lunes, abril 18, 2011

Pensamiento Del Día

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Juan 17:17. 
Preocupado por los que creían en él, Jesús pidió al Padre que los guardara del mal y que los santificara por intermedio de la verdad. Para que no necesitaran hacer conjeturas ni tuvieran incertidumbre alguna acerca de ella, afirmó: “Tu palabra es verdad” Juan 17:17. La Palabra de Dios es, pues, el instrumento mediante el cual se realiza la santificación. Es de la mayor importancia que cada uno comprenda las sagradas instrucciones de la Biblia. Como ocurrió con los discípulos, si queremos informarnos acerca del plan de la salvación necesitamos comprender las palabras de vida.

Será inexcusable si por nuestra negligencia ignoramos lo que la Palabra de Dios nos demanda. Para que nos guíe a la verdad, él nos comunicó su Palabra, la revelación de su voluntad; y prometió el Espíritu Santo a los que se lo pidan. Cada creyente que honestamente desea hacer la voluntad de Dios conocerá y comprenderá su doctrina.

En el mundo abundan las falsas enseñanzas; y si nosotros no investigamos las Escrituras con detenimiento, aceptaremos el error como si fuera verdad, y adoptaremos las costumbres del mundo y los engaños de nuestro propio corazón. Las doctrinas y modos de ser del mundo están en oposición a la verdad divina. A los que decidan negar su servicio al mundo con el propósito de ofrecérselo a Dios, necesitarán ayuda divina. Deberán fijar su rostro como un pedernal en dirección a Sión. Sentirán la oposición de la sociedad, de la carne y del demonio, y tendrán que avanzar en sentido contrario a la dirección del espíritu mundano y sus influencias.

Desde el tiempo en que el Hijo de Dios tuvo que soportar los prejuicios arrogantes de los incrédulos, no se ha producido ningún cambio en las actitudes del mundo con respecto a la religión de Jesús. Los siervos de Cristo tendrán que afrontar el mismo espíritu de oposición y reproche, y marchar “fuera del campamento, llevando su vituperio” Hebreos 13:13.

La misión de Jesús fue demostrada por milagros convincentes. Su doctrina asombró a la gente. No utilizó la contradictoria jerga de los escribas, que estaba llena de misticismo, cargada de expresiones absurdas y extorsiones sin sentido. Al presentar su sistema de verdad, Cristo atendió las necesidades del corazón. Sus enseñanzas fueron sencillas, claras y comprensibles. Las verdades prácticas que divulgó estaban revestidas de un poder de convicción que cautivó la atención de la gente.—The Review and Herald, 7 de febrero de 1888.

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!

* 18 de Abril - Recibiréis Poder, "Santificados por la Palabra", Elena G. de White
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