miércoles, septiembre 05, 2012

Pensamiento Del Día

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 1 Juan 3:1. 
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, así como él es puro”. 1 Juan 3:2.

En esta escritura se describen los privilegios cristianos que, comparativamente, comprenden sólo muy pocas personas. Cada uno debería familiarizarse con las bendiciones que Dios nos ha ofrecido en su Palabra. Nos ha dado muchas promesas en cuanto a lo que hará por nosotros. Y todo eso que ha prometido es hecho posible por el sacrificio de Cristo en favor de nosotros. Juan el Bautista dio testimonio de Aquel por medio de quien podemos llegar a ser hijos e hijas de Dios... “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12.

La filiación divina no es algo que obtenemos por nosotros mismos. Sólo a los que reciben a Cristo como su Salvador se les da la facultad de llegar a ser hijos e hijas de Dios. El pecador no puede librarse del pecado por ningún poder inherente. Para el logro de este resultado, debe buscar un Poder superior. Juan exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Sólo Cristo tiene poder para limpiar el corazón. El que busque perdón y aceptación, sólo puede decir: “Nada traigo en mi mano, sólo me aferro a la cruz”.

Pero la promesa de filiación se brinda a todos los que “creen en su nombre”. Todo el que venga a Jesús con fe, recibirá perdón. Tan pronto como el penitente mira al Salvador para que lo ayude a volverse del pecado, el Espíritu Santo comienza su obra transformadora en el corazón. “Mas a todos los que le recibieron, les dio poder de ser hechos hijos de Dios”.

Qué incentivo para un esfuerzo mayor debe ser esto para todos los que están tratando de presentar la esperanza del evangelio ante quienes aún están en las tinieblas del error.—The Review and Herald, 3 de septiembre de 1903.

martes, septiembre 04, 2012

Pensamiento Del Día

Hubo un hombre enviado de Dios... se llamaba Juan. Este vino... para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen... Juan 1:6, 7. La palabra de Dios para nosotros es: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48. 
Pide que cada uno crucifique el yo. Los que responden, crecen fuertes en él. Aprenden cada día de Cristo, y cuanto más aprenden, más grande es su deseo de edificar el reino de Dios ayudando a sus semejantes. Cuanta más luz tienen, mayor es su deseo de iluminar a otros. Cuanto más caminan con Dios, menos viven para sí mismos. Cuanto más grandes son sus privilegios, oportunidades y habilidades para la obra cristiana, mayor es la obligación que sienten para trabajar por otros.

La naturaleza humana pugna siempre por expresarse. Una persona que fue hecha completa en Cristo, debe primero vaciarse del orgullo, de la autosuficiencia. Entonces hay silencio en el alma y se puede escuchar la voz de Dios. Entonces el Espíritu puede encontrar una entrada libre. Permita que Dios trabaje en usted y por medio de usted. Entonces podrá decir como dijo Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Gálatas 2:20. Pero hasta que se coloque el yo sobre el altar, hasta que permitamos que el Espíritu Santo nos moldeé y nos forme de acuerdo con la similitud divina, no podemos alcanzar el ideal de Dios para nosotros. Dijo Cristo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10. Esta vida es la que debemos tener para trabajar por Cristo, y debemos tenerla “en abundancia”. Dios soplará esta vida en cada alma que muere al yo, pero se requiere abnegación completa. A menos que suceda esto, llevaremos con nosotros lo que destruye nuestra felicidad y utilidad.

El Señor necesita hombres y mujeres que lleven con ellos en su vida diaria la luz de un buen ejemplo; hombres y mujeres cuyas palabras y acciones muestren que Cristo está morando en el corazón, enseñando, dirigiendo, guiando. Necesita hombres y mujeres de oración, quienes, al luchar solos con Dios, obtengan la victoria sobre el yo, y que salgan después para impartir a otros lo que recibieron de la Fuente de poder.

Dios acepta a los que crucifican al yo, y los hace vasos de honra. Están en sus manos como el barro en las manos del alfarero, y lleva a cabo su voluntad por medio de ellos. Tales hombres y mujeres recibirán poder espiritual. Cristo vive en ellos, y el poder del Espíritu acompaña sus esfuerzos. Se dan cuenta de que deben vivir en este mundo la vida que vivió Jesús: una vida libre de todo egoísmo; y él los capacita para que den testimonio de él, testimonio que atrae a las almas hacia la cruz del Calvario.—The Signs of the Times, 9 de abril de 1902.

lunes, septiembre 03, 2012

Pensamiento Del Día

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16. 
La obra práctica tendrá mucho más efecto que el mero sermonear. Hemos de dar aliento al hambriento, vestir al desnudo y proteger al que no tiene hogar. Y se nos llama a hacer más que esto. Únicamente el amor de Cristo puede satisfacer las necesidades del alma. Si Cristo habita permanentemente en nosotros, nuestro corazón estará lleno de divina simpatía. Las fuentes selladas del amor fervoroso, semejante al de Cristo, serán abiertas. Dios nos pide para los necesitados no sólo nuestros dones, sino además un semblante alegre, palabras llenas de esperanza, un bondadoso apretón de manos. Cuando Cristo sanaba a los enfermos, colocaba sus manos sobre ellos. De la misma manera debemos nosotros colocarnos en íntimo contacto con aquellos a quienes tratamos de beneficiar.

Hay muchas personas que han perdido la esperanza. Devuélvanles la luz del sol. Muchos han perdido su valor. Háblenles alegres palabras de aliento. Oren por ellos. Hay personas que necesitan el pan de vida. Léanles la Palabra de Dios. Muchos están afectados por una enfermedad del alma que ningún bálsamo humano puede alcanzar y que ningún médico puede curar. Oren por esas almas. Llévenlas a Jesús. Díganles que hay bálsamo en Galaad y que también allí hay Médico.

La luz es una bendición... universal que derrama sus tesoros sobre un mundo ingrato, impío, corrompido. Tal ocurre con la luz del Sol de justicia. Toda la tierra, envuelta... en las tinieblas del pecado, el dolor y el sufrimiento, debe ser iluminada con el conocimiento del amor de Dios. Ninguna secta, categoría o clase de gente ha de ser privada de la luz que irradia del trono celestial. El mensaje de esperanza y misericordia debe ser llevado a los confines de la tierra...

Ya no deben los paganos seguir envueltos en las tinieblas de medianoche. La lobreguez ha de desaparecer ante los brillantes rayos del Sol de justicia. El poder del infierno ha sido vencido. Pero nadie puede impartir lo que no ha recibido. En la obra de Dios, la humanidad no puede generar nada... Era el áureo aceite vertido por los mensajeros celestiales en los tubos de oro, para ser conducido del recipiente de oro a las lámparas del Santuario, lo que producía una luz continua, brillante y resplandeciente. Es el amor de Dios continuamente transferido a los hombres y a las mujeres lo que los capacita para impartir luz. En el corazón de todos los que están unidos a Dios por la fe, el áureo aceite del amor fluye libremente, para brillar en buenas obras, en un servicio real y sincero por Dios.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 343-345.

domingo, septiembre 02, 2012

Pensamiento Del Día

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8. 
Mi corazón sintió regocijo de ver entre los conversos a tantos jóvenes de ambos sexos con corazones suavizados y subyugados por el amor de Jesús, que reconocían la buena obra llevada a cabo por Dios en su corazón. Fue realmente una preciosa ocasión. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Romanos 10:10. No permita Dios que estas almas pierdan alguna vez el calor de su primer amor, que por el orgullo y el amor al mundo, una frialdad desconocida llegue a tomar posesión de su mente y su corazón.

Es esencial que los que acaban de aceptar la fe tengan un sentido de su obligación hacia Dios, quien los ha llamado a conocer la verdad y ha llenado su corazón con su sagrada paz, para que puedan ejercer una influencia santificadora sobre todos aquellos con quienes se relacionen. “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová”. Isaías 43:10.

A cada cual Dios le ha confiado una tarea: Dar a conocer su salvación al mundo. En la religión verdadera no hay egoísmo ni exclusividad. El evangelio de Cristo es expansivo y agresivo. Se lo describe como la sal de la tierra, como la levadura transformadora, como la luz que alumbra en lugar oscuro. Es imposible que alguien retenga el amor y el favor de Dios, y disfrute de comunión con él, y no sienta responsabilidad por las almas por las cuales Cristo murió, quienes se encuentran en el error y las tinieblas y perecen en sus pecados.

Si los que profesan ser seguidores de Cristo no resplandecen como luminarias en el mundo, el poder vital los abandonará y se volverán fríos y sin la semejanza de Cristo. El embrujo de la indiferencia se apoderará de ellos, junto con una mortal pereza espiritual, que los convertirá en cadáveres en lugar de representantes vivientes de Jesús. Todos debemos levantar la cruz, y asumir con modestia, humildad y sencillez intelectual los deberes que Dios nos asigna, para realizar esfuerzos personales en favor de los que nos rodean y necesitan auxilio y luz.

Todos los que acepten estos deberes gozarán de una experiencia rica y variada, su propio corazón irradiará fervor, y serán fortalecidos y estimulados para hacer esfuerzos renovados y perseverantes con el fin de obrar su propia salvación con temor y temblor, porque Dios es quien obra en ellos tanto el querer como el hacer según su buena voluntad.—The Review and Herald, 21 de julio de 1891. Ver Cada Día con Dios, 211.

sábado, septiembre 01, 2012

Pensamiento Del Día

Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Isaías 43:10. 
Satanás está tentando constantemente a los seres humanos para desviarlos de la fidelidad y de la consumación de las obras esenciales de preparación para el gran evento que probará el alma de cada persona. La obra en el Santuario celestial está avanzando. Jesús está purificando el Santuario. La obra en la tierra se corresponde con la obra en el cielo. Los ángeles celestiales están trabajando constantemente para llamar la atención de los seres humanos, el instrumento viviente, hacia la contemplación y meditación en Jesús, para que mirando la perfección de Cristo sean impresionados por las imperfecciones de sus propios caracteres. Cristo... declaró que el Consolador prometido “testificará de mí”. Esta es la carga del mensaje para este tiempo...

Hablen como Cristo habló. Trabajen como Cristo trabajó. Debemos mirar a Cristo y vivir. Al contemplar su hermosura, desearemos practicar sus virtudes y su justicia. Contemplando a Cristo somos transformados a su imagen, y renunciando a nosotros mismos al dar nuestro corazón completamente a Jesús para que su Espíritu nos refine, ennoblezca y eleve, estaremos en comunión íntima con el mundo futuro, bañados por los rayos brillantes del Sol de justicia. Nos alegramos con gozo inefable y glorioso. Entonces se nos encomienda que vayamos a otras ciudades y pueblos a llevar las buenas nuevas con el corazón encendido del amor divino, aun a los que están lejos, a todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame.

Comuniquemos a otros las benditas verdades de su Palabra, y obedeciendo las palabras de Cristo, permanezcamos en su amor. Él nos insta a que por el amor que le tenemos guardemos sus mandamientos. Lo hace, no para impulsarnos a hacer cosas imposibles, sino porque sabe lo que significa guardar los mandamientos de su Padre. Quiere que cada alma que escuche su invitación, invite a otros a escucharla y a recibir sus preciosos dones, porque sabe que al guardar los mandamientos de Dios no caeremos en servil esclavitud, sino que seremos hechos libres por medio de la sangre de Jesucristo. “En guardarlos [sus mandamientos] hay grande galardón”. Salmos 19:11.

Díganlo a otros con la pluma y la voz, con piedad, humildad y amor, representando el carácter de Cristo. “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. Apocalipsis 22:17.—Alza tus Ojos, 342.