lunes, marzo 05, 2012

Pensamiento Del Día

Guardaos, nos sea que... caigáis de vuestra firmeza... antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 2 Pedro 3:17, 18.
Hay quienes desean tener un poder soberano, y que necesitan la santificación de la obediencia. Dios provoca un cambio en su vida. Tal vez coloca delante de ellos deberes que no habrían escogido. Si están dispuestos a ser guiados por él, les dará gracia y fortaleza para realizar esos deberes con espíritu de sometimiento y utilidad. De esa manera están siendo capacitados para ocupar lugares donde sus disciplinados talentos realicen un gran servicio.

A algunos a veces Dios los prepara dándoles chascos y aparente fracaso. Tiene el propósito de que aprendan a dominar la dificultad. Los inspira con una determinación de hacer que cada aparente fracaso resulte un éxito.

Los hombres y las mujeres a menudo oran y lloran debido a las perplejidades y los obstáculos que deben arrostrar. Pero si mantienen firmemente hasta el fin su confianza como al principio, él les despejará el camino. Los que luchen perseverantemente contra dificultades aparentemente insuperables tendrán éxito, y con el éxito también vendrá el más grande gozo.

Muchos no saben cómo trabajar para Dios no por causa de su ignorancia, sino porque no están dispuestos a someterse a la preparación divina. Se habla del fracaso de Moab porque, declara el profeta: “Quieto estuvo Moab desde su juventud... y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio, por tanto quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado”. Jeremías 48:11.

El cristiano debe estar preparado para cumplir una obra que revele bondad, tolerancia, magnanimidad, delicadeza, paciencia. El cristiano debe albergar en su vida el cultivo de esos preciosos dones, para que cuando sea llamado al servicio del Maestro pueda estar listo para usar sus más elevadas facultades en ayudar y bendecir a los que lo rodean.—Manuscript Releases, 423, 424. Comentario Bíblico Adventista 4:1181, 1182.

domingo, marzo 04, 2012

Pensamiento Del Día

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.
Cristo les ha dado a todos los seres humanos su obra, y debemos reconocer la sabiduría de su plan para nosotros mediante una cordial cooperación con él. La verdadera felicidad sólo se encuentra en una vida de servicio. El que vive una vida inútil y egoísta, es desgraciado. Está insatisfecho consigo mismo y con todos los demás.

Obreros fieles, consagrados, usarán gustosamente sus dones más elevados en el servicio más humilde. Se dan cuenta de que el verdadero servicio significa ver y ejecutar los deberes que el Señor señala.

Hay muchos que no están satisfechos con la obra que el Señor les ha dado. No están satisfechos con servirlo alegremente en el lugar que les ha señalado, y realizar sin quejarse la obra que ha puesto en sus manos.

Es correcto que no estemos conformes con la forma en que cumplimos nuestros deberes, pero no debiéramos estar insatisfechos con el deber mismo sencillamente porque nos gustaría más bien hacer alguna otra cosa. En su providencia Dios pone ante los seres humanos un servicio que es como una medicina para su mente enferma. De esa forma trata de dirigirlos para que pongan a un lado las preferencias egoístas, las cuales, si se albergan, los descalificarían para la obra que tiene para ellos. Si aceptan y realizan este servicio, su mente será sanada. Pero si rehúsan hacerlo, tendrán conflictos con ellos mismos y con otros.

El Señor disciplina a sus obreros para que puedan estar preparados para ocupar los lugares señalados para ellos. Desea amoldar su mente de acuerdo con su voluntad. Para este propósito los hace pasar por pruebas y tribulaciones. Coloca a algunos en lugares donde una disciplina relajada y el exceso de tolerancia no llegarán a ser una trampa para ellos, donde se les enseñará a apreciar el valor del tiempo y a hacer el mejor uso de él.—Manuscript Releases, 422, 423.

sábado, marzo 03, 2012

Pensamiento Del Día

Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio. Hebreos 3:14. 
“Yel ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más”. Apocalipsis 10:5, 6. Este mensaje anuncia el fin de los períodos proféticos. El chasco de los que esperaban ver al Señor en 1844 fue muy amargo para los que habían aguardado tan ardientemente su aparición. Dios permitió que ocurriera ese chasco, y que los corazones se manifestaran.

No ha habido ni una sola nube que ha caído sobre la iglesia para la cual Dios no haya hecho provisión; no se ha levantado ni una sola fuerza opositora para contrarrestar la obra de Dios que él no haya previsto... Todos sus propósitos se cumplirán y establecerán. Su ley está unida con su trono, y los instrumentos satánicos combinados con los instrumentos humanos no pueden destruirla. La verdad es inspirada y está protegida por Dios; perdurará y tendrá buen éxito, aunque algunas veces aparezca oscurecida.

El evangelio de Cristo es la ley ejemplificada en el carácter. Los engaños practicados contra ella, toda invención destinada a vindicar la falsedad, y todo error forjado por los instrumentos satánicos, llegarán a ser desbaratados para siempre, y el triunfo de la verdad será como la apariencia del sol en el mediodía. El Sol de justicia brillará con poder sanador en sus rayos, y toda la tierra estará llena con su gloria...

 Revivirán antiguas controversias, y constantemente surgirán teorías nuevas. Pero el pueblo de Dios, el cual mediante sus creencias y su cumplimiento de la profecía ha desempeñado una parte en la proclamación de los mensajes del primer, del segundo y del tercer ángel, sabe dónde se encuentra. Tiene una experiencia que es más preciosa que el oro refinado. Debe permanecer firme como una roca, aferrándose al comienzo de su confianza resueltamente hasta el fin.—Mensajes Selectos 2:123-125.

viernes, marzo 02, 2012

Pensamiento Del Día

Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. Apocalipsis 12:12.
Los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús sentirán la ira del dragón y de su hueste. Satanás considera súbditos suyos a los habitantes del mundo; ha obtenido el dominio de las iglesias apóstatas; pero ahí está ese pequeño grupo que resiste su supremacía. Si él pudiese borrarlo de la tierra, su triunfo sería completo. Así como influyó en las naciones paganas para que destruyesen a Israel, pronto incitará a las potestades malignas de la tierra a destruir al pueblo de Dios. Todo lo que se requerirá será que rinda obediencia a los edictos humanos en violación de la ley divina. Los que quieran ser fieles a Dios y al deber serán amenazados, denunciados y proscritos. Serán traicionados por “padres, y hermanos, y parientes, y amigos”. Lucas 21:16.

Su única esperanza se cifra en la misericordia de Dios; su única defensa será la oración. Así como Josué intercedía delante del ángel, la iglesia remanente, con corazón quebrantado y fe ferviente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús su Abogado. Sus miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de su vida, verán su debilidad e indignidad, y mientras se miren a sí mismos, estarán por desesperar.

El tentador estará listo para acusarlos como estaba listo para resistir a Josué. Señalará sus vestiduras sucias, su carácter deficiente. Presentará su debilidad e insensatez, su pecado de ingratitud, cuán poco semejantes a Cristo son, lo cual ha deshonrado a su Redentor. Se esforzará por espantar a las almas con el pensamiento de que su caso es desesperado, de que nunca se podrá lavar la mancha de su contaminación. Esperará destruir de tal manera su fe que se entreguen a sus tentaciones, se desvíen de su fidelidad a Dios y reciban la marca de la bestia...

Pero aunque los seguidores de Cristo han pecado, no se han entregado al dominio del mal. Han puesto a un lado sus pecados, han buscado al Señor con humildad y contrición, y el Abogado divino intercede en su favor. El que ha sido el más ultrajado por su ingratitud, el que conoce sus pecados y también su arrepentimiento, declara: “¡Jehová te reprenda, oh Satán! Yo di mi vida por estas almas. Están esculpidas en las palmas de mis manos”.—Joyas de los Testimonios 2:175-177.

jueves, marzo 01, 2012

Pensamiento Del Día

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y que guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca. Apocalipsis 1:3.
Al acercarnos al fin de la historia de este mundo, las profecías que se relacionan con los últimos días requieren en forma especial nuestro estudio. El último libro del Nuevo Testamento está lleno de verdades que necesitamos entender. Satanás ha cegado la mente de muchos, de manera que se han regocijado de encontrar alguna excusa para no estudiar el Apocalipsis.

Debería haber un estudio más profundo y diligente de este libro [el Apocalipsis], una presentación más fervorosa de las verdades que contiene, verdades que le interesan a todos los que están viviendo en estos últimos días. Todos los que se están preparando para encontrar a su Señor deberían hacer de este libro el tema de estudio y oración fervientes. Es exactamente lo que significa su nombre: una revelación de los acontecimientos más importantes que van a suceder en los últimos días de la historia de esta tierra. Juan, por causa de su fiel confianza en la palabra de Dios y en el testimonio de Jesucristo, fue desterrado a la isla de Patmos, pero este destierro no lo separó de Cristo. El Señor visitó a su fiel siervo en su destierro, y le dio instrucciones concernientes a lo que iba a venir sobre el mundo.

Esta instrucción es de la mayor importancia para nosotros, porque estamos viviendo en los últimos días de la historia de este mundo. Pronto entraremos en el cumplimiento de los acontecimientos que Cristo le mostró a Juan que iban a suceder. Al presentar estas solemnes verdades, los mensajeros del Señor deben darse cuenta de que están manejando temas de interés eterno, y deben buscar el bautismo del Espíritu Santo, para que puedan hablar, no sus propias palabras, sino las palabras que les da Dios...

Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nuestro trabajo hemos de amonestar a la gente acerca del peligro en que está. No se dejen sin tratar las solemnes escenas que la profecía ha revelado. Somos los mensajeros de Dios y no tenemos tiempo que perder. Los que son colaboradores con nuestro Señor Jesucristo mostrarán un profundo interés en las verdades que se encuentran en este libro. Con la pluma y con la voz se esforzarán para aclarar y explicar las cosas maravillosas que Cristo vino a revelar del cielo.—The Signs of the Times, 4 de julio de 1906.