sábado, diciembre 26, 2009

¿Cómo Será El cielo? (Parte 6)

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Génesis 1:1
Gracias al Señor que revelo a su sierva un poco más de lo que es el cielo. Por mucho tiempo el ser humano especuló que la tierra era el centro del universo. Por mucho tiempo el ser humano pensó que éramos los únicos seres vivientes en este universo.

Mientras la tecnología a avanzado hemos podido descubrir la obra creadora y el poder infinito de Dios. Hasta donde el Señor ha permitido que los instrumentos humanos lleguen se han descubierto miles de galaxias compuestas por incontables estrellas. Solamente nuestra galaxia es tan grande que jamás podremos salir de ella con instrumentos humanos. Ni aun viajando a la velocidad de la luz pudiésemos salir de nuestra galaxia en los cortos años que vive el ser humano.

Nosotros somos limitados por el concepto del tiempo. Es mas aun nuestro enemigo mayor, la muerte, es producto del pecado que afecto el concepto del tiempo. Por lo cual es imposible que nosotros entendamos el concepto de la eternidad.

El Señor es eterno y en su poder ha creado infinidad de mundos. Todo el universo está observando la historia de la tierra con gran expectación.

El Hijo de Dios, el glorioso Soberano del cielo, se conmovió de compasión por la raza caída. Una infinita misericordia conmovió su corazón al evocar las desgracias de un mundo perdido. Pero el amor divino había concebido un plan mediante el cual el hombre podría ser redimido. La quebrantada ley de Dios exigía la vida del pecador. En todo el universo sólo existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre. Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, sólo uno igual a Dios podría expiar su transgresión. Ninguno sino Cristo podía salvar al hombre de la maldición de la ley, y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo. Cristo cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era algo tan abominable a los ojos de Dios que iba a separar al Padre y su Hijo. Cristo descendería a la profundidad de la desgracia para rescatar la raza caída.

Cristo intercedió ante el Padre en favor del pecador, mientras la hueste celestial esperaba los resultados con tan intenso interés que la palabra no puede expresarlo. Mucho tiempo duró aquella misteriosa conversación, el "consejo de paz" (Zac. 6: 13.) en favor del hombre caído. El plan de la salvación había sido concebido antes de la creación del mundo; pues Cristo es "el Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo." (Apoc. 13: 8.) Sin embargo, fue una lucha, aun para el mismo Rey del universo, entregar a su Hijo a la muerte por la raza culpable. Pero, "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3: 16.) ¡Oh, el misterio de la redención! ¡El amor de Dios hacia un mundo que no le amaba! ¿Quién puede comprender la profundidad de ese amor "que excede a todo conocimiento"? Al través de los siglos sin fin, las mentes inmortales, tratando de entender el misterio de ese incomprensible amor, se maravillarán y adorarán a Dios.*1
Pero pronto muy pronto entraremos en las mansiones celestiales para estudiar este concepto por la eternidad. Ya no expuestos las limitaciones del tiempo y revestidos de inmortalidad finalmente podremos experimentar el gozo y la felicidad que tanto deseamos en este mundo.

Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor. Allí no habrá enemigo cruel y engañador para tentar a que se olvide a Dios. Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que agucen las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo.

Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos- mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación -soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.

Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza. *2

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!


1* Patriarcas y Profetas, “El Plan de Redención” Elena G. de White
2* El Conflicto de Los Siglos “El Fin del Conflicto” Elena G. de White

1 comentario:

  1. Gloria a Dios por su infinito amor. Sin duda que El quiere darnos tanto. No merecemos nada de lo que Dios nos ofrece, pero es bello saber que El Amor de Dios es tan infinito y tan grande y nos dara todo esto y mucho mas de lo que nos hayamos podido imaginar en nuestras mentes finitas. Como anhelo ese dia glorioso. Dios quiera y pueda ser muy pronto!!

    ResponderEliminar