sábado, marzo 27, 2010

Jesús En El Principio (Semana Santa)

Estaremos recorriendo algunos de los eventos que transcurrieron durante la última semana de la pasión del Señor Jesús. Para poder entender realmente lo que el Señor hizo por nosotros debemos primeramente recordar quien es El.

El Sacrificio, la muerte en la cruz, el precio de la salvación solo entra en contexto cuando se entiende quien realmente fue nuestro amado Jesús. Mas aun, la relación que debe existir con el Señor va mas allá de las emociones y los sentimientos por lo que Jesús sufrió durante esta semana.


En El Principio
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan 1:1-3; 14.
Recordemos que Jesús es Dios hecho hombre. Lamentablemente, muchos niegan este hecho. Pero apóstol san Juan nos aclara que Jesús (el verbo) era con Dios y era Dios. Jesús creó los mundos y luego El se hizo carne y luego habito entre nosotros.

La gloria del Padre está en Jesús puesto que El y el Padre uno son. Aunque cubierto por el manto de humanidad, la gloria de Dios estaba en el. No podemos comprender completamente este concepto pero Jesús fue 100% humano y fue 100% divino.
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hebreos 1:1-3.
Jesús es el resplandor de su gloria, la imagen mima de su sustancia. Por lo cual El recibía en el cielo la misma adoración, la misma honra que el Padre. Sin tener principio ni fin El es Dios.


Aunque Era Dios
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:5-11.
Llegamos a entender un poco mejor cuán grande fue el sacrificio en favor de la humanidad. El se humillo siendo Dios, se despojo de todo, siendo adorado en el cielo y vino a morir una de las peores muertes para salvarnos a nosotros. No era obligación hacerlo, fue una decisión que El tomó por amor a nosotros.


El Pagó El Precio De Nuestros Pecados
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Isaías 53:3-6.
Nuestro destino a causa del pecado, fue cambiado por medio de Cristo Jesús. Mereciendo la muerte el nos trajo la vida, pues El es la vida.
Cristo fué tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fué condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya. *
¿Porqué Lo Hizo?
Dios dió a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana. Tal es la garantía de que Dios cumplirá su promesa…Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto cielo. Es “el Hijo del hombre” quien comparte el trono del universo. Es “el Hijo del hombre” cuyo nombre será llamado: “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” El YO SOY es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre ambos. El que es “santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores,” no se avergüenza de llamarnos hermanos. En Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito.*
El Señor vino a reconciliarnos con el Padre. El vino a reunificar a la familia terrenal con la celestial. Jesús vino a restaurar lo que experimentaban Adán y Eva en el Edén. ¡Qué privilegio! Somos llamados hijos de Dios, hermanos de Jesús y hechos parte de la familia real.


Recompensa Final
Con todo lo que el Señor Jesús hizo, podemos estar seguros que pronto regresará. Podemos estar seguros que todos los que hayamos creído en El, que todos los que le hayamos aceptado he ido en pos del seremos reunidos en el reino de los cielos. Cuando el Señor venga, tanto los justos muertos como los vivos recibirán la recompensa final, pues fiel y justo es aquel que lo ha prometido.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. Filipenses 3:20, 21.
Por su vida y su muerte, Cristo logró aun más que restaurar lo que el pecado había arruinado…en Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios como que si nunca hubiésemos pecado. Al tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad por un vínculo que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas, queda ligado con nosotros.*

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!



El Deseado De Todas Las Gentes, “1. Dios Con Nosotros”, Elena G. de White

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