miércoles, septiembre 22, 2010

Lo Hizo Por Ti (Parte 1)

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan 1:1-5, 14.
Nosotros solo entendemos parte del sacrificio que Cristo Jesús ha hecho para salvarnos. El amor infinito y el costo elevado es un tema de estudio para la eternidad. Pero si sabemos que por el gran amor que el Señor tiene por nosotros él se hizo hombre y habito entre nosotros para salvarnos.

Notemos algunas de las cosas que el Verbo logró realizar al encarnarse y habitar entre nosotros.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:3-5.
El Señor cargo el precio de nuestra rebelión, el pagó el rescate por nuestras almas. Juan el Bautista lo dijo mejor,
…He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Juan 1:29.

Al vivir en medio nuestro no solo nos salvó, no solo nos reconcilió con el Padre sino que nos dejó ejemplo de cómo hemos de vivir mientras esperemos su venida.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8.
Pero sobre todo por medio de este acto obtenemos a un mediador en el reino de los cielos quien intercede por nosotros mientras el corto tiempo de gracia aun este abierto.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:14-16.
Nosotros debemos compartir el mismo sentir de los discípulos al saber que tenemos a nuestro Señor Jesús allá en el cielo, un lugar real, donde, existe un Dios real intercediendo por nosotros.
¡Qué motivo de gozo para los discípulos el saber que tenían un Amigo tal en el cielo para suplicar por ellos! Mediante la ascensión visible de Cristo se cambiaron todos los conceptos y especulaciones de ellos acerca del cielo. El cielo había sido anteriormente para ellos una región de espacio ilimitado, habitada por espíritus etéreos. Pero ahora el cielo estaba relacionado con el pensamiento de Jesús, a quien habían amado y reverenciado por encima de todos los demás, con quien habían conversado y viajado, a quien habían tocado aun con su cuerpo resucitado, quien había infundido esperanza y consuelo en sus corazones, y quien, cuando las palabras estaban todavía en sus labios, había sido arrebatado delante de sus ojos mientras los tonos de su voz llegaban a ellos a medida que la carroza de nubes de ángeles lo recibía: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. *1
El cielo ya no podía parecerles más un espacio indefinido e incomprensible, lleno de espíritus intangibles. Ahora lo consideraban como su hogar futuro, donde el amante Redentor estaba preparándoles mansiones. La oración se revestía de un nuevo interés pues era comunión con su Salvador. *1
El cielo ahora es un lugar real para nosotros, ¡gracias al Señor Jesús tenemos una esperanza viva! Dios descorrió el misterioso velo y nos revelo lo que sucederá en Su venida. Nuestros seres amados que hayan pasado al descanso se unirán a nosotros e iremos iremos al cielo tal como Jesús lo hizo.
Cristo había ascendido al cielo en forma humana. Los discípulos habían contemplado la nube que le recibió. El mismo Jesús que había andado, hablado y orado con ellos; que había quebrado el pan con ellos; que había estado con ellos en sus barcos sobre el lago; y que ese mismo día había subido con ellos hasta la cumbre del monte de las Olivas, el mismo Jesús había ido a participar del trono de su Padre. Y los ángeles les habían asegurado que este mismo Jesús a quien habían visto subir al cielo, vendría otra vez como había ascendido. Vendrá “con las nubes, y todo ojo le verá” Apocalipsis 1:7. “El mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán” 1 Tesalonicenses 4:16. “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria” Mateo 25:31. Así se cumplirá la promesa que el Señor hizo a sus discípulos: “Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis” Juan 14:3. Bien podían los discípulos regocijarse en la esperanza del regreso de su Señor. *1
Los discípulos estaban todavía mirando fervientemente hacia el cielo cuando “he aquí, dos varones se pusieron junto a ellos en vestidos blancos; los cuales también les dijeron: Varones Galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” Hechos 1:10, 11. *1
Pronto el Verbo vendrá pero no vendrá como ese ser humilde que el mundo desprecio sino aquel que tanto hemos anhelo.

Cuando Cristo vino a esta tierra la primera vez, lo hizo humilde y oscuramente, y su vida fue de sufrimiento y pobreza... En ocasión de su segunda venida todo será diferente. Los hombres no lo verán como un prisionero rodeado por el populacho, sino como al Rey del cielo. Cristo vendrá en su propia gloria, en la gloria del Padre, y en la gloria de los santos ángeles. Millones de millones y millares de millares de ángeles, los hermosos y triunfantes hijos de Dios, que poseen una inconmensurable hermosura y gloria, lo escoltarán en su camino. En lugar de la corona de espinas, él llevará una corona de gloria—una corona dentro de una corona—. En lugar de ese antiguo manto de púrpura, estará vestido con un ropaje del blanco más puro, tanto que “ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos” Marcos 9:3. Y en su vestido y en su muslo habrá escrito un nombre: “Rey de reyes y Señor de señores” Apocalipsis 19:16. *1

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!


1* La Segunda Venida Y El Cielo, “ Al Fin Cara A Cara”, Elena G. De White

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