domingo, septiembre 30, 2012

Pensamiento Del Día

Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12.
 Los que siguen a Jesús serán colaboradores juntamente con Dios. No caminarán en tinieblas, sino que hallarán la verdadera senda donde Jesús, la Luz del mundo, encabeza la marcha; y a medida que orienten sus pasos hacia Sion, avanzando por fe, obtendrán una brillante experiencia en las cosas de Dios. La misión de Cristo, tan oscuramente comprendida, tan débilmente interpretada, que lo llamó del trono al misterio del altar de la cruz del Calvario, se descubrirá más y más a la mente, y se verá que en el sacrificio de Cristo se halla el manantial y el principio de toda otra misión de amor. El amor de Cristo es el que ha sido el incentivo de cada verdadero misionero en las ciudades, los pueblos, las carreteras y los caminos del mundo.

La iglesia de Cristo sobre la tierra fue organizada con propósitos misioneros, y es de la mayor importancia que cada miembro individual de la iglesia sea un obrero sincero junto con Dios, lleno del Espíritu, teniendo la mente de Cristo, perfeccionado en simpatía con Cristo, y por lo tanto, concentrando cada energía de acuerdo con la habilidad que le fue confiada para la salvación de las almas. Cristo requiere que cada uno que sea llamado por su nombre, haga de su obra la primera y más alta consideración, y que coopere desinteresadamente con las inteligencias celestiales al salvar a los que perecen por los cuales murió Cristo.

Hacer mal uso de los medios o la influencia, o de cualquier capital de la mente o del cuerpo que nos ha sido confiado, es robar a Dios y robar al mundo; porque es cambiar las energías a otro canal que aquel en el que Dios planeó que debieran avanzar para la salvación del mundo. Cuando Cristo estuvo sobre la tierra, envió a sus discípulos a proclamar el reino de Dios por toda Judea, y en este ejemplo reveló claramente que es el deber de su pueblo, durante todo el tiempo, impartir a otros el conocimiento que tienen del camino, la vida y la verdad. En todos sus trabajos, Jesús procuró instruir a su iglesia para la obra misionera, y al aumentar la cantidad de los creyentes, se extendería su misión, hasta que finalmente el mensaje del evangelio, circundaría el mundo mediante sus servicios.—The Review and Herald, 30 de octubre de 1894.

sábado, septiembre 29, 2012

Pensamiento Del Día

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9. 
En esta vida, el trabajo que hacemos por Dios parece a menudo casi infructuoso. Nuestros esfuerzos para hacer el bien pueden ser fervientes y perseverantes, sin que podamos ver sus resultados. El esfuerzo puede parecernos perdido. Pero el Salvador nos asegura que nuestra obra queda anotada en el cielo, y que la recompensa no puede faltar... En las palabras del salmista leemos: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. Salmos 126:6.

Aunque la gran recompensa final se dará cuando Cristo venga, el servicio fiel hecho de todo corazón para Dios reporta una recompensa aun en esta vida. El obrero tendrá que afrontar obstáculos, oposición y amargos desalientos y descorazonamientos. Tal vez no vea los frutos de su labor. Pero aun con todo eso encuentra en su labor una bienaventurada recompensa.

Todos los que se entregan a Dios en un servicio abnegado por la humanidad están cooperando con el Señor de gloria. Este pensamiento dulcifica toda labor, fortalece la voluntad, sostiene el ánimo para cuanto haya de acontecer. Trabajando con corazón abnegado, ennoblecido por ser participantes de los padecimientos de Cristo, y compartiendo su simpatía, contribuyen a aumentar su gozo, y reportan honor y alabanza a su exaltado nombre.

En comunión con Dios, con Cristo y con los santos ángeles, están rodeados por una atmósfera celestial, una atmósfera que da salud al cuerpo, vigor al intelecto y gozo al alma. Todos los que consagran cuerpo, alma y espíritu al servicio de Dios, estarán recibiendo constantemente una nueva dotación de fuerza física, mental y espiritual. Las inagotables bendiciones del cielo están a su disposición. Cristo les da el aliento de su propio espíritu, la vida de su propia vida. El Espíritu Santo pone a trabajar sus más elevadas energías en el corazón y la mente.—Obreros Evangélicos, 529, 530.

viernes, septiembre 28, 2012

Pensamiento Del Día

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Isaías 40:3. 
¿Sienten el poder santificador de la verdad sagrada en el corazón, la vida y el carácter? ¿Tienen la seguridad de que Dios, por causa de su querido Hijo, ha perdonado sus pecados? ¿Están luchando para vivir con una conciencia libre de ofensa hacia Dios y la humanidad? ¿Ruegan a menudo a Dios en favor de sus amigos y vecinos? Si hicieron la paz con Dios, y colocaron todo en el altar, pueden ocuparse con provecho en el servicio de ganar almas.—The Church Officers’ Gazette, septiembre de 1914.

Al poner en práctica cualquier plan establecido para llevar a todos el conocimiento de la verdad presente, y de las maravillosas providencias relacionadas con el progreso de la causa, en primer lugar consagrémonos nosotros mismos plenamente a Aquel cuyo nombre deseamos exaltar. Oremos fervorosamente en beneficio de quienes deseamos visitar llevándolos con fe viviente, uno a uno, ante la presencia de Dios.

El Señor conoce nuestros pensamientos y propósitos, ¡y con cuánta facilidad puede enternecernos! ¡Cómo su Espíritu, como un fuego, puede subyugar el corazón empedernido! ¡Cómo puede llenar el alma de amor y ternura! ¡Cómo puede darnos las gracias de su Espíritu Santo y capacitarnos para salir a trabajar por las almas!

El poder de la gracia subyugadora debe sentirse en toda la iglesia en esta época; y se sentirá si prestamos atención a los consejos de Cristo dados a sus seguidores. A medida que aprendamos a adornar la doctrina de Cristo nuestro Salvador, ciertamente veremos la salvación de Dios.

A todos los que están por encargarse de una tarea misionera especial, quiero decirles: “Sean diligentes en sus esfuerzos; vivan bajo la dirección del Espíritu Santo. Aumenten diariamente su experiencia cristiana. Que los que poseen aptitudes especiales trabajen por los que no creen, tanto en los lugares acomodados como en los lugares humildes. Busquen diligentemente a las almas que perecen. Piensen en el gran deseo que Cristo tiene de llevar a su redil nuevamente a los que se han descarriado”.

Busquen a las almas como quienes saben que han de rendir cuentas por ellas. Mediante la obra misionera que realicen en la iglesia y en el vecindario, hagan brillar su luz con rayos claros y definidos con el fin de que ninguna persona pueda levantarse en el juicio y decir: “¿Por qué no me hablaron acerca de la verdad? ¿Por qué no se preocuparon de mi alma?”—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 198, 199.

jueves, septiembre 27, 2012

Pensamiento Del Día

La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Romanos 13:12. 
Después de que se han hecho los esfuerzos más fervorosos para presentar la verdad ante aquellos a los que Dios ha confiado grandes responsabilidades, no se desanimen si la rechazan. La verdad fue rechazada en los días de Cristo. Estén seguros de mantener la dignidad de la obra con planes bien ordenados y una conversación piadosa.

Nunca teman levantar el estandarte demasiado alto. Las familias que se dedican a la obra misionera debieran acercarse a los corazones. El espíritu de Jesús debiera empapar el alma del obrero. Son las palabras agradables y de simpatía, la manifestación de amor desinteresado por su alma, lo que romperá las barreras del orgullo y del egoísmo y mostrará a los incrédulos que poseemos el amor de Cristo; y entonces la verdad se abrirá camino al corazón. En esto consiste nuestra obra y el cumplimiento del plan de Dios.

Debemos poner de lado toda vulgaridad y aspereza. Debemos estimular la cortesía, el refinamiento y la urbanidad cristiana. Guárdense de ser bruscos y descorteses. No consideren esas peculiaridades como virtudes, porque Dios no las considera así. Esfuércense por no ofender innecesariamente a los que no son de nuestra fe. Nunca hagan, cuando no sea necesario, que los rasgos más objetables de nuestra fe se destaquen de manera prominente. El seguir un curso así, es sólo hacer un daño a la causa.

Todos deben buscar el tener la influencia suavizadora y subyugadora del Espíritu de Dios en el corazón: una ternura y un amor por las almas semejantes al de Cristo. Los que son enviados para trabajar juntos, deben abandonar sus nociones particulares y sus ideas preconcebidas, y tratar de trabajar juntos, con el corazón y el alma, para realizar la voluntad de Dios. Deben planear trabajar en armonía con el fin de trabajar para sacar provecho.

Necesitamos más, mucho más, del Espíritu de Cristo, y menos, mucho menos, del yo y de las peculiaridades de carácter que colocan una pared que nos mantiene separados de nuestros semejantes. Podemos hacer mucho para quebrantar esas barreras, mostrando las gracias de Cristo en nuestra vida. Jesús ha estado confiando sus bienes a la iglesia, siglo tras siglo. Una generación tras otra durante siglos ha estado recogiendo la cantidad cada vez mayor de luz y verdad hasta que las crecientes responsabilidades han pasado a nuestro tiempo... Queremos estar vestidos, no con nuestras propias ropas, sino con toda la armadura de la justicia de Cristo.—The Atlantic Canvasser, 18 de diciembre de 1890.

miércoles, septiembre 26, 2012

Pensamiento Del Día

Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Hechos 4:32. 
El mundo necesita misioneros, misioneros locales consagrados, y nadie será registrado en los libros del cielo como cristiano si no tiene un espíritu misionero. Pero no podemos hacer nada sin energía santificada. Tan pronto como se pierde el espíritu misionero del corazón, y el celo por la causa de Dios comienza a languidecer, la carga de nuestros testimonios y planes son un clamor por prudencia y economía, y comienza el descuido real de la obra misionera.

En vez de disminuir la obra, condúzcanse todas las juntas de tal manera que se manifieste un propósito multiplicador para llevar adelante la gran obra de amonestar al mundo, aunque pueda costar abnegación y sacrificio propio. Si cada miembro de iglesia estuviera constantemente impresionado con este pensamiento: “No soy mío, he sido comprado con precio”, todos sentirían que están bajo la obligación más sagrada de mejorar cada habilidad dada por Dios, de duplicar su utilidad, año tras año, y no tendrían excusa para la negligencia espiritual. Entonces no habría falta de simpatía por el Maestro en la gran obra de salvar almas.

¿Quiénes hay entre nosotros que, teniendo percepción espiritual, pueden discernir el agitado conflicto que continúa en el mundo entre las fuerzas del bien y del mal? ¿Entienden la naturaleza del gran conflicto entre Cristo, el Príncipe de la vida, y Satanás, el príncipe de las tinieblas? ¿Se les presenta el conflicto lo mismo que se presenta ante las inteligencias celestiales?

Oh, si todos los que profesan ser seguidores de Cristo fueran en verdad canales vivos de luz para el mundo, imbuidos por el Espíritu de Dios, con corazones llenos hasta rebosar con el mensaje del evangelio, con sus semblantes radiantes con devoción a Dios y amor a los demás, ¡qué obra podría realizarse en un corto tiempo! Los mensajeros de la verdad no hablarían con vacilación, incertidumbre, sino con intrepidez y confianza. Sus palabras y el mismo tono de la voz producirían la convicción en el corazón de los oyentes.—The Review and Herald, 23 de agosto de 1892.