domingo, junio 17, 2012

Pensamiento Del Día

Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:20, 21. 
Muchos padres y muchas madres son pobres en medio de la abundancia. Reducen, en cierto grado, sus propias comodidades personales y con frecuencia se privan de aquellas cosas que son necesarias para el goce de la vida y la salud, mientras tienen abundantes recursos a su disposición. Por decirlo así, se sienten como impedidos de usar sus recursos para su propia comodidad o para propósitos de caridad. Tienen una meta ante ellos, la cual es ahorrar recursos para dejárselos a sus hijos.

Esta idea es tan prominente, está tan entretejida en todas sus acciones, que sus hijos aprenden a mirar hacia el futuro, al momento cuando esa propiedad sea suya. Dependen de ella, y esta perspectiva tiene una influencia importante pero no favorable sobre sus caracteres. Algunos llegan a ser derrochadores, otros llegan a ser egoístas y ambiciosos, y aún otros se vuelven indolentes y atolondrados. Muchos no cultivan hábitos de economía; no buscan llegar a tener confianza en sí mismos. Viven sin propósito y apenas tienen estabilidad de carácter. Las impresiones recibidas en la niñez y juventud se introducen poco a poco en la textura del carácter, y llegan a ser el principio de acción en la vida adulta...

Con la luz de la Palabra de Dios, tan simple y clara con referencia al dinero prestado a los mayordomos, y con las advertencias y los reproches que Dios ha dado a través de los Testimonios en relación con la disposición de los recursos; si, con toda esta luz ante ellos, los hijos directa o indirectamente influyen en sus padres para dividir su propiedad mientras viven, o si los padres la dejan mayormente como herencia a los hijos para que pase a sus manos después de su fallecimiento, toman sobre sí responsabilidades tremendas.

Los hijos de padres ancianos que profesan creer la verdad deberían, en el temor de Dios, recomendar y suplicar a sus padres que sean fieles a su profesión de fe, y sigan un proceder con respecto a sus recursos que Dios pueda aprobar. Los padres deberían acumular para sí mismos tesoros en el cielo, disponiendo ellos mismos de sus medios para el avance de la causa de Dios. No deberían despojarse a sí mismos del tesoro celestial, dejando un excedente de recursos a los que ya tienen suficiente; porque al hacerlo así no sólo se privan del precioso privilegio de hacerse un tesoro inagotable en los cielos, sino que roban a la tesorería de Dios.—Testimonies for the Church 3:119, 120.

¡EL SEÑOR VIENE PRONTO, AMEN, SI, VEN SEÑOR JESÚS!

* 17 de Junio - Ser Semejante a Jesús, "Edificar el carácter sobre Jesús, la roca", Elena G. de White
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