púrpura y escarlata, bellamente combinados, y tenían, recamados con hilos de oro y plata, querubines que representaban la hueste de los ángeles asociados con la obra del santuario celestial, y que son espíritus ministradores del pueblo de Dios en la tierra.*1
La misma descripción del velo explica el papel que toma Jesús. Mas adelante veremos como Dios se manifestaba en el lugar santísimo en medio del propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto. Todo lo que contenía el santuario tenía un propósito específico. Aun la representación de los ángeles ministradores en este mundo. También recordemos la razón que Dios le dio a Moisés para construir el santuario.
Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Éxodo 25:8
Dios siempre ha querido habitar en medio de su pueblo. El quiere habitar en medio nuestro ahora, pero por causa del pecado no podemos ver su gloria tal cual es.

Antes de la construcción del Santuario Moisés se comunico con Dios en el monte Sinaí.
Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. Éxodo 24:15-17
Antes que la gloria de Dios se manifestaste sobre el monte una nube lo cubrió. Luego lo gloria de Dios se manifestó sobre el monte. Interesantemente, después de siete días (aplicare este verso en la doctrina del milenio) Dios llamo a Moisés, pero solo el pudo subir.

¡Ahora la gloria de Dios es comparada con un fuego abrasador! Pero aun Moisés era protegido de la Gloria de Dios. El pidió ver el rostro de Dios pero se le negó en parte su pedido.
El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro. Éxodo 33:18-23
Detrás de una peña Moisés solo pude ver las espaldas de Dios. El hombre no puede ver la gloria de Dios y vivir.

El estudio anterior fue sobre el altar de incienso, el siguiente será sobre el lugar santísimo. La sierva del Señor describe un poco acerca de la gloria de Dios manifestada en el lugar santísimo y el poder de la oración.
Al presentar la ofrenda del incienso, el sacerdote se acercaba más directamente a la presencia de Dios que en ningún otro acto de los servicios diarios. Como el velo interior del santuario no llegaba hasta el techo del edificio, la gloria de Dios, que se manifestaba sobre el propiciatorio, era parcialmente visible desde el lugar santo. Cuando el sacerdote ofrecía incienso ante el Señor, miraba hacia el arca; y mientras ascendía la nube de incienso, la gloria divina descendía sobre el propiciatorio y henchía el lugar santísimo, y a menudo llenaba tanto las dos divisiones del santuario que el sacerdote se veía obligado a retirarse hasta la puerta del tabernáculo. Así como en ese servicio simbólico el sacerdote miraba por medio de la fe el propiciatorio que no podía ver, así ahora el pueblo de Dios ha de dirigir sus oraciones a Cristo, su gran Sumo Sacerdote, quien invisible para el ojo humano, está intercediendo en su favor en el santuario celestial.*1
La gloria de Dios es incomparable. ¡Nunca se nos olvide que Dios es fuego consumidor!
Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. Deuteronomio 4:24

Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. Hebreos 12:28, 29
Es decir la única protección que nosotros tenemos de Dios quien es fuego consumidor es Cristo Jesús. Que nunca se nos olvide eso porque el Señor viene pronto y cuando el venga solo los escogidos se podrán mantener en pie, los impíos pedirán que las rocas y las peñas caigan sobre ellos y los cubran de la gloria de Dios. El tiempo es corto. ¡Busquemos a Dios ahora, mañana puede ser muy tarde!
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carnero y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, cerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:19-23

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!

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