El Señor Jesús se entregó como sacrificio por nosotros. Él nos conoce y sabe qué cosa necesitamos. La prueba dura solamente un tiempo. Anime su corazón con fe. No debemos considerar las pruebas como castigo. Cristo es el portador del pecado. Es nuestro Redentor, y quiere purificarnos de toda la escoria. Desea hacernos participantes de la naturaleza divina, desarrollando en nosotros los frutos pacíficos de la justicia. El mismo hecho de que tengamos que soportar pruebas muestra que el Señor Jesús ve en nosotros algo muy precioso que desea desarrollar. Si no viera en nosotros nada con lo cual glorificar su nombre, no gastaría tiempo refinándonos. No nos tomamos el trabajo de podar las zarzas. Cristo no arroja piedras sin valor en su horno. Lo que prueba es el mineral precioso. Hace que el proceso refinador reproduzca su propia imagen. Confíe, tenga esperanza, sea fuerte en el Señor y en el poder de su fortaleza. Él lo ama. Escuche sus palabras: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo” Apocalipsis 3:19. No ha pasado por alto a usted como indigno de una prueba.
¿Cuál es el resultado de este proceso refinador? Para que seáis hallados “en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. Oh, cuán preciosa es para el alma una sola palabra de estímulo de los labios del Redentor. Tal vez no lo comprendamos todo ahora, pero vendrá el día cuando quedaremos más que satisfechos.
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
A Fin De Conocerle, "271. Los Gloriosos Frutos De La Prueba", Elena G. de White
No hay comentarios:
Publicar un comentario