Para aquellos cuyos días de viaje han terminado, sólo podemos esperar que el Señor considere sus vidas en proporción a la luz en ellos y el contenido de sus corazones, porque Su misericordia es abundante. Para nosotros que estamos aun aquí, nuestra responsabilidad es aun mayor y el estandarte mucho más alto, para vivir vidas dignas de ser escritas y tener nombres dignos de ser grabados en ese libro.
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