Solo contemplando a Jesús, el Cordero de Dios, y siguiendo en sus pasos, podéis prepararos para encontraros con Dios. Seguidlo, y un día andaréis por las calles áureas de la ciudad de Dios, y veréis al que se despojó de su ropaje real y de su corona regia, y, vestido con la humanidad, vino a nuestro mundo y llevó nuestros pecados, para elevarnos y revelarnos su gloria y majestad. Lo veremos cara a cara si ahora nos dejamos modelar por él y preparar para ocupar un lugar en el reino de Dios.
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
* A Fin De Conocerle, “Veremos Su Rostro”, Elena G. de White
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