Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Apocalipsis 3:8.Los que logren vencer serán altamente exaltados ante Dios y ante sus ángeles. Cristo ha prometido que confesará sus nombres delante del Padre y delante de los santos ángeles del cielo. Nos ha dado numerosas promesas para animarnos a ser vencedores. El Testigo Fiel y Verdadero nos ha dado la seguridad de que ha puesto ante nosotros una puerta abierta que nadie puede cerrar. A los que están procurando ser fieles a Dios se les pueden negar muchos privilegios del mundo. Quizá su camino sea obstruido y su obra estorbada por los enemigos de la verdad, pero no hay poder capaz de cerrar la puerta de comunicación entre Dios y sus hijos fieles. Sólo puede hacerlo el cristiano por su indulgencia respecto del pecado, o por rechazar la luz del cielo. Puede apartar sus oídos para no escuchar el mensaje de verdad, y así cortar la conexión entre Dios y su mente.
Ustedes pueden tener oídos y no oír, ojos y no ver la luz ni recibir la iluminación que Dios les ha provisto. Pueden cerrar la puerta a la luz tan ciertamente como los fariseos rechazaron a Cristo cuando enseñaba entre ellos. No recibieron la luz y el conocimiento que él trajo porque no vino en la forma como ellos lo esperaban. Jesús es la luz del mundo, y si hubieran recibido la luz que tan generosamente les ofrecía, habrían sido salvos. Pero ellos rechazaron al Santo de Israel.
Cristo les dijo que “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”. Juan 3:19. Dijo: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida”. Juan 5:40. El camino estaba abierto; pero por sus propias acciones cerraron la puerta y cortaron su conexión con Cristo. Nosotros podemos hacer lo mismo si rechazamos la luz y la verdad.—The Review and Herald, 26 de marzo de 1889.
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
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