martes, febrero 28, 2012

Pensamiento Del Día

Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal. Romanos 16:19.
Adán y Eva osaron transgredir los requerimientos del Señor, y los terribles resultados de su pecado deben ser una amonestación para nosotros acerca de no seguir su ejemplo de desobediencia. Cristo oró por sus discípulos con estas palabras: “Santifícalos en tu verdad, tu Palabra es verdad”. Juan 17:17. No hay santificación genuina sino por medio de la obediencia a la verdad. Los que aman a Dios con todo el corazón amarán también todos sus mandamientos. El corazón santificado está en armonía con los preceptos de la ley de Dios, porque son santos, justos y buenos.

El carácter de Dios no ha cambiado. Él es el mismo Dios celoso como lo fue cuando dio su ley sobre el Sinaí, y la escribió con su propio dedo sobre las tablas de piedra. Los que pisotean la santa ley de Dios pueden decir: “Estoy santificado”; pero el ser verdaderamente santificado y pretender tener la santificación son dos cosas diferentes.

El Nuevo Testamento no ha cambiado la ley de Dios. El carácter sagrado del sábado del cuarto mandamiento está tan firmemente establecido como el trono de Jehová. Juan escribió: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido”. 1 Juan 3:4-6.

Estamos autorizados a tener la misma apreciación que tuvo el amado discípulo hacia quienes pretenden permanecer en Cristo y ser santificados mientras viven en la transgresión de la ley de Dios. Él se encontró con la misma clase de personas que nosotros. Dijo: “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que práctica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. 1 Juan 3:7, 8. Aquí el apóstol habla en términos claros al considerar el tema.

Las epístolas de Juan están saturadas de un espíritu de amor. Pero cuando él se enfrenta con esa clase de personas que quebrantan la ley de Dios y sin embargo pretenden estar viviendo sin pecado, no vacila en amonestarlos acerca de su terrible engaño.—1 Juan 1:6-10. La edificación del carácter y la formación de la personalidad, 87-89.

lunes, febrero 27, 2012

Pensamiento Del Día

Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y os serán por frontales entre vuestros ojos. Deuteronomio 11:18.
Estas palabras todas las de (Deuteronomio 11) deberían estar tan claramente impresas en cada alma como si estuvieran escritas con una pluma de hierro. La obediencia trae su recompensa, la desobediencia su retribución. Dios le dio a su pueblo instrucciones positivas, y les impuso restricciones positivas para que pudieran obtener una experiencia perfecta en su servicio, y para que estuvieran habilitados para permanecer ante el universo celestial y ante el mundo caído como vencedores. Son vencedores por medio de la palabra del Cordero y por medio de su testimonio. Todos los que no alcancen a hacer la preparación esencial serán contados con los ingratos y los impuros.

El Señor lleva a su pueblo por caminos que no conoce para poder examinarlo y probarlo. Este mundo es nuestro lugar de prueba. Aquí decidimos nuestro destino eterno. Dios humilla a su pueblo para que su voluntad pueda desarrollarse por medio de ellos. De esa manera trató con los hijos de Israel al dirigirlos por el desierto. Les dijo cuál habría sido su suerte, si él no hubiera puesto una mano refrenadora sobre lo que los hubiera dañado...

Dios bendice la obra de las manos humanas para que le puedan devolver su parte. Deben dedicar sus medios a su servicio, para que su viña no permanezca un árido desierto. Deben analizar lo que el Señor haría en su lugar. Deben llevarle en oración todos los asuntos difíciles. Deben revelar un interés altruista en el desarrollo de su obra en todas partes del mundo...

Recordemos que somos obreros juntamente con Dios. No somos lo suficiente sabios como para trabajar por nosotros mismos. Dios nos ha hecho sus mayordomos, para educarnos y probarnos, así como probó y afligió al antiguo Israel. No va a tener su ejército compuesto de soldados indisciplinados, no santificados, volubles, que desfiguren su orden y pureza.—The Review and Herald, 8 de octubre de 1901.

domingo, febrero 26, 2012

Pensamiento Del Día

Has declarado solemnemente que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Deuteronomio 26:17.
Seamos leales y fieles a cada precepto de la ley de Dios. El Señor declara que si obedecemos los principios de su ley, esos principios serán nuestra vida...

Los preceptos de la ley de Dios no fueron la producción de ninguna mente humana, ni fueron promulgados por Moisés. Fueron formulados por Aquel infinito en sabiduría, el mismo que es el Rey de reyes y Señor de señores, y por él fueron proclamados desde el Sinaí en medio de escenas de imponente grandiosidad. La prosperidad de Israel dependía de la obediencia a esos preceptos. “Cuida, pues, de ponerlos por obra, con todo tu corazón y con toda tu alma”. Deuteronomio 26:16. Dios no nos dio sus mandamientos para que los obedezcamos cuando nos plazca y para que los pasemos por alto a nuestro antojo. Son las leyes de su reino, y deben ser obedecidas por sus súbditos. Si su pueblo obedeciera su ley con todo su corazón, se daría un testimonio decidido ante el mundo de que todos los que él ha afirmado que son su pueblo, su tesoro especial, lo honran verdaderamente en todo lo que hacen. La lealtad a Dios, una obediencia incondicional a su ley, haría de su pueblo una maravilla en el mundo, porque Dios podría cumplir sus ricas y abundantes promesas para ellos, y hacerlos la alabanza de la tierra. Serían un pueblo santo para él.

“Ahora, pues”, declara Dios, “si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa”. Éxodo 19:5, 6. ¡Qué maravillosa la magnitud de las promesas de Dios! Y se dan a todos los que prestan atención a su Palabra, creyendo sus declaraciones y obedeciendo sus mandamientos. La obediencia a su ley es la condición de la eterna felicidad futura.—The Southern Watchman, 16 de febrero de 1904.

sábado, febrero 25, 2012

Pensamiento Del Día

Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Lucas 2:51.
Cuando Cristo tenía 12 años, fue con sus padres a Jerusalén para asistir a la fiesta de la Pascua, y a su regreso se perdió entre la multitud. Después de que José y María lo buscaron durante tres días, lo encontraron en el atrio del templo, “sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas”. Lucas 2:46, 47. Hacía preguntas con una gracia que encantaba a esos eruditos. Era un modelo perfecto para toda la juventud. Siempre manifestó deferencia y respeto por los mayores. La religión de Jesús nunca hará que un niño sea rudo y descortés.

Cuando José y María lo encontraron, quedaron sorprendidos, “y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais?” Señalando hacia el cielo, continuó: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:48, 49. Mientras hablaba estas palabras, la divinidad fulguró a través de su humanidad. La luz de la gloria del cielo iluminó su rostro...

Cristo no comenzó su ministerio público sino hasta dieciocho años después de esto, pero constantemente estuvo ayudando a otros, aprovechando cada oportunidad que se le ofrecía. Aun en su niñez hablaba palabras de consuelo y ternura a jóvenes y viejos. Su madre no podía menos que advertir sus palabras, su espíritu, su obediencia voluntaria a todos los requerimientos de ella.

No es correcto decir, como muchos escritores han dicho, que Cristo era como todos los niños. Muchos niños son descarriados y conducidos mal... Jesús fue instruido de acuerdo con el carácter sagrado de su misión. Su inclinación hacia lo correcto era una constante satisfacción para sus padres. Las preguntas que les hacía los inducían a estudiar con sumo fervor los grandes elementos de la verdad. Las conmovedoras palabras de Jesús en cuanto a la naturaleza y el Dios de la naturaleza abrían e iluminaban su mente.—The Youth’s Instructor, 8 de septiembre de 1898. Ver Comentario Bíblico Adventista 5:1091, 1093.

viernes, febrero 24, 2012

Pensamiento Del Día

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. Salmos 19:7, 8. 
El mismo Jesús que, encubierto en la columna de nube, dirigió a las huestes hebreas, es nuestro Jefe. El que dio leyes sabias, justas y buenas a Israel, nos ha hablado a nosotros tan verdaderamente como a ellos. Nuestra prosperidad y felicidad dependen de una obediencia constante a la ley de Dios. La sabiduría finita no puede mejorar un precepto de esa santa ley. Ni uno de sus diez preceptos puede ser quebrantado sin ser desleal al Dios del cielo. Guardar cada jota y tilde de la ley es esencial para nuestra propia felicidad, y para la felicidad de todos los que se relacionan con nosotros. “Mucha paz tiene los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. Salmos 119:165. Y sin embargo, criaturas finitas presentan al pueblo esta ley santa, justa y buena como un yugo; ¡un yugo que no pueden llevar! Es el transgresor el que no puede ver la belleza en la ley de Dios.

Todo el mundo será juzgado por esa ley. Toca aun las intenciones y los propósitos del corazón, y exige pureza en los pensamientos más secretos, en los deseos y las aspiraciones. Demanda que amemos a Dios supremamente, y a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Sin el ejercicio de este amor, la más elevada profesión de fe es hipocresía. Dios requiere, de cada alma de la familia humana, obediencia perfecta a su ley. “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”. Santiago 2:10.

La desviación más mínima de la ley, por negligencia o transgresión voluntaria, es pecado, y cada pecado expone al pecador a la ira de Dios. El corazón que no ha nacido de nuevo, odiará las restricciones de la ley de Dios y se esforzará por deshacerse de sus justos requerimientos. Nuestro bienestar eterno depende de un entendimiento exacto de la ley de Dios, una convicción profunda de su santo carácter y una obediencia lista a cumplir sus condiciones. Hombres y mujeres deben estar convencidos de pecado antes de que puedan sentir su necesidad de Cristo... Los que pisotean la ley de Dios han rechazado el único medio que define al transgresor lo que es el pecado. Están haciendo la obra del gran engañador.—The Signs of the Times, 3 de marzo de 1881.

jueves, febrero 23, 2012

Pensamiento Del Día

He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy. Deuteronomio 11:26-28.
Los hombres y las mujeres no deben atreverse a poner a un lado la gran norma moral de Dios y erigir una norma de acuerdo con su propio juicio finito. Debido a que se están midiendo entre ellos mismos, y viviendo de acuerdo con su propia norma, es por lo que abunda la iniquidad y se enfría el amor de muchos. Se muestra desprecio por la ley de Dios, y por causa de esto muchos se atreven a transgredirla, y aun quienes han tenido la luz de la verdad están vacilando en su lealtad a la ley de Dios. ¿Los barrerá hacia la perdición la corriente del mal que se está imponiendo tan fuertemente? ¿O, con valor y fidelidad, rechazarán la marea y mantendrán su lealtad a Dios en medio del mal prevaleciente?...

Los que profesan servir a Dios deben emprender la obra de aliviar a los oprimidos. Deben llevar el fruto del buen árbol. Los que verdaderamente son de Cristo, no serán causa de opresión ni en el hogar ni en la iglesia. Los padres que están siguiendo al Señor enseñarán diligentemente a sus hijos los estatutos y mandamientos de Dios, pero no lo harán de tal manera que el servicio de Dios llegue a ser repulsivo para sus hijos. Cuando los padres amen a Dios con todo su corazón, la verdad tal como está en Jesús será practicada y enseñada en el hogar...

Debemos examinarnos a nosotros mismos íntimamente... Debemos suplicar a Dios que nos dé colirio espiritual, para poder discernir nuestros errores y entender nuestros defectos de carácter. Si hemos sido críticos y condenatorios, llenos de crítica, hablando de dudas y oscuridad, tenemos que hacer una obra de arrepentimiento y reforma. Debemos caminar en la luz, y hablar palabras que traigan paz y felicidad. Jesús debe morar en el alma. Y donde él está, en vez de lobreguez, murmuración y quejas habrá fragancia de carácter.—The Review and Herald, 12 de junio de 1894.

miércoles, febrero 22, 2012

Pensamiento Del Día

Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Hechos 5:29.
El principio que los discípulos sostuvieron valientemente cuando, en respuesta a la orden de no hablar más en el nombre de Jesús, declararon: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes a vosotros que a Dios”, es el mismo que los adherentes al evangelio lucharon por mantener en los días de la Reforma. Cuando en 1529 los príncipes alemanes se reunieron en la Dieta de Espira, se presentó allí el decreto del emperador que restringía la libertad religiosa, y que prohibía toda diseminación ulterior de las doctrinas reformadas. Parecía que toda la esperanza del mundo estaba a punto de ser destrozada. ¿Iban a aceptar los príncipes el decreto? ¿Debía privarse de la luz del evangelio a las multitudes que estaban todavía en las tinieblas? Importantes intereses para el mundo estaban en peligro. Los que habían aceptado la fe reformada se reunieron, y su unánime decisión fue: “Rechacemos este decreto. En asuntos de conciencia, la mayoría no tiene autoridad”.—Ver D’Aubigné, History of the Reformation, libro 13, cap. 5.

En nuestros días debemos sostener firmemente este principio. El estandarte de la verdad y la libertad religiosa, sostenido en alto por los fundadores de la iglesia evangélica y por los testigos de Dios durante los siglos que desde entonces han pasado, ha sido, para este último conflicto, confiado a nuestras manos. La responsabilidad de este gran don descansa sobre aquellos a quienes Dios ha bendecido con un conocimiento de su Palabra. Hemos de recibir esta Palabra como autoridad suprema. Hemos de reconocer los gobiernos humanos como instituciones ordenadas por Dios mismo, y enseñar la obediencia a ellos como un deber sagrado, dentro de su legítima esfera. Pero cuando sus demandas estén en pugna con las de Dios, hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres. La palabra de Dios debe ser reconocida sobre toda otra legislación humana. Un “Así dice Jehová” no ha de ser puesto a un lado por un “Así dice la Iglesia” o un “Así dice el Estado”. La corona de Cristo ha de ser elevada por sobre las diademas de los potentados terrenales...

No debemos decir ni hacer ninguna cosa que pudiera cerrarnos innecesariamente el camino. Debemos avanzar en el nombre de Cristo, defendiendo las verdades que se nos encomendaron. Si otros nos prohíben hacer esta obra, entonces podemos decir, como los apóstoles... “No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. Hechos 4:20.—Los Hechos de los Apóstoles, 57, 58.

martes, febrero 21, 2012

Pensamiento Del Día

Y los hombres se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen? Mateo 8:27.
El Salvador estaba cansado de sus largas y arduas labores, y al quedar por un momento aliviado de la presión de la multitud, se acostó en las duras tablas del barco de pescadores, y se quedó dormido. Poco después, el tiempo, que había sido tranquilo y placentero, cambió. Las nubes cubrieron misteriosamente el cielo, y una violenta tempestad, tal como la que ocurría frecuentemente por aquellos lados, estalló sobre el lago. El sol se había puesto y la negrura de la noche se asentó sobre las aguas. Las olas airadas se arrojaban contra el barco, amenazando a cada momento con hundirlo. Primero, lanzado sobre la cresta de una ola, y después sumergido repentinamente en la parte más baja del lago, el barco era el juguete de la tempestad... Los fuerte y valientes pescadores... no sabían qué hacer en ese vendaval tan terrible...

“Maestro, Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” Marcos 4:38... Este clamor desesperado despertó a Jesús de su sueño refrescante... En su divina majestad se levantó en el humilde barco de los pescadores, en medio de la furiosa tempestad, las olas rompiendo sobre la proa y el vivo resplandor del relámpago iluminando su rostro tranquilo e intrépido. Levantó la mano, tan a menudo empleada en actos de misericordia, y dijo al mar airado: “Calla, enmudece”. La tempestad cesó, las tremendas olas reposaron. Se disiparon las nubes, y las estrellas volvieron a resplandecer. El barco descansaba inmóvil sobre un mar sereno. Entonces, volviéndose a sus discípulos, Jesús los reprendió...: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” Marcos 4:40. Un silencio repentino cayó sobre los discípulos. No se habló una palabra. Ni siquiera el impulsivo Pedro intentó expresar el temor reverencial que llenaba su corazón. Los barcos que habían salido para acompañar a Jesús, se habían visto en el mismo peligro que el de los discípulos. El terror y finalmente la desesperación se habían apoderado de sus ocupantes; pero la orden de Jesús había traído calma donde un momento antes había tumulto. Quedó aliviado todo temor, porque había pasado el peligro. La furia de la tempestad había arrojado los barcos muy cerca unos de otros, y todos los que estaban a bordo de ellos habían presenciado el milagro de Jesús. En el silencio que siguió a la quietud de la tempestad, murmuraban entre sí: “¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?” Marcos 4:41. Nunca olvidaron esta escena impresionante los que fueron testigos de ella.—The Spirit of Prophecy 2:307-309. Ver El Deseado de Todas las Gentes, 301, 302.

lunes, febrero 20, 2012

Pensamiento Del Día

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores... sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Salmos 1:1, 2.
Es esencial que cada súbdito del reino de Dios sea obediente a la ley de Jehová, para que su gloria infinita pueda tener un establecimiento perfecto. Los profesos seguidores de Cristo son probados en esta vida para ver si serán o no obedientes a Dios. La obediencia dará como resultado la felicidad, y asegurará la recompensa de la vida eterna.

El fracaso por parte de Adán en un punto resultó en consecuencias terribles, y el pecado se ha desarrollado hasta proporciones tan vastas, que no se puede medir. Pero en medio de la rebelión y apostasía, en medio de los que fueron desleales, impenitentes y obstinados, Dios mira hacia abajo, sobre los que le aman y guardan sus mandamientos, y dice: “Yo amo a los que me aman”, y haré que tengan su heredad. Proverbios 8:17, 21. “Yo tomaré venganza de mis enemigos, y daré la retribución a los que me aborrecen”. Deuteronomio 32:41.

Cristo vivió de acuerdo con los principios del gobierno moral de Dios, y cumplió las especificaciones de la ley de Dios. Representó los beneficios de la ley en su vida humana.

El hecho de que la ley es santa, justa y buena debe ser puesto de manifiesto delante de todas las naciones, las lenguas y los pueblos, delante de los mundos no caídos, los ángeles, los serafines y los querubines. Los principios de la ley de Dios se manifiestan en el carácter de Jesucristo, y los que cooperan con Cristo, llegando a participar de la naturaleza divina, desarrollan el carácter divino y se convierten en una ilustración de la ley divina. Cristo en el corazón conducirá al ser entero, espíritu, alma y cuerpo, a que esté cautivo a la obediencia de justicia. Los verdaderos seguidores de Cristo estarán en conformidad con la mente, la voluntad y el carácter de Dios, y los principios trascendentales de la ley se demostrarán en la humanidad...

Satanás ha declarado que Dios no sabía nada de abnegación, misericordia y amor, sino que era severo, exigente e implacable. Satanás nunca probó el amor perdonador de Dios porque nunca ejerció un genuino arrepentimiento. Sus representaciones de Dios eran incorrectas; fue un falso testigo, un acusador de Cristo, y un acusador de todos los que se sacuden el yugo satánico y vuelven a rendir una lealtad de corazón al Dios del cielo.—The Review and Herald, 9 de marzo de 1897.

domingo, febrero 19, 2012

Pensamiento Del Día

De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Mateo 5:19.
Cualquiera que deliberadamente quebranta un mandamiento, no guarda ninguno de ellos en espíritu ni en verdad. “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”. Santiago 2:10.

No es la magnitud del acto de desobediencia lo que constituye el pecado, sino el desacuerdo con la voluntad expresa de Dios en el detalle más mínimo, porque demuestra que todavía hay comunión entre el alma y el pecado. El corazón está dividido en su servicio. Niega realmente a Dios, y se rebela contra las leyes de su gobierno.

Si los hombres y las mujeres estuviesen en libertad para apartarse de lo que requiere el Señor y pudieran fijarse una norma de deberes, habría una variedad de normas que se ajustarían a las diversas mentes y se quitaría el gobierno de las manos de Dios. La voluntad de los seres humanos se haría suprema, y la voluntad santa y altísima de Dios, sus fines de amor hacia sus criaturas, no serían honrados ni respetados.

Siempre que los seres creados escogen su propia senda, se oponen a Dios. No tendrán lugar en el reino de los cielos, porque guerrean contra los mismos principios del cielo. Al despreciar la voluntad de Dios, se sitúan en el partido de Satanás, el enemigo de Dios y de la humanidad. No por una palabra, ni por muchas palabras, sino por toda palabra que ha hablado Dios, viviremos. No podemos despreciar una sola palabra, por pequeña que nos parezca, y estar libres de peligro. No hay en la ley un mandamiento que no sea para el bienestar y la felicidad de los hombres y las mujeres, tanto en esta vida como en la venidera. Al obedecer la ley de Dios, sus hijos quedan rodeados de un muro que los protege del mal. Quienes derriban en un punto esta muralla edificada por Dios, destruyen la fuerza de ella para protegerlos, porque abren un camino por donde puede entrar el enemigo para destruir y arruinar.

Al osar despreciar la voluntad de Dios en un punto, nuestros primeros padres abrieron las puertas a las desgracias que inundaron el mundo. Toda persona que siga su ejemplo cosechará resultados parecidos. El amor de Dios es la base de todo precepto de su ley, y los que se aparten del mandamiento labran su propia desdicha y su ruina.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 48, 49.

sábado, febrero 18, 2012

Pensamiento Del Día

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Éxodo 19:5, 6.
Este pacto (Éxodo 19:1-6) es una revelación de la bondad de Dios. El pueblo no la había buscado. No estaban extendiendo sus manos hacia Dios, pero Dios mismo extendió su poderoso brazo, invitándolos a unir sus brazos con el suyo, para que pudiera ser su defensa. Voluntariamente eligió como su herencia a una nación que recién había salido de la esclavitud de Egipto, un pueblo al que había que educar e instruir a cada paso. ¡Qué expresión de la bondad y el amor del Omnipotente!...

Vez tras vez, el Señor permitió que su pueblo fuera llevado a situaciones desesperadas para que, en su liberación, Dios pudiera revelarles su misericordia y su bondad. Si ahora elegían desconfiar de él, podían dudar de la evidencia que estaba ante sus propios ojos. Habían tenido pruebas inconfundibles de que él era el Dios viviente, “fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” Éxodo 34:6. Había honrado a Israel a la vista de todas las inteligencias celestiales. Los condujo hacia él, en una relación de pacto y comunión con él.

Desde su salida de Egipto, los hijos de Israel habían estado tres meses de viaje, y ahora estaban acampados ante el monte Sinaí, donde con una grandiosidad imponente, el Señor habló su ley. No se manifestó en edificios suntuosos hechos por manos humanas, estructuras de diseño humano. Reveló su gloria en un monte alto, un templo de su propia creación. La cumbre del monte Sinaí se elevaba por encima de todos los otros, en una cadena de montañas en el desierto árido. Dios eligió ese monte como el lugar donde se haría conocer por su pueblo.

Apareció en una magnificencia impresionante, y habló con voz audible. Allí se reveló él mismo a su pueblo como nunca lo había hecho en ninguna otra ocasión, mostrándole por eso la importancia de la ley para todas las edades. Dios exige también hoy que guardemos sus mandamientos.—Manuscript Releases, 105, 106.

viernes, febrero 17, 2012

Pensamiento Del Día

En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz. Génesis 22:18.
En el monte Moria, Dios renovó su pacto con Abraham y confirmó con un solemne juramento la bendición que le había prometido a él y a su simiente por todas las generaciones futuras. “Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar”. Génesis 22:16, 17...

El gran acto de fe de Abraham descuella como un fanal de luz que ilumina el sendero de los siervos de Dios en las edades siguientes. Abraham no buscó excusas para no hacer la voluntad de Dios. Durante aquel viaje de tres días tuvo tiempo suficiente para razonar, y para dudar de Dios si hubiera estado inclinado a hacerlo... Abraham era humano, y sus pasiones y sus inclinaciones eran como las nuestras; pero no se detuvo a inquirir cómo se cumpliría la promesa si Isaac muriera. No se detuvo a discutir con su dolorido corazón. Sabía que Dios es justo y recto en todos sus requerimientos, y obedeció el mandato al pie de la letra.

Fue para grabar en Abraham la realidad del evangelio, así como para probar su fe, por lo que Dios le mandó sacrificar a su hijo. La agonía que sufrió durante los aciagos días de aquella terrible prueba fue permitida para que comprendiera por su propia experiencia algo de la grandeza del sacrificio hecho por el Dios infinito en favor de la redención de la humanidad. Ninguna otra prueba podría haber causado a Abraham tanta angustia como la que le causó el ofrecer a su hijo... ¿Qué mayor prueba se puede dar del infinito amor y de la compasión de Dios? “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 132.

jueves, febrero 16, 2012

Pensamiento Del Día

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:15, 16.
Satanás representa la divina ley de amor como una ley de egoísmo. Declara que nos es imposible obedecer sus preceptos. Imputa al Creador la caída de nuestros primeros padres, con toda la miseria que ha provocado, e induce a los hombres y a las mujeres a considerar a Dios como autor del pecado, del sufrimiento y de la muerte. Jesús había de desenmascarar este engaño. Como uno de nosotros, había de dar un ejemplo de obediencia. Para eso tomó sobre sí nuestra naturaleza y pasó por nuestras vicisitudes. “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos”. Hebreos 2:17.

Si tuviésemos que soportar algo que Jesús no soportó, en ese detalle Satanás representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros. Por lo tanto, Jesús fue “tentado en todo según nuestra semejanza”. Soportó toda prueba a la cual estamos sujetos. Y no ejerció en su favor poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente. Como hombre, hizo frente a la tentación, y venció en la fuerza que Dios le daba. Él dice: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Salmos 40:8.

Mientras andaba haciendo bien y sanando a todos los afligidos de Satanás, demostró claramente a los seres humanos el carácter de la ley de Dios y la naturaleza de su servicio. Su vida testifica que para nosotros también es posible obedecer la ley de Dios.

Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se asía del trono de Dios. Como Hijo del Hombre nos dio un ejemplo de obediencia; como Hijo de Dios nos imparte poder para obedecer...

Cristo fue tratado como nosotros merecemos, con el fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, con el fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. Él sufrió la muerte nuestra con el fin de que pudiésemos recibir la vida suya. “Por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5.—El Deseado de Todas las Gentes, 15-17.

miércoles, febrero 15, 2012

Pensamiento Del Día

Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste. Ezequiel 28:15, 16.
Mientras todos los seres creados reconocieron la lealtad del amor, hubo perfecta armonía en el universo de Dios. Cumplir los designios de su Creador era el gozo de las huestes celestiales. Se deleitaban en reflejar la gloria del Todopoderoso y en alabarle. Y su amor mutuo fue fiel y desinteresado mientras el amor de Dios fue supremo. No había nota discordante que perturbara las armonías celestiales. Pero se produjo un cambio en ese estado de felicidad. Hubo uno que pervirtió la libertad que Dios había otorgado a sus criaturas. El pecado se originó en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado por Dios y que era el más exaltado en poder y en gloria entre los habitantes del cielo. Lucifer, el “hijo de la mañana”, era el principal de los querubines cubridores, santo e inmaculado. Estaba en la presencia del Creador, y los incesantes rayos de gloria que envolvían al Dios eterno, caían sobre él...

Poco a poco Lucifer llegó a albergar el deseo de ensalzarse... Aunque toda su gloria procedía de Dios, este poderoso ángel llegó a considerarla como perteneciente a sí mismo. Descontento con el puesto que ocupaba, a pesar de ser el ángel que recibía más honores entre las huestes celestiales, se aventuró a codiciar el homenaje que sólo debe darse al Creador. En vez de procurar el ensalzamiento de Dios como supremo en el afecto y la lealtad de todos los seres creados, trató de obtener para sí mismo el servicio y la lealtad de ellos. Y codiciando la gloria con que el Padre infinito había investido a su Hijo, este príncipe de los ángeles aspiraba al poder que sólo pertenecía a Cristo...

Siendo la ley de amor el fundamento del gobierno de Dios, la felicidad de todos los seres inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los grandes principios de justicia de esa ley. Dios desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la comprensión y del aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia forzada, y otorga a todos el libre albedrío para que puedan servirle voluntariamente.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 13, 14, 12.

martes, febrero 14, 2012

Pensamiento Del Día

Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8.
Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser semejantes a Cristo, obedientes a todos los principios de la ley de Dios. Pero por nosotros mismos somos absolutamente incapaces de alcanzar esas condiciones. Todo lo que es bueno en los seres humanos viene por medio de Cristo. La santidad, que según la Palabra de Dios debemos poseer antes de poder ser salvos, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre los que se someten en obediencia a la disciplina y a las influencias refrenadoras del Espíritu de verdad.

La obediencia de la humanidad puede ser hecha perfecta únicamente por medio del incienso de la justicia de Cristo, que llena con fragancia divina cada acto de acatamiento. La parte que le toca a cada cristiano es perseverar en la lucha por vencer cada falta. Constantemente deben orar al Salvador para que sane las dolencias de su alma enferma. No tienen la sabiduría y la fuerza sin la cual los mortales no pueden vencer; ellas vienen del Señor, y él las confiere a los que en humillación y contrición buscan su ayuda...

La razón por la que muchos que una vez conocieron y amaron al Salvador están ahora en tinieblas, vagando muy lejos de él, es porque en la confianza de sí mismos y con autosuficiencia han seguido sus propias inclinaciones. No caminaron en el camino del Señor, que es el único camino de paz y felicidad. Por causa de la desobediencia se aislaron del todo de recibir sus bendiciones, cuando por medio de la obediencia podrían haber ido adelante en su fuerza.

La evidencia más amplia concedida por Dios de que desea la salvación de todos, será la condenación de los que rechacen el don del Cielo. En el último gran día, cuando todos sean recompensados o castigados de acuerdo con su obediencia o desobediencia, la cruz del Calvario aparecerá claramente ante los que se hallen frente al Juez de toda la tierra para recibir la sentencia eterna. Se los capacitó para que comprendieran algo del amor que Dios ha expresado por los seres humanos caídos. Ven cuán grandemente ha sido deshonrado por los que continuaron en la transgresión, escogiendo ponerse junto a Satanás y manifestando menosprecio por la ley de Jehová. Ven que la obediencia a esa ley les hubiera traído vida y salud, prosperidad y el bien terno.—The Review and Herald, 15 de marzo de 1906. Ver Los Hechos de los Apóstoles, 428.

lunes, febrero 13, 2012

Pensamiento Del Día

Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6.
Debe enseñarse a los hijos que son parte de la firma de la familia. Hay que alimentarlos, vestirlos, amarlos y cuidar de ellos; y ellos deben responder a todas estas mercedes trayendo toda la felicidad posible a la familia de la cual son miembros. De esa manera llegan a ser hijos e hijas de Dios, misioneros en el círculo familiar.

Si los padres descuidan la educación de sus hijos, los privan de lo que es necesario para el desarrollo de un carácter simétrico, equilibrado, que les será de la mayor bendición a través de toda su vida. Si se les permite a los hijos que hagan lo que quieran, reciben la idea de que hay que servirlos, cuidarlos, satisfacerlos y divertirlos. Creen que sus deseos y voluntades deben ser complacidos. Educados en esta forma, llevan a través de toda su experiencia religiosa las deficiencias de la instrucción que recibieron en el hogar.

Dios quiere que nuestras familias sean símbolos de la familia del cielo. Recuerden esto cada día los padres y los hijos, y relaciónense unos con otros como miembros de la familia de Dios. Entonces su vida será de tal carácter que dará al mundo una lección objetiva de lo que pueden ser las familias que aman a Dios y guardan sus mandamientos. Cristo será glorificado; su paz, su gracia y su amor saturarán el círculo familiar como un perfume precioso. Y cuando los hijos de los misioneros cristianos observen los mandamientos y sean disciplinados, su vida será como una hermosa ofrenda para Dios.

Esto alegrará el corazón de Jesús y será considerado por él como la ofrenda más preciosa que pueda recibir.

Que el Señor Jesucristo sea un objeto de adoración en cada familia. Si los padres le dan sus hijos una educación apropiada, ellos mismos serán felices al ver el fruto de su cuidadosa instrucción en el carácter semejante al de Cristo que tienen sus hijos. Están haciendo el servicio más elevado a Dios al presentar al mundo familias bien ordenadas, bien disciplinadas, que no sólo temen al Señor, sino que lo honran y lo glorifican por medio de su influencia sobre otras familias, y recibirán su recompensa.—The Review and Herald, 17 de noviembre de 1896.

domingo, febrero 12, 2012

Pensamiento Del Día

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Colosenses 3:20.
 Los hijos que deshonran y desobedecen a sus padres, y desprecian sus consejos e instrucciones, no pueden tener parte en la tierra renovada y purificada. Esta no será para el hijo o la hija que hayan sido rebeldes, desobedientes e ingratos. A menos que los tales aprendan a obedecer y someterse aquí, nunca lo aprenderán; la paz de los redimidos no será turbada por hijos desobedientes, revoltosos y no sumisos. Nadie que viole los mandamientos puede heredar el reino de los cielos.

Se requiere que los jóvenes en cualquier cosa que hagan, lo hagan todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por él. Vi que sólo unos pocos jóvenes entienden lo que significa ser cristianos, ser semejantes a Cristo. Tendrán que aprender las verdades de la Palabra de Dios antes de que puedan ajustarse al modelo. No hay un joven en veinte que haya experimentado en su vida esa separación del mundo que el Señor requiere de todos los que llegarán a ser miembros de su familia, hijos del Rey celestial. “Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré. Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. 2 Corintios 6:17, 18.

¡Qué promesa se hace aquí con la condición de que seamos obedientes! ¿Tienen que separarse de amigos y parientes al decidir obedecer las sublimes verdades de la Palabra de Dios? ¡Cobren ánimo! Dios ha hecho provisión para ustedes. Sus brazos están abiertos para recibirlos. Salgan de entre ellos y sepárense, y no toquen lo impuro, y él los recibirá. Promete ser un Padre para ustedes. ¡Oh, qué relación es esta!, más sublime y santa que cualquier lazo terrenal. Si hacen el sacrificio, si tienen que dejar a padre, o a madre, o a hermanas, o a hermanos, o a esposa, o a hijos por causa de Cristo, no se quedarán sin amigos. Dios los adopta en su familia y llegan a ser miembros de la familia real, hijos e hijas del Rey que gobierna en el Cielo de los cielos. ¿Pueden desear una posición más exaltada que la que se promete aquí? ¿No es esto suficiente?—Testimonies for the Church 1:497, 498, 510.

sábado, febrero 11, 2012

Pensamiento Del Día

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne. Romanos 8:3.
La felicidad de los seres humanos siempre debe estar protegida por la ley de Dios. Sólo en la obediencia pueden encontrar verdadera felicidad. La ley es el cerco que Dios colocó alrededor de su viña. Por ella, los que la obedezcan están protegidos del mal. En la transgresión, Adán llegó a ser una ley para sí mismo. Por la desobediencia fue puesto bajo servidumbre, y de esa manera entró en los seres humanos un elemento discordante, nacido del egoísmo. Ya no armonizaba su voluntad con la voluntad de Dios. Adán se había unido con las fuerzas desleales, y la voluntad propia empezó una campaña contra Dios.

Por medio de Cristo se presenta el verdadero ideal. Hizo lo posible para que la humanidad estuviera una vez más unida con Dios. Vino para sufrir la sentencia de muerte en lugar del transgresor. Ni un precepto de la ley podía alterarse para hacer frente a los hombres y a las mujeres en su condición caída; por lo tanto, Cristo dio su vida en su favor, para sufrir en su lugar el castigo de la desobediencia. Esta era la única forma en la que la humanidad podía ser salvada, la única forma en que podía demostrarse que es posible para la humanidad guardar la ley. Cristo vino a esta tierra y ocupó el lugar que ocupó Adán, venció donde Adán falló en vencer. Nos ha sido hecho sabiduría y justificación y santificación y redención...

Antes de la fundación del mundo, Cristo empeñó su palabra en que daría su vida como un rescate si los hombres y las mujeres se apartaban de su lealtad a Dios. Reveló su amor humillándose a sí mismo, descendiendo del cielo para trabajar entre los caídos, indisciplinados y rebeldes seres humanos. Por ellos mismos no tendrían posibilidades de hacer frente al enemigo. Cristo se ofrece a sí mismo con todo lo que tiene, su gloria, su carácter, al servicio de los que vuelvan a su lealtad y guarden la ley de Dios. Esta es su única esperanza. Cristo dice categóricamente: no vine a destruir la ley. La ley es un trasunto del carácter de Dios, y vine para cumplir sus mismas especificaciones. Vine a vindicarla viviéndola en la naturaleza humana, dando un ejemplo de obediencia perfecta.—The Signs of the Times, 13 de junio de 1900.

viernes, febrero 10, 2012

Pensamiento Del Día

¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Romanos 6:16.
Adán no se detuvo a calcular el resultado de su desobediencia... Con el privilegio de la visión retrospectiva, podemos ver lo que significa desobedecer los mandamientos de Dios. Adán cedió a la tentación, y al ver nosotros el tema del pecado y sus consecuencias presentado en forma tan clara ante nosotros, podemos razonar de causa a efecto y ver que la dimensión del acto no es lo que constituye el pecado, sino la desobediencia a la voluntad expresa de Dios, lo que es una virtual negación de Dios, al rechazar las leyes de su gobierno.

La felicidad de los hombres y las mujeres reside en su obediencia a las leyes de Dios. En su obediencia a la ley de Dios se ven rodeados como por un cerco y guardados del mal. No pueden ser felices y [al mismo tiempo] apartarse de los requerimientos específicos de Dios y establecer para sí mismos una norma que deciden que pueden seguir con seguridad. Habría una gran variedad de normas para adaptarse a las diferentes mentes; el gobierno sería arrancado de las manos del Señor y los seres humanos tomarían las riendas del gobierno. [Cuando] se establece la ley del yo, la voluntad de la humanidad es hecha suprema, y cuando la elevada y santa voluntad de Dios se presenta para ser obedecida, respetada y honrada, el ser humano desea seguir su propio camino y obedecer sus propios impulsos, y surge una controversia entre el agente humano y el divino.

La caída de nuestros primeros padres rompió la cadena dorada de la obediencia implícita de la voluntad humana a la divina. Nunca más la obediencia ha sido considerada como una necesidad absoluta. Los agentes humanos van tras sus propias imaginaciones, acerca de las cuales el Señor dijo, refiriéndose a los habitantes del mundo antiguo, que se dirigían de continuo solamente al mal. El Señor Jesús declaró que había guardado los mandamientos de su Padre. ¿Cómo? Como hombre. “He aquí, que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”. Hebreos 10:7. Frente a las acusaciones de los judíos, él se mantuvo con su carácter puro, virtuoso y santo mientras los desafiaba: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46... Mediante su palabra y su ejemplo práctico el Hijo unigénito del Dios infinito nos ha legado un modelo sencillo que debemos copiar. Mediante sus palabras nos ha educado para que obedezcamos a Dios, y mediante su propio ejemplo nos ha mostrado de qué modo podemos obedecer.—Manuscript Releases, 337-339. Ver Reflejemos a Jesús, 48; Exaltad a Jesús, 163.

jueves, febrero 09, 2012

Pensamiento Del Día

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efesios 2:8.
Dios quiere que alcancemos al ideal de perfección hecho posible para nosotros por el don de Cristo. Nos invita a que escojamos el lado de la justicia, a ponernos en relación con los agentes celestiales, a adoptar principios que restaurarán en nosotros la imagen divina. En su Palabra escrita y en el gran libro de la naturaleza ha revelado los principios de la vida. Es tarea nuestra conocer estos principios y por medio de la obediencia cooperar con Dios en restaurar la salud del cuerpo tanto como la del alma.

Los seres humanos necesitan aprender que sólo cuando reciben la gracia de Cristo pueden poseer en su plenitud las bendiciones de la obediencia. Esta es la que capacita a los hombres y a las mujeres para obedecer las leyes de Dios y para libertarse de la esclavitud de los malos hábitos. Es el único poder que puede hacerlos firmes en el buen camino y permanecer en él.

Cuando se recibe el evangelio en toda su pureza y con todo su poder, es un remedio para las enfermedades originadas por el pecado. Sale el Sol de justicia, “trayendo en sus rayos salud”. Malaquías 4:2 (NVI). Todo lo que el mundo proporciona no puede sanar el corazón quebrantado, ni dar la paz al espíritu, ni disipar las inquietudes, ni desterrar la enfermedad. La fama, el genio y el talento son impotentes para alegrar el corazón entristecido o restaurar la vida malgastada. La vida de Dios en el alma es la única esperanza de la humanidad.

El amor que Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder vivificante. Da salud a cada una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y los nervios... Implanta en el alma un gozo que nada en la tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que da salud y vida...

Aunque el pecado ha venido reforzando durante siglos su asidero sobre la familia humana, aun cuando por medio de la mentira y el artificio Satanás ha echado la negra sombra de su interpretación sobre la Palabra de Dios, y ha inducido a los hombres y a las mujeres a dudar de la bondad divina, a pesar de todo esto, el amor y la misericordia del Padre no han dejado de manar hacia la tierra en caudalosos ríos. Si los seres humanos abriesen hacia el cielo las ventanas del alma, para apreciar los dones divinos, un raudal de virtud curativa la inundaría.—El Ministerio de Curación, 77-79.

miércoles, febrero 08, 2012

Pensamiento Del Día

Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Romanos 5:19.
[Las Escrituras nos cuentan] este relato tan importante como para que lo conozca cada ser humano. Por una parte se presenta la desobediencia de Adán, con sus consecuencias; por la otra, la obediencia de Cristo. El Jardín del Edén fue deshonrado por la desobediencia de Adán; pero así como por la transgresión de uno los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos son constituidos justos.

El mundo ha sido honrado con la presencia de un Hombre que fue total y completamente obediente; uno que no sólo creyó y enseñó las demandas de la ley de Dios, sino que vivió la ley. Toda su vida fue una representación de sus santos principios. Su obediencia se manifestó en la horrible agonía que soportó en el jardín del Getsemaní, y por medio de sus sufrimientos trajo perdón a los desobedientes.

Cuando Cristo presentó a sus discípulos las condiciones de la salvación, dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Lucas 9:23. La abnegación y la cruz yacen directamente en el sendero de cada alma que quiere seguir a Jesús. Encontraremos oposición en cada paso en nuestro progreso hacia el cielo; porque Satanás vendrá de muchas maneras para llevarnos por mal camino, para engañarnos, y para revestir el pecado con la apariencia de bien...

Los exhorto... a considerar cuidadosamente la abnegación y el sacrificio de sí mismo que Cristo soportó en su favor, para que ustedes, si lo eligen, puedan tener esa felicidad y paz en esta vida que él solo puede dar, y una eternidad de felicidad en el futuro. Si es así, ¿no llegarán a ser misioneros para Cristo? ¿No están dispuestos a negar el yo por amor a él? ¿A considerar cómo pueden servir al que ha hecho tal servicio por ustedes al redimir sus almas del poder del pecado y de Satanás? Cuando estuvo sobre la tierra, Cristo dijo de sí mismo: “Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve”. Lucas 22:27. No luchó para conseguir el lugar más elevado, porque fue manso y humilde de corazón. Él los invita a aprender de él, a llevar su yugo, el yugo de la obediencia a cada precepto de Jehová.—The Youth’s Instructor, 1 de abril de 1897.

martes, febrero 07, 2012

Pensamiento Del Día

Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Éxodo 24:7.
Se hizo entonces la preparación para la ratificación del pacto, de acuerdo con las instrucciones de Dios se cita. Éxodo 24:4-8...

Aquí los israelitas recibieron las condiciones del pacto. Hicieron un pacto solemne con Dios, que representaba el pacto hecho entre Dios y cada creyente en Jesucristo. Las condiciones fueron claramente presentadas delante del pueblo. No se los dejó librados a entenderlas mal. Cuando se les requirió que decidieran si convenían con todas las condiciones dadas, unánimemente consintieron en obedecer cada obligación. Ya habían consentido en obedecer los mandamientos de Dios. Fueron especificados entonces los principios de la ley para que ellos pudieran saber cuánto estaba implicado en comprometerse a obedecer la ley; y aceptaron los detalles específicamente definidos de la ley.

Si los israelitas hubiesen obedecido los requisitos de Dios, habrían sido cristianos prácticos. Habrían sido felices, pues habrían estado siguiendo por los caminos de Dios y no las inclinaciones de su propio corazón natural. Moisés no les dejó que interpretaran erróneamente las palabras del Señor o que aplicaran mal sus requisitos. Escribió todas las palabras del Señor en un libro para que después se pudiera hacer referencia a ellas. En el monte las había escrito como las dictó Cristo mismo.

Valientemente los israelitas pronunciaron las palabras que prometían obediencia al Señor, después de escuchar el pacto divino leído a oídos del pueblo. Dijeron: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos”. Entonces el pueblo fue puesto aparte y sellado para Dios. Se ofreció un sacrificio al Señor. Se asperjó sobre el altar una porción de la sangre del sacrificio. Esto significaba que el pueblo se había consagrado, cuerpo, mente y alma, a Dios. Una porción fue asperjada sobre el pueblo. Esto significaba que mediante la sangre asperjada de Cristo, Dios bondadosamente los aceptaba como su tesoro especial. Así los israelitas entraron en un pacto solemne con Dios.—Comentario Bíblico Adventista 1:121.

lunes, febrero 06, 2012

Pensamiento Del Día

Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 2 Pedro 1:10.
La vida eterna vale más que cualquier sacrificio, y Jesús dijo: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. Lucas 14:33. El que no hace nada sino que espera ser impulsado por algún ser sobrenatural, esperará en la inacción y oscuridad. Dios ha dado su palabra, y habla en un lenguaje inconfundible a su alma. ¿No es la palabra de su boca suficiente para mostrarle su deber, e instarlo a que lo haga?

Los que se humillan e investigan las Escrituras con oración, para conocer y hacer la voluntad de Dios, no tendrán dudas de sus obligaciones para con Dios. Porque “el que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios”. Juan 7:17. Si usted conoce el misterio de la piedad, debe seguir la sencilla palabra de verdad, lo sienta o no lo sienta; tenga emoción o no. Hay que rendir obediencia a partir de un sentido del principio, y debe practicarse lo correcto bajo todas las circunstancias. Éste es el carácter que es elegido de Dios para salvación.

En la Palabra de Dios se da la prueba de un cristiano genuino. Dice Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15. “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él... El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. Juan 14:21, 23, 24.

Aquí están las condiciones sobre las cuales cada alma será elegida para la vida eterna. Su obediencia a los mandamientos de Dios demostrará su derecho a la herencia con los santos en luz. Dios ha elegido una cierta excelencia de carácter, y cada uno que, por medio de la gracia de Cristo, alcance la norma de sus requerimientos, tendrá una entrada abundante al reino de la gloria.—Christian Education, 117, 118.

domingo, febrero 05, 2012

Pensamiento Del Día

Y el que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. 1 Juan 3:24.
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él”. Juan 14:21.

[La frase] “El que tiene mis mandamientos” quiere decir una persona que tuvo luz sobre lo que constituyen los mandamientos de Dios, y no los desobedecerá aunque pueda serle ventajoso hacerlo... Si no fuera posible para nosotros guardar los mandamientos de Dios, todos estaríamos perdidos. Pero bajo el pacto abrahámico, el pacto de gracia, se hizo toda provisión para la salvación. “Por gracia sois salvos”. “Mas a todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Efesios 2:8; Juan 1:12...

Hay sólo dos clases en nuestro mundo: los obedientes y los desobedientes; los santos y los impíos. Cuando nuestras transgresiones fueron colocadas sobre Jesús, fue contado con los impíos a cuenta del pecador. Llegó a ser nuestro Sustituto, nuestra Seguridad ante el Padre y todos los ángeles celestiales. Imputándole los pecados del mundo a Jesús, llegó a ser el pecador en lugar de nosotros, y sobre él recayó la maldición debida a nuestros pecados. Nos resulta apropiado contemplar la vida de humillación de Cristo y su muerte agonizante, porque fue tratado como el pecador merece ser tratado. Vino a nuestro mundo revistiendo su divinidad con la humanidad para soportar el examen y la prueba de Dios. Por su ejemplo de obediencia perfecta en su naturaleza humana, nos enseña que podemos ser obedientes.

Y el apóstol escribe: “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. 2 Pedro 1:2-4. Aquí se revela claramente que todos los que creen en Jesucristo llegan a ser participantes de la naturaleza divina. Que la divinidad y la humanidad cooperen, y los seres humanos caídos podrían ser más que vencedores por medio de Cristo Jesús.—The Signs of the Times, 24 de abril de 1893.

sábado, febrero 04, 2012

Pensamiento Del Día

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1 Samuel 15:22.
La palabra del Señor debe obedecerse sin discusión; debe ser la autoridad suprema en nuestra vida. Saúl se apartó del mandamiento expreso del Señor, y trató de acallar los remordimientos de la conciencia convenciéndose a sí mismo de que el Señor aceptaría su sacrificio y pasaría por alto su desobediencia. Cuando el profeta Samuel vino para encontrarlo, Saúl actuó como si se considerara un hombre recto, y exclamó: “Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová”. 1 Samuel 15:13.

Pero las muestras inconfundibles de su desobediencia eran tan palpables, que su afirmación de obediencia tenía poco peso. “Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos”. 1 Samuel 15:14, 15. “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”. 1 Samuel 15:22, 23...

La palabra de Dios debe ser de autoridad suprema. Dice el Señor: “No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios”. Salmos 89:34. Dios no podría cambiar un ápice de su ley sin dejar de ser supremo. La gente no puede torcer la ley de Dios para adaptarla a sus ideas, y, fallando en comprometerse en estar en armonía con ella, traspasan sus mandamientos y violan sus preceptos. Demasiado tarde va a aprender el mundo que no puede juzgar la palabra de Dios, sino que la palabra de Dios lo juzgará. ¡Ojalá que cada uno considere cuán necio y malvado es contender con Dios! ¡Ojalá que dejen de oponer su voluntad contra la voluntad del Infinito! Además, los que se oponen a Dios aprenderán que, al hacerlo así, han abandonado la única senda que conduce a la santidad, la felicidad y el cielo.—The Signs of the Times, 9 de enero de 1896.

viernes, febrero 03, 2012

Pensamiento Del Día

Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la... suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Génesis 3:15.
Adán y su compañera vieron los primeros signos de decadencia en las flores mustias y la caída de las hojas. Fue presentada con nitidez ante su mente la dura realidad de que todo lo viviente debía morir. Hasta el aire, del cual dependía la vida, llevaba los gérmenes de la muerte.

También se les recordaba de continuo la pérdida de su dominio. Adán había sido el rey de los seres inferiores, y mientras permaneció fiel a Dios, toda la naturaleza reconoció su gobierno, pero cuando pecó, perdió su derecho al dominio. El espíritu de rebelión, al cual él mismo había dado entrada, se extendió a toda la creación animal. De ese modo, no sólo la vida de los humanos, sino también la naturaleza de las bestias, los árboles del bosque, el pasto del campo, hasta el aire que respiraban, hablaban de la triste lección del conocimiento del mal.

Sin embargo los mortales no fueron abandonados a los resultados del mal que habían escogido. En la sentencia pronunciada contra Satanás se insinuó la redención. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer”, dijo Dios, “y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Génesis 3:15. Esta sentencia, pronunciada a oídos de nuestros primeros padres, fue para ellos una promesa. Antes que oyesen hablar de los espinos y cardos, del trabajo rudo y del dolor que les habían de tocar en suerte, o del polvo al cual debían volver, oyeron palabras que no podían dejar de infundirles esperanza. Todo lo que se había perdido al ceder a las insinuaciones de Satanás, se podía recuperar por medio de Cristo.

La naturaleza nos repite también esta indicación. Aunque está manchada por el pecado, no sólo habla de la creación sino también de la redención. Aunque por los signos evidentes de decadencia la tierra da testimonio de la maldición que pesa sobre ella, aún es hermosa y rica en señales del poder vivificador. Los árboles se despojan de sus hojas sólo para vestirse de nuevo verdor; las flores mueren, para brotar con nueva belleza; y en cada manifestación del poder creador se afirma la seguridad de que podemos ser creados de nuevo en “justicia y santidad de verdad”. Efesios 4:24. De ese modo, los mismos objetos y las funciones de la naturaleza, que tan vívidamente nos recuerdan nuestra gran pérdida, llegan a ser para nosotros mensajeros de esperanza.

Por doquiera llegue la maldad, se oye la voz de nuestro Padre que muestra a sus hijos, por sus resultados, la naturaleza del pecado, les aconseja que abandonen el mal y los invita a recibir el bien.—La Educación, 26, 27.

jueves, febrero 02, 2012

Pensamiento Del Día

Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Génesis 3:5.
Cuando Eva vio que “el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría... tomó de su fruto, y comió”. Era de sabor agradable, y a medida que comía le parecía sentir un poder vivificador, y se imaginó que penetraba en un estado superior de existencia. Una vez que hubo pecado, se transformó en tentadora de su esposo, “el cual comió así como ella”. Génesis 3:6.

“Serán abiertos vuestros ojos”, había dicho el enemigo; “y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. Génesis 3:5. Fueron abiertos ciertamente sus ojos, pero ¡cuán triste fue esa apertura! Todo lo que ganaron los transgresores fue el conocimiento del mal, la maldición del pecado. En la fruta no había nada venenoso y el pecado no consistía meramente en ceder al apetito. La desconfianza en la bondad de Dios, la falta de fe en su palabra, el rechazamiento de su autoridad, fue lo que convirtió a nuestros primeros padres en transgresores e introdujo en el mundo el conocimiento del mal. Eso fue lo que abrió la puerta a toda clase de mentiras y errores.

El hombre y la mujer perdieron todo porque prefirieron oír al engañador en vez de escuchar a Aquel que es la Verdad, el único que tiene entendimiento. Al mezclar el mal con el bien, su mente se tornó confusa, y se entorpecieron sus facultades mentales y espirituales. Ya no pudieron apreciar el bien que Dios les había otorgado tan generosamente.

Adán y Eva habían escogido el conocimiento del mal, y si alguna vez habían de recobrar la posición perdida, tenían que hacerlo en las condiciones desfavorables que ellos mismos se habían creado. Ya no habían de morar en el Edén, porque éste, en su perfección, no podía enseñarles las lecciones que les eran esenciales desde entonces. Con indescriptible tristeza se despidieron del hermoso lugar, y fueron a morar en la tierra, sobre la cual descansaba la maldición del pecado...

Aunque la tierra estaba marchita por la maldición, la naturaleza debía seguir siendo el libro de texto de la humanidad. Ya no podía representar la bondad solamente, porque el mal estaba presente en todas partes y arruinaba la tierra, el mar y el aire con su contacto contaminador. Donde antes había estado escrito únicamente el carácter de Dios, el conocimiento del bien, ahora también estaba escrito el carácter de Satanás, el conocimiento del mal. La humanidad debía recibir continuamente amonestaciones de la naturaleza, que ahora revelaba el conocimiento del bien y del mal, referentes a los resultados del pecado.—La Educación, 25, 26.

miércoles, febrero 01, 2012

Pensamiento Del Día

Pues este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5:3.
Mediante su palabra y su ejemplo práctico el Hijo unigénito del Dios infinito nos ha legado un modelo sencillo que debemos copiar. Mediante sus palabras nos ha educado para que obedezcamos a Dios, y mediante su propio ejemplo nos ha mostrado de qué modo le podemos obedecer. Su deseo es que cada ser humano realice esta mismísima obra: que obedezca a Dios inteligentemente, y que por precepto y ejemplo enseñe a otros lo que deben hacer para transformarse en hijos obedientes de Dios.

Jesús ha hecho posible que todo el mundo obtenga un conocimiento inteligente de su misión y obra divinas. Vino para representar el carácter de su Padre ante el mundo, y a medida que estudiamos la vida, las palabras y las obras de Jesucristo... recibimos ayuda en la educación de la obediencia a Dios; y al imitar el ejemplo que nos ha dado, nos transformamos en epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. Nosotros somos los medios humanos vivientes llamados a representar el carácter de Jesucristo ante el mundo. Cristo no sólo dio reglas explícitas para demostrarnos de qué manera podemos llegar a ser hijos obedientes, sino que con su propia vida y carácter ilustró exactamente cómo realizar aquello que es correcto y aceptable ante Dios, de modo que no hubiera excusa para que no hiciéramos lo que es agradable ante su vista.

Siempre debiéramos estar agradecidos porque Jesús ha probado con hechos reales que podemos guardar los mandamientos de Dios, desmintiendo con ello la falsedad satánica de que no podemos guardarlos. El gran Maestro vino a nuestro mundo para ocupar su lugar a la cabeza de la humanidad, para así elevar y santificar a la humanidad mediante su obediencia santa a todos los requerimientos divinos, y demostrar... que es posible obedecer todos los mandamientos de Dios. Así comprobó que es posible gozar de una vida entera de obediencia. De la misma manera, él envía a seres humanos al mundo, igual como el Padre envió al Hijo, para que ilustren la vida de Cristo con su propia vida.—Exaltad a Jesús, 163.

Cristo redimió el desgraciado fracaso de la caída de Adán, y fue vencedor, testificando así ante los mundos no caídos y ante la humanidad caída que los seres humanos podían guardar los mandamientos de Dios por medio del poder divino que el cielo les concedía. Jesús, el Hijo de Dios, se humilló y soportó la tentación por nosotros, y venció en favor de nosotros, para mostrarnos cómo podemos vencer. Así, con los lazos más estrechos, vinculó sus intereses divinos con la humanidad...—Mensajes Selectos 3:154.