miércoles, octubre 31, 2012

Pensamiento Del Día,

Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20. 
Nuestro cuerpo pertenece a Dios. Él pagó el precio de la redención por el cuerpo como también por el alma... El Creador vigila la maquinaria humana, manteniéndola en movimiento. Si no fuera por su cuidado constante, cesarían nuestras pulsaciones, la acción del corazón se detendría y el cerebro no desempeñaría su labor por más tiempo.

El cerebro es el órgano e instrumento de la mente, y controla todo el cuerpo. Para que las otras partes del organismo estén saludables, el cerebro debe tener salud. Y para que el cerebro tenga salud, la sangre debe estar pura. Si por medio de hábitos correctos de comer y beber la sangre se mantiene pura, el cerebro se nutrirá en forma adecuada.

Es la falta de una acción armoniosa en el organismo humano lo que ocasiona la enfermedad. La imaginación puede controlar las otras partes del cuerpo para su propio mal. Todas las partes del organismo deben funcionar armoniosamente. Las diferentes partes del cuerpo, especialmente las alejadas del corazón, deben recibir una libre circulación de la sangre. Las extremidades realizan una actividad importante, y deben recibir una atención esmerada.

Dios es el gran Cuidador de la maquinaria humana. En el cuidado de nuestro cuerpo debemos cooperar con él. El amor por Dios es esencial para la vida y la salud... Para tener una salud perfecta, nuestro corazón debe rebosar de amor, esperanza y gozo...

Los que aplican toda su alma a la obra médico-misionera, que trabajan incansablemente en peligros, en privaciones, en vigilias, en cansancio y en dolores, corren el riesgo de olvidar que deben ser guardianes fieles de sus propias facultades mentales y físicas. No deben permitirse recargo de trabajo. Pero están llenos de celo y dedicación y algunas veces actúan imprudentemente, colocando sobre sus hombros una carga muy pesada. A menos que tales obreros hagan un cambio, el resultado será la enfermedad y el quebranto...

Tenemos un llamamiento tanto más elevado que los egoístas intereses comunes, cuanto los cielos son más altos que la tierra. Pero este pensamiento no debe inducir a los siervos de Dios, dispuestos y trabajadores, a llevar todas las cargas que puedan colocar sobre ellos mismos sin tomar períodos de reposo.—El ministerio médico, 387-389.

martes, octubre 30, 2012

Pensamiento Del Día

No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. Proverbios 3:7, 8. 
Una mente contenta y un espíritu alegre son salud para el cuerpo y fortaleza para el alma. No hay causa de enfermedad tan fructífera como la depresión, la lobreguez y el pesar. La depresión mental es terrible...

El aire, esa preciosa bendición del cielo que todos podemos disfrutar, nos beneficiará con su influencia bienhechora si tan sólo se lo permitimos. Debemos darle la bienvenida al aire, cultivar un cariño por él, y nos daremos cuenta de que es un bálsamo precioso para los nervios. El aire debe estar en constante circulación para mantenerse puro. La influencia del aire puro y fresco permite que la sangre circule saludablemente a través del sistema. Además refresca el cuerpo y promueve la buena salud. Su influencia abarca la mente y le imparte cierto grado de compostura y serenidad. El aire puro despierta el apetito, permite una digestión más completa de los alimentos, e induce un sueño más sereno y profundo.

Las consecuencias de vivir en habitaciones cerradas y mal ventiladas son éstas: el organismo se debilita y pierde la salud, la circulación de la sangre se hace más lenta en el cuerpo porque no está purificada ni vitalizada por el limpio y vigorizante aire del cielo...

¿Cree usted que el fin de todas las cosas se acerca, que las escenas de la historia de esta tierra se están cerrando rápidamente? Si es así, muestre su fe por sus obras...

“La fe sin obras está muerta”. Santiago 2:26. Pocos tienen esa fe genuina que obra por amor y purifica el alma. Pero todos los que sean contados dignos de la vida eterna deben obtener una idoneidad moral para esa vida. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. 1 Juan 3:2, 3. Esta es la obra que está ante usted, y usted no tendrá demasiado tiempo extra si se ocupa en la obra con toda su alma.—Testimonies for the Church 1:702-705.

lunes, octubre 29, 2012

Pensamiento Del Día

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 1 Corintios 6:19. 
La salud es un gran tesoro. Es la más rica posesión que los mortales tienen. Si se adquiere riqueza, honor o conocimiento a costa de la salud, se está pagando un precio muy alto. Ninguno de estos logros puede dar felicidad si se carece de salud. Abusar de la salud que Dios nos ha dado es un pecado terrible, porque cada vez que abusamos de ella nos incapacitamos para hacerle frente a la vida, aunque hayamos obtenido una educación esmerada... En muchos casos, la pobreza es una bendición, porque evita que jóvenes y niños sean arruinados por la inactividad. Las facultades físicas y mentales deben ser cultivadas y desarrolladas adecuadamente. La preocupación básica y constante de los padres debiera ser que sus hijos tengan cuerpos bien desarrollados, de modo que lleguen a ser hombres y mujeres saludables. Es imposible que este objetivo se alcance sin ejercicio físico.

Para beneficio de su salud física y moral, aunque no se tenga necesidad económica, a los niños se les debe enseñar a trabajar. Si han de poseer caracteres puros y virtuosos, deben tener la disciplina de un trabajo bien regulado que ejercite todos los músculos. La satisfacción que los niños tendrán al sentirse útiles y al negarse a sí mismos para ayudar a otros, será el placer más saludable que puedan experimentar... El trabajo físico no impedirá el desarrollo del intelecto. Al contrario, los beneficios recibidos por causa del trabajo físico mantendrán el equilibrio de la persona e impedirán que la mente se sobrecargue. Los músculos realizarán el trabajo trayendo alivio al cerebro cansado...

Para ser una señorita no se necesita ser una chica inútil, que habla sin ton ni son, que viste en forma exagerada y actúa en forma ridícula. Para tener un intelecto saludable se requiere un cuerpo sano. La salud física y un conocimiento práctico de todos los quehaceres del hogar, nunca le harán sombra a un intelecto bien desarrollado; ambos son de suma importancia para una señorita.—Consejos sobre la Salud, 182-185.

Todos los poderes de la mente deberían ser puestos en ejercicio y desarrollados, para que los seres humanos tengan mentes bien equilibradas. El mundo está lleno de hombres y mujeres desequilibrados que han llegado a ese estado porque cultivaron un conjunto de sus facultades, mientras otras se empequeñecieron por la inactividad... Si [la mente humana] no es activa en la dirección correcta, será activa en la incorrecta. Y para preservar el equilibrio de la mente, en nuestras escuelas debe unirse el trabajo con el estudio.—Counsels on Education, 20-23 (edición de 1968).

domingo, octubre 28, 2012

Pensamiento Del Día

¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo? Jeremías 8:22
Todos somos probados en este tiempo. Hemos sido bautizados en Cristo; y si estamos dispuestos a separarnos de todo aquello que tienda a degradarnos y hacernos lo que no debemos ser, recibiremos fuerza para crecer en Cristo, nuestra cabeza viviente, y veremos la salvación de Dios.

Sólo cuando demostremos ser inteligentes tocante a los principios de una vida sana, podremos discernir los males que resultan de un régimen alimentario impropio. Quienes habiéndose percatado de sus errores tengan el valor de modificar sus costumbres, encontrarán que la reforma exige luchas y mucha perseverancia. Pero una vez que hayan adquirido gustos sanos, verán que el consumo de la carne, en el que antes no veían mal alguno, preparaba lenta pero seguramente la dispepsia y otras enfermedades.

Padres y madres, oren y velen. Guárdense mucho de la intemperancia en cualesquiera de sus formas. Enseñen a sus hijos los principios de una verdadera reforma pro salud. Enséñenles lo que deben evitar para conservar la salud. La ira de Dios ya ha comenzado a caer sobre los rebeldes. ¡Cuántos crímenes, cuántos pecados y prácticas inicuas se manifiestan por todas partes! Como denominación, debemos preservar con cuidado a nuestros hijos de toda compañía depravada.

Deben hacerse más esfuerzos para enseñar a la gente los principios de la reforma pro salud. Deberían instituirse clases culinarias para dar a las familias instrucciones tocantes al arte de preparar alimentos sanos. Las personas jóvenes y las de edad adulta deberían aprender a cocinar con mayor sencillez. En todo lugar donde la verdad sea presentada, debe enseñarse a la gente a preparar alimentos de un modo sencillo a la vez que apetitoso. Se les debe demostrar que un régimen nutritivo puede ser alcanzado sin hacer uso de la carne...

Se requiere mucho tacto y juicio para preparar un régimen nutritivo destinado a reemplazar el que seguían antes las personas que ahora están aprendiendo a seguir la reforma pro salud. Se necesita fe en Dios, una voluntad firme y el deseo de ser útiles. Un régimen deficiente arroja descrédito sobre la reforma pro salud. Somos mortales, y debemos proveer a nuestros cuerpos una alimentación fortificante.—Joyas de los Testimonios 3:360, 361.

sábado, octubre 27, 2012

Pensamiento Del Día

He aquí yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jeremías 33:6. 
Los principios del sano vivir tienen una gran importancia para nosotros como individuos y como pueblo. Cuando me llegó el mensaje de la reforma pro salud, yo era débil y predispuesta a frecuentes desmayos. Suplicaba al Señor que me ayudara, y él me presentó el vasto plan de la reforma pro salud. Me mostró que los que guardan sus mandamientos deben entrar en una relación sagrada con él, y por medio de la temperancia en el comer y el beber, guardar su cuerpo y su mente en las condiciones más favorables para servirle...

No prescribimos un régimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las frutas, los cereales y las nueces [frutos secos: nueces, almendras, avellanas, etc.], la carne no es el alimento adecuado para el pueblo de Dios. Se me ha indicado que la carne propende a animalizar la naturaleza, a despojar a los hombres y a las mujeres del amor y la simpatía que debieran sentir por cada cual, y hace predominar las pasiones bajas sobre las facultades más elevadas del ser. Si el comer carne fue alguna vez saludable, no lo es ahora. Los cánceres, los tumores y las enfermedades pulmonares se deben mayormente a la costumbre de comer carne.

No hacemos del consumo de la carne una condición para la admisión de los miembros; pero debiéramos considerar la influencia que ejercen sobre otros los creyentes profesos que usan carne. Como mensajeros de Dios, ¿no diremos al pueblo: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” 1 Corintios 10:31? ¿No daremos un testimonio decidido contra la complacencia del apetito pervertido? ¿Quiere cualquiera de los que son ministros del evangelio, y que proclaman la verdad más solemne que haya sido dada a los mortales, dar el ejemplo de volver a las ollas de Egipto? ¿Quieren los que son sostenidos por el diezmo de la tesorería de Dios permitir que la gula envenene la corriente vital que fluye por sus venas? ¿Harán caso omiso de la luz y las amonestaciones que Dios les ha dado?

La salud del cuerpo debe considerarse como esencial para el crecimiento en la gracia y la adquisición de un carácter templado. Si no se cuida debidamente el estómago, será trabada la formación de un carácter moral íntegro. El cerebro y los nervios están en relación íntima con el estómago. De los errores practicados en el comer y beber resultan pensamientos y hechos erróneos.—Joyas de los Testimonios 3:359, 360.