Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27.El Señor los está examinando y probando. Él ha dado consejos, ha amonestado y rogado. Todas estas solemnes advertencias o mejorarán a la iglesia o la harán decididamente peor. Mientras hable el Señor para corregir y amonestar, y ustedes desprecien su voz, más inclinados estarán a rechazarla una y otra vez, hasta que Dios diga: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis... Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos”. Proverbios 1:24, 25, 28-31.
¿No están claudicando ante dos opiniones? ¿No son negligentes al no hacer caso a la luz que Dios les ha dado? Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. No conocen el tiempo de su visitación. El gran pecado de los judíos fue el menosprecio y rechazo de las oportunidades presentes. Al contemplar Jesús la condición en que están sus seguidores hoy, lo que ve es una vil ingratitud, un formalismo hueco, una insinceridad hipócrita, un orgullo farisaico y una apostasía.
Las lágrimas derramadas por Jesús en la cima del Monte de las Olivas fueron por la impenitencia e ingratitud de cada ser humano hasta el fin del tiempo. Ve que su amor es despreciado. Los atrios del templo del alma se han convertido en lugares de tráfico profano. Egoísmo, avaricia, malicia, envidia, orgullo y pasión, todo eso está atesorado en el corazón. Sus amonestaciones son rechazadas y ridiculizadas, sus embajadores tratados con indiferencia y sus palabras vistas como cuentos ociosos. Jesús ha hablado mediante sus misericordias, pero ellas han sido ignoradas; ha hablado por medio de solemnes advertencias, pero éstas han sido rechazadas.
Les ruego a quienes han profesado la fe por mucho tiempo y todavía le rinden un homenaje superficial a Cristo: no engañen a su alma. Lo que Jesús aprecia es el corazón entero. La lealtad del alma es lo único que vale ante la vista de Dios. ¡Cómo quisiera que hoy supiera lo que le puede traer paz! “A usted... también a usted”. En este momento Cristo está dirigiéndose a usted personalmente, inclinándose desde su trono, suspirando con ternura compasiva por los que no están conscientes de su peligro, quienes no tienen compasión de sí mismos.—Testimonies for the Church 5:72, 73.
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
* 2 de Julio - Ser Semejante a Jesús, "Invertir para glorificar a Dios, no al yo", Elena G. de White
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