jueves, enero 28, 2010

La Última Noche - Parte 2 (Sodoma y Gomorra)

La última noche de Sodoma y Gomorra se estaba acercando. El fin estaba a punto de llegar. Pero el Señor en su misericordia decidió revelarle a Abraham su plan.

Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Génesis 18:16-18

Antes de la destrucción de Sodoma, dos ángeles visitaron a Abraham y fueron cortésmente entretenidos. A medida que pasaban de camino a Sodoma, Abraham los acompañó, y se le reveló al patriarca la misión para la cual habían llegado,--destruir a Sodoma. Se le dijo a Abraham que, debido a la grave maldad de los habitantes, la ciudad iba a ser destruida.*1

Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. Génesis 18:20, 21

El Señor fue misericordioso con estas dos ciudades. Les había dado muchas oportunidades. Estos dos ángeles irían a Sodoma para comprobar el punto al cual el pecado había llegado. En el siguiente estudio veremos el otro objetivo que tenían estos dos ángeles.

Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar. Génesis 18:22-33

Abraham sabía que Lot estaba en este lugar, y aunque les habían enseñado de Dios, no podía creer que los habitantes de Sodoma fueran tan corruptos. Comenzó a suplicar que los justos no podían perecer con los impíos, que si un cierto número de devotos estaban allí, la ciudad podría ser perdonada. Abogando por la ciudad, se redujo el número de justos que probablemente se encontrarían en la ciudad, hasta llegar al número diez. Sin embargo, aunque Dios hubiese perdonado la ciudad si diez personas justas se encontrasen allí, ese número no se pudo completar para salvar la ciudad. *1

Que terrible la condición de estas ciudades. Si 10 justos se hubiesen encontrado allí, solo 10, la cuidad no hubiese sido destruida. Abraham hizo todo lo posible para interceder por estas ciudades.

Con profunda reverencia y humildad rogó. Siendo él mismo pecador, intercedió en favor de los pecadores. Semejante espíritu deben tener todos los que se acercan a Dios. Abrahán manifestó la confianza de un niño que suplica a un padre a quien ama. Se aproximó al mensajero celestial, y fervientemente le hizo su petición. A pesar de que Lot habitaba en Sodoma, no participaba de la impiedad de sus habitantes. Abrahán pensó que en aquella populosa ciudad debía haber otros adoradores del verdadero Dios. . . Abrahán no imploró sólo una vez, sino muchas. Atreviéndose a más a medida que se le concedía lo pedido, persistió hasta que obtuvo la seguridad de que aunque hubiese allí sólo diez personas justas, la ciudad sería perdonada.*2

Semejante espíritu es el que debemos tener nosotros por las almas que están a punto de perecer sin la esperanza que nosotros tenemos.

El amor hacia las almas a punto de perecer inspiraba la oración de Abrahán. Aunque detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos. Debemos sentir odio hacia el pecado, y compasión y amor hacia el pecador. Por todas partes, en derredor nuestro, hay almas que van hacia una ruina tan desesperada y terrible como la que sobrecogió a Sodoma. *2

Meditemos en estas palabras solemnes y de suma importancia:

Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. ¿Y dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Donde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y perseverante fe ruegan a Dios por ellos? *2

El fin se acerca. Como las ciudades de la llanura la última noche de este mundo se aproxima. Posiblemente para muchos ya llego o pronto llegara. Lamentablemente, muchos ignoran la condenación que nuestro mundo ya ha recibido. ¡Por eso debemos hacer todo lo posible para compartir este mensaje de amonestación pero de gran esperanza y de salvación eterna!


¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!



1* Signs Of The Times [Señales De Los Tiempos], "Sodom's Last Warning, [La Ultima Advertencia de Sodoma]" Octubre 9, 1893, Elena G. de White
2* Conflicto y Valor, “45. Cuenta Regresiva Para Sodoma”, Elena G. de White

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