Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. 2 Corintios 4:1, 2.Hermano mío, hay peligro para los que en nuestras filas cometen un error con respecto a recibir el Espíritu Santo. Muchos suponen que una emoción o un rapto de sentimientos son evidencias de la presencia del Espíritu Santo. Hay peligro de que los sentimientos correctos no sean comprendidos, y que las palabras de Cristo: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:20), pierdan su valor. Hay peligro de que las propias invenciones e imaginaciones supersticiosas ocupen el lugar de las Escrituras. Digan a nuestro pueblo: No estén ansiosos de introducir algo no revelado en la Palabra. Manténganse cerca de Cristo. Recuerden sus palabras: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” Mateo 28:20.
El está con nosotros mientras enseñamos las palabras que él habló, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Quien dio los mandamientos en el Nuevo Testamento es el mismo que impartió la instrucción contenida en el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento son sagrados; porque ambos contienen las palabras de Cristo. Desde la caída de Adán, toda comunicación del cielo a la tierra ha venido por medio de Cristo. El que cree la instrucción contenida en el Nuevo Testamento y en el Antiguo Testamento, haciendo las cosas que Cristo ordenó en ellos, tiene al Salvador siempre consigo.
Los apóstoles, los profetas y los santos hombres del pasado no perfeccionaron sus caracteres por medio de milagros, o por alguna demostración maravillosa y fuera de lo común, sino que usaron la capacidad que Dios les dio, confiando sólo en la justicia de Cristo. Todos los que usen esos medios obtendrán los mismos resultados.
Satanás desea que cada transgresor de la ley de Dios pretenda ser santo. Se siente satisfecho cuando los hombres basan su fe en doctrinas espurias y en un simple entusiasmo religioso; así puede usarlos para engañar a otras personas.—The General Conference Bulletin, 1 de julio de 1900.
¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!
* 14 de Noviembre - Recibiréis Poder, "No es una emoción ni un rapto", Elena G. de White
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