No es la voluntad de Dios que su pueblo esté abrumado por el peso de la congoja. Pero tampoco nos engaña. No nos dice: “No temáis; no hay peligros en vuestro camino.” El sabe que hay pruebas y peligros, y nos trata con franqueza. No se propone sacar a su pueblo de en medio de este mundo de pecado y maldad, pero le ofrece un refugio que nunca falla. Su oración por sus discípulos fué: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” “En el mundo—dice,—tendréis tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al mundo.
¡EL SEÑOR VIENE, PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
* El Camino A Cristo, “La Fuente De Regocijo Y Felicidad”, Elena G. de White
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