sábado, diciembre 31, 2011

Pensamiento Del Día

Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Hebreos 10:37, 38.
Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados del mundo está abriendo de par en par las puertas del Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes “no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. Isaías 65:17. “No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:35-37.

Alcemos los ojos y dejemos que nuestra fe aumente de continuo. Dejemos que esta fe nos guíe a lo largo de la senda estrecha que ha de llevarnos por las puertas de la ciudad al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria que espera a los redimidos. “Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia: confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca”. Santiago 5:7, 8.

Las naciones de los salvos no conocerán otra ley que la del cielo. Todos constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las vestiduras de alabanza y agradecimiento. Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se unirán para proclamar: No habrá más pecado ni muerte.—La Historia de Profetas y Reyes, 540, 541.

viernes, diciembre 30, 2011

Pensamiento Del Día

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Apocalipsis 21:7.
No nos desanimemos; no temamos. Aunque soportemos tentaciones y seamos acosados por el astuto enemigo, si tenemos el temor de Dios, ángeles poderosos serán enviados para ayudarnos, y podremos ser más que contrincantes para los poderes de las tinieblas. Jesús vive. El murió para proveer una vía de escape para la raza caída, y vive hoy para interceder por nosotros y para que podamos ser exaltados a una posición destacada junto a él. Nuestra esperanza está en Dios. El mundo está desplazándose por el camino ancho; y mientras transitemos por la senda angosta, tendremos que luchar contra principados y potestades y deberemos enfrentar la oposición de sus enemigos. Recordemos que se ha hecho provisión para nosotros. La ayuda está en Aquel que es poderoso, y mediante él podemos vencer.

“Salgan de entre ellos y sepárense”, dice Dios Todopoderoso, “y yo los recibiré, y serán mis hijos e hijas” ¡Qué promesa maravillosa! Gracias a ella llegaremos a ser miembros de la familia real, herederos del reino celestial. Si una persona es honrada por alguno de los monarcas de la tierra, o llega a relacionarse con ellos, aparece en los periódicos del día siguiente y despierta la envidia de los que no se consideran tan afortunados. Pero aquí hay Uno que es rey sobre todo, el monarca del universo, el originador de toda cosa buena. El nos dice: “Yo los haré mis hijos y mis hijas; los uniré a mí; se convertirán en miembros de la familia real e hijos del Rey celestial”.

Y Pablo nos recuerda: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. 2 Corintios 7:1. ¿Por qué no hacerlo teniendo tal aliciente, la oportunidad de convertirnos en hijos del Dios Altísimo y el privilegio de llamar Padre nuestro al Dios del cielo?—The Review and Herald, 31 de mayo de 1870.

jueves, diciembre 29, 2011

Pensamiento Del Día

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. Apocalipsis 1:7, 8.
La manera de actuar de Dios es hacer de las pequeñeces el comienzo del triunfo de la verdad y la justicia. Por esta razón, ninguno necesita sentirse alborozado por un próspero comienzo, ni apesadumbrado por la aparente debilidad. Dios es para su pueblo riqueza, plenitud y poder. Como los collados eternos, sus propósitos para el pueblo escogido son firmes e inamovibles.

Recordemos que no fue el poder humano el que estableció la iglesia de Dios, ni será el que pueda destruirla. De generación en generación el Espíritu Santo es una fuente rebosante de vida... Hay victoria para todos los que luchan legítimamente en perfecta armonía con la ley de Dios. Ellos triunfarán sobre toda oposición. Mientras realizan la obra de Dios en medio de sus enemigos, recibirán la protección de los santos ángeles.

Cristo se compromete a ayudar a todos los que se unen a su ejército para cooperar con él en la lucha contra enemigos visibles e invisibles. El promete que junto con él serán herederos de una herencia inmortal, y que reinarán como reyes y sacerdotes delante de Dios. Los que estén dispuestos a participar en esta vida de la humillación del Salvador, compartirán con él su gloria. Los que por un tiempo prefieran sufrir aflicciones con el pueblo de Dios antes que gozar de los placeres del pecado recibirán un lugar con Cristo en su trono eterno.

Aferrémonos a la Palabra de vida. La tempestad de la oposición se agotará en su propia furia. El clamor se desvanecerá. Llevemos adelante la obra del Maestro alegremente y con valor. El Padre, que desde arriba observa a sus escogidos con la más tierna solicitud, bendecirá los esfuerzos hechos en su nombre. Su obra nunca cesará hasta que se complete en medio del grito triunfal: “Gracias, gracias a él”.—The Signs of the Times, 14 de noviembre de 1900.

miércoles, diciembre 28, 2011

Pensamiento Del Día

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.
Mientras estemos sobre la tierra no podremos escapar de los conflictos y las tentaciones, pero en cada tormenta tendremos un refugio seguro. Jesús nos dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33. Las fuerzas de Satanás están confederadas contra nosotros, y tenemos que afrontar a un enemigo diligente; pero si prestamos atención a la amonestación de Cristo estaremos seguros. “Velad y orad, para que no entréis en tentación”. Mateo 26:41. Hay enemigos que resistir y vencer, pero Jesús está de nuestro lado, listo para fortalecernos para cada ataque. “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4.

La fe ve a Jesús como nuestro mediador a la diestra de Dios. La fe contempla las mansiones que fue a preparar para los que lo aman. La fe ve el manto y la corona preparados para el vencedor. La fe escucha el canto de los redimidos y acerca las glorias eternas. Si queremos ver al Rey en su belleza debemos allegarnos a Jesús para obedecerlo por amor.

Hay paz en creer y gozo en el Espíritu Santo. ¡Crean! ¡Crean! Mi alma clama: ¡Crean! Descansen en Dios. El es capaz de mantener lo que le hemos consagrado, y nos hará más que vencedores mediante Aquel que nos amó.

Recordemos que todos los que tengan puesto el vestido de boda habrán pasado por la gran tribulación. Los poderosos embates de la tentación nos golpearán a todos. La larga noche de vigilia, fatiga y dificultades aún no ha pasado. Cristo pronto ha de venir. ¡Preparémonos! Los ángeles de Dios están procurando quitarnos la atracción que sentimos por nosotros mismos y por las cosas terrenales. No trabajemos en vano. La fe, una fe viva, es lo que necesitamos; esa fe que obra por amor y purifica el ser entero. Recordemos el Calvario y el terrible e infinito sacrifico hecho allí en beneficio del hombre. Jesús nos invita a venir a él así como estamos, y a hacer de él nuestra fuerza y nuestro Amigo eterno.—The Review and Herald, 17 de abril de 1894.

martes, diciembre 27, 2011

Pensamiento Del Día

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 1 Pedro 2:21-24.
Jesús fue atribulado en todas nuestras aflicciones. El Capitán de nuestra salvación fue hecho perfecto por medio del sufrimiento. En esta vida seremos probados para ver si somos capaces o no de soportar la prueba de Dios. Las tentaciones de Satanás vendrán sobre nosotros para probarnos, pero la pregunta de mayor importancia es: ¿Caeremos vencidos, o venceremos?... Como nuestro gran ejemplo, podremos afrontar a Satanás con el arma de la Palabra de Dios, diciéndole cuando nos tiente a hacer el mal: “Está escrito”. Mateo 4:4.

Satanás sabe mejor que muchos profesos cristianos lo que está escrito, porque es un estudiante diligente de la Biblia. Pero él obra para pervertir la verdad y llevar a los hombres por el sendero de la desobediencia. Los induce a descuidar la investigación de la Palabra de Dios porque sabe que testifican contra él al denunciar que sus obras son malas. Lo describe como el ángel apóstata que cayó del cielo arrastrando en la rebelión contra su Creador a una tercera parte de las huestes celestiales.

Satanás está buscando continuamente apartar la mente humana de Dios y de su Palabra. Sabe que si puede conseguir que los hombres descuiden las Escrituras, pronto podrá desviarlos de sus preceptos, y finalmente los hará olvidar a su Hacedor. Al aceptar las sugerencias e instrucciones del adversario de Dios y del hombre, los hombres malos y los ángeles caídos formarán una confederación contra el Dios del cielo.

Los que desean ser leales a su Hacedor estarán sujetos a pruebas y tentaciones, pero si realmente viven para él y tienen sus vidas escondidas con Cristo en Dios, también sabrán lo que es tener las bendiciones que Dios derrama sobre los fieles y obedientes.—The Signs of the Times, 28 de agosto de 1893.

lunes, diciembre 26, 2011

Pensamiento Del Día

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Apocalipsis 12:11.
Consideremos la vida y el sufrimiento de nuestro precioso Salvador en nuestro favor, y recordemos que si no estamos dispuestos a soportar pruebas, fatigas, conflictos, y a participar con Cristo en sus sufrimientos, seremos considerados indignos de ocupar un lugar junto a su trono.

Como en el conflicto con nuestro poderoso enemigo tenemos todo para ganar, no podemos atrevernos a ceder a sus tentaciones ni por un momento. Sabemos que con nuestras propias fuerzas no es posible tener éxito. Pero Cristo, al humillarse y tomar sobre sí la naturaleza humana, se familiarizó con nuestras necesidades al padecer las tentaciones más duras que el hombre alguna vez tuvo que soportar. Conquistó al enemigo al resistir sus sugerencias a fin de que el hombre pueda aprender cómo ser un conquistador. Estuvo revestido con un cuerpo como el nuestro y en todo aspecto sufrió lo que el hombre puede llegar a sufrir, y mucho más. Nunca seremos llamados a sufrir como Cristo sufrió porque los pecados, no de uno sino de todo el mundo, fueron puestos sobre Jesús. El soportó humillación, vituperio, sufrimientos y muerte, para que al seguir su ejemplo pudiéramos ser salvos y heredar la vida eterna.

Cristo es nuestro modelo, el perfecto y santo ejemplo que nos ha sido dado para emularlo. Nunca podremos igualarlo, pero podemos imitarlo y asemejarnos a él de acuerdo al conocimiento y la relación que con él tengamos, y a la gracia que él nos haya concedido. Cuando caemos totalmente impotentes, sufriendo las consecuencias de nuestra concepción de pecaminosidad; cuando nos humillamos ante Dios afligiendo nuestro ser con verdadero arrepentimiento y contrición; cuando le ofrecemos nuestras fervientes oraciones en el nombre de Cristo, seremos bien recibidos por el Padre al entregarle completa y sinceramente nuestra vida. En lo más íntimo de nuestro ser deberíamos darnos cuenta de que todos nuestros esfuerzos son totalmente inútiles por ellos mismos, pues sólo en el nombre y por la fuerza del Conquistador es que podremos ser vencedores.—The Review and Herald, 5 de febrero de 1895.

domingo, diciembre 25, 2011

Pensamiento Del Día

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Hebreos 2:14, 15.
La caída del hombre llenó el cielo de tristeza, y el corazón de Jesús fue movido a compasión infinita por el mundo perdido y la raza arruinada. Contempló al hombre sumido en el pecado y la miseria, y supo que no tenía la capacidad moral para vencer el poder de su enemigo, que no duerme. Con amor y misericordia divinos vino a la tierra para pelear nuestras batallas porque sólo él podía conquistar al adversario. Vino para unir al hombre con Dios y para impartir fortaleza divina al arrepentido. Desde el pesebre hasta el Calvario recorrió el sendero que el hombre debía seguir, dando a cada paso un ejemplo perfecto de lo que el hombre debería hacer y ejemplificando en su carácter lo que la humanidad podría llegar a ser al estar unida con la divinidad.

Muchos dicen que Jesús no fue como nosotros somos y, por lo tanto, como era divino, nosotros no podemos vencer como él venció. Pero esto no es verdad. “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abrahán... Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. Hebreos 2:16-18. Cristo conoce las pruebas del pecador, conoce sus tentaciones. Tomó sobre sí nuestra naturaleza y tentado en todo como nosotros. El lloró, fue un hombre de dolores y experimentado en quebranto.

Como hombre vivió sobre la tierra. Como hombre ascendió al cielo. Como hombre es el sustituto de la humanidad. Como hombre vive para interceder por nosotros. Como hombre volverá otra vez con poder real y gloria para recibir a los que lo aman y para quienes está preparando ahora un lugar. Deberíamos regocijarnos y dar gracias a Dios por que “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó”. Hechos 17:31.—The Bible Echo, 1 de noviembre de 1892.

sábado, diciembre 24, 2011

Pensamiento Del Día

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21.
Podemos vencer, sí, plena y definitivamente. Jesús murió para abrirnos una vía de escape y para que pudiéramos vencer cada falta, resistir cada tentación y finalmente sentarnos con él en su trono.

Es nuestro privilegio tener fe y salvación. El poder de Dios no ha disminuido. Es otorgado tan libremente ahora como antes; pero la iglesia ha perdido su fe para reclamar y su energía para luchar como lo hizo Jacob, al punto de exclamar gimiendo: “No te dejaré, si no me bendices”. Génesis 32:26. La fe duradera ha estado muriendo. Debe ser reavivada en los corazones del pueblo de Dios. Deben reclamar la bendición. La fe, la fe viva, siempre conduce hacia arriba: a Dios y la gloria; la incredulidad, hacia abajo: a las tinieblas y la muerte.

Muchos están tan absortos en sus cuidados y perplejidades mundanales que tiene poco tiempo para orar, y sienten muy poco interés en la oración. Pueden guardar la forma de la adoración, pero falta el espíritu de la verdadera súplica. Los tales se han apartado mucho del Modelo. Jesús, nuestro ejemplo, pasaba mucho tiempo en oración. ¡Oh, cuán sinceras y fervientes eran sus peticiones! Si el amado Hijo de Dios fue movido a tal sinceridad y agonía en favor nuestro, ¡cuánto más necesitamos nosotros, que dependemos del Cielo para nuestra fortaleza, que nuestro ser entero sea movido a luchar con Dios!

No deberíamos estar satisfechos hasta que cada pecado conocido sea confesado. Entonces, será nuestro privilegio y deber creer que Dios nos acepta. No debemos esperar que otros atraviesen la oscuridad y obtengan la victoria para que nosotros la gocemos. Tal gozo no será duradero. Dios debe ser servido por principio en vez de serlo por sentimientos. De mañana y de tarde deberíamos obtener la victoria por nosotros mismos y en nuestras propias familias. Nuestra tarea diaria no debería impedirnos esto. Debemos tomar tiempo para orar y, mientras oramos, creer que Dios nos escucha. No siempre sentiremos la respuesta inmediata, pero en ese caso nuestra fe es probada. Se nos prueba para ver si confiamos en Dios y si tenemos una fe viva y permanente.—The Review and Herald, 4 de setiembre de 1883.

viernes, diciembre 23, 2011

Pensamiento Del Día

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. Apocalipsis 3:12.
Resulta maravilloso que Cristo se revelara a Juan tal como es, y extraño que se dirigiera a las iglesias de ese modo. Pero deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa es objeto del supremo cuidado de Cristo. Constantemente vela sobre ella con tierna solicitud y la fortalece con su Espíritu Santo. Como miembros de su iglesia, ¿le permitiremos que impresione nuestras mentes y trabaje mediante nosotros para su gloria? ¿Escucharemos los mensajes que dirige a las iglesias? Decidamos estar entre los que, con gozo, se encontrarán con él a su regreso, y no entre los que “se lamentarán sobre él”. Aseguremos nuestra redención mediante la obediencia a los mensajes que da a su iglesia.

Cristo envía a su iglesia las palabras de consuelo: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”. Apocalipsis 3:10-12.

Esforcémonos para obtener una entrada triunfal en el reino de nuestro Señor. Estudiemos con diligencia el evangelio que Cristo en persona le presentó a Juan en la isla de Patmos, llamado “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Apocalipsis 1:1. Recordemos siempre que es “bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1:3.—The Signs of the Times, 4 de febrero de 1903.

jueves, diciembre 22, 2011

Pensamiento Del Día

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. Apocalipsis 3:10.
Entre las fuerzas del bien y del mal se desarrolla una batalla continua que involucra a los ángeles de Dios y a los ángeles caídos. Estamos rodeados por delante y por detrás, a la derecha y a la izquierda. El conflicto que estamos atravesando es el último que tendremos en este mundo. Nos encontramos en la etapa más reñida. Los dos bandos están luchando por alcanzar la supremacía. En esta contienda no podemos ser neutrales. Debemos colocarnos de un lado o del otro. Si nos situamos del lado de Cristo y lo reconocemos ante el mundo en palabra y en hecho, seremos un testimonio vivo que declarará a quién decidimos servir y honrar. En esta hora importante de la historia de la tierra no podemos permitirnos dejar a nadie en la incertidumbre respecto a qué grupo pertenecemos...

“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”. Apocalipsis 3:10. En este pasaje se presenta la hora de prueba que ha de probar a todos los que viven sobre la tierra. Estamos viviendo ahora en esta hora de prueba. Ninguno puede escapar de este conflicto. Si en nuestra vida hay defectos de carácter que no nos estamos esforzando por vencer, podemos estar seguros de que el enemigo tratará de aprovecharlos, porque está vigilando con atención y procurando arruinar la fe de todos.

Recibiréis Poder, p. 367.4 (EGW)

A fin de obtener la victoria sobre todo ataque del enemigo, debemos aferrarnos de un poder que está fuera y más allá de nosotros. Debemos mantener una constante y viva conexión con Cristo, quien tiene poder para dar la victoria a toda persona que mantenga una actitud de fe y humildad. Si somos autosuficientes, y pensamos que podemos seguir como nos plazca y al fin estar del lado correcto, encontraremos que hemos cometido un terrible error. Como quienes tienen la esperanza de recibir la recompensa que corresponde al vencedor, debemos continuar en la lucha cristiana, aunque en cada avance encontremos oposición.—The Review and Herald, 9 de julio de 1908.

miércoles, diciembre 21, 2011

Pensamiento Del Día

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su hombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. Apocalipsis 3:5.
La expresión “el que venciere” revela que hay algo que cada uno de nosotros debe vencer. El vencedor será cubierto con el manto blanco de la justicia de Cristo, y se dice de él: “Y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. ¡Oh, qué privilegio ser vencedores, y que nuestros nombres sean presentados ante el Padre por el mismo Salvador! Y cuando como vencedores estemos vestidos “de vestiduras blancas”, el Señor reconocerá nuestra fidelidad tan ciertamente como en los días de la iglesia cristiana primitiva él reconoció que había “unas pocas personas en Sardis” que no habían “manchado sus vestiduras”. Entonces, caminaremos con él vestidos de blanco, por cuanto por medio de su sacrificio expiatorio seremos tenidos por dignos.

Mis queridos amigos, en vista de estas animadoras promesas, ¡cuán fervientemente deberíamos esforzarnos por formar un carácter que nos capacite para estar de pie ante el Hijo de Dios! Sólo los que estén vestidos con el manto de su justicia podrán soportar su presencia cuando él aparezca con “grande poder y gloria”.

Significa mucho ser vencedor. Deben ser firmemente resistidas las asechanzas del enemigo y de todos sus malignos instrumentos. Debemos estar en guardia en todo momento. Ni por un instante debemos perder de vista a Cristo y su poder para salvar en la hora de prueba. Debemos colocar nuestras manos en la suya para que podamos ser sostenidos por el poder de su fortaleza.

El Testigo fiel y verdadero declara: “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta”. Apocalipsis 3:8. Agradezcamos a Dios con corazón, alma y voz; aprendamos a acercarnos a él como por una puerta abierta, creyendo que podemos acceder ante su presencia libremente con nuestras peticiones, y que él oirá y contestará. Si tenemos una fe viva en su poder para ayudar, recibiremos fortaleza para pelear las batallas del Señor con la confiada seguridad de la victoria.—The Review and Herald, 9 de julio de 1908.

martes, diciembre 20, 2011

Pensamiento Del Día

Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. Apocalipsis 3:4.
Gracias a Dios él puede proteger a su pueblo de tal modo que “no manche sus vestiduras”. Si nos sometemos a Cristo seremos guardados sin mancha del mundo. “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida”. Oseas 6:3. Hemos de proseguir. No debemos descansar satisfechos con las capacidades y el conocimiento que tenemos hoy. Todos los habitantes del universo están observando cómo en estos últimos días Dios está preparando a un pueblo para afrontar el juicio. Pidamos a Dios que nos vista con el manto de la justicia de Cristo con el propósito de estar preparados para la venida del Hijo del Hombre.

De los que no mancharon sus vestiduras, Cristo dice: “Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos”. Apocalipsis 3:4. Mediante el sacrificio infinito hecho en nuestro favor podemos tener abundancia de gracia. Dios tiene un cielo lleno de bendiciones para nosotros. Todo lo que él nos pide es que mediante una fe viva recibamos sus promesas, diciendo: “Creo. Acepto las bendiciones que tú tienes para los que te aman”.

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré—¡oh, qué precioso es ese ‘no’!—su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Apocalipsis 3:5. Cuando las puertas de la ciudad de Dios giren sobre sus brillantes goznes, y las naciones que guardaron la verdad pasen por ellas, Cristo estará allí para darnos la bienvenida y llamarnos benditos de su Padre porque habremos vencido. Nos dará la bienvenida delante del Padre y de sus ángeles. Cuando entremos en el reino de Dios para pasar allí la eternidad, las pruebas, dificultades y perplejidades que tuvimos desaparecerán en la insignificancia. Nuestra vida se medirá con la vida de Dios.—The General Conference Bulletin, 6 de abril de 1903.

lunes, diciembre 19, 2011

Pensamiento Del Día

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. Apocalipsis 2:11.
Después de esta promesa, cargada de importancia para los hijos de Dios, se repiten nuevamente las palabras: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Para bien de nuestros intereses eternos deberíamos conocer y comprender lo que el Espíritu dice a las iglesias e investigar cuidadosamente para obtener luz y conocimiento. De esa manera no seríamos ignorantes respecto de lo que Dios ha ordenado y prometido en su preciosa Palabra. A nuestro alrededor hay gente que podemos ayudar a salvar o perder, y con el mayor fervor deberíamos preguntarnos: “¿Qué haré para obtener la vida eterna y ayudar a otros a conseguirla?” En el mejor de los casos la vida es corta, y es necesario que vivamos esta corta vida en armonía con la ley de Dios, que es la ley del universo. Debemos tener oídos para oír y corazones para comprender lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Los ángeles de Dios no alcanzan un conocimiento más elevado que el saber la voluntad de Dios, y su mayor deleite es cumplir la perfecta voluntad del Padre celestial. El hombre caído tiene el privilegio de llegar a ser inteligente, conocedor, respecto de la voluntad de Dios. Mientras todavía se nos dé un tiempo de prueba, deberíamos disponer nuestras facultades para el uso más elevado, y hacer de nuestra parte todo lo que sea posible para alcanzar esa elevada norma de inteligencia y sentir nuestra dependencia de Dios porque, sin su gracia, nuestros esfuerzos no pueden producir beneficios duraderos. Mediante la gracia de Cristo somos vencedores. Por los méritos de su sangre hemos de formar parte del grupo de aquellos cuyos nombres no serán borrados del libro de la vida.

Los que finalmente resulten vencedores tendrán una vida que correrá paralela con la vida de Dios, y llevarán la corona del vencedor. Puesto que nos espera una tan grande y eterna recompensa, deberíamos correr la carrera con paciencia, mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.—The Signs of the Times, 15 de junio de 1891.

domingo, diciembre 18, 2011

Pensamiento Del Día

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. Apocalipsis 2:7.
Este mensaje es para todas las etapas históricas de nuestra iglesia. La iglesia nunca podrá emplear su capacidad de oír mejor que cuando preste oídos a la voz de Dios, que le habla por medio de su Palabra. Hay una promesa rica y abundante para los vencedores. No es suficiente entrar en la guerra contra el mal, debemos continuar en ella hasta el fin. No pensemos en ceder. Debemos pelear la buena batalla de la fe hasta el mismo fin. Al vencedor se le promete la victoria triunfal. “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”. Apocalipsis 2:7. Todo lo que se perdió con la caída de Adán está más que restaurado con la redención. El que está sentado en el trono dice: “He aquí yo hago nuevas todas las cosas”. Apocalipsis 21:5.

Mirémonos cuidadosa y críticamente a nosotros mismos. ¿Hemos violado los votos que tomamos cuando fuimos bautizados? ¿Estamos muertos al mundo y vivos para Cristo? ¿Estamos buscando las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios? ¿Está cortado el cable con el que estamos anclados a la Roca eterna? ¿Vamos a la deriva, arrastrados por la corriente hacia la perdición? ¿No haremos esfuerzos para avanzar y tomar impulso en nuestro camino hacia arriba? No vacilemos más, sino movamos los remos vigorosamente y hagamos nuestras primeras obras antes que naufraguemos sin esperanza.

Es nuestra tarea conocer nuestras debilidades y pecados acariciados, que producen oscuridad y debilidad espiritual y han apagado nuestro primer amor. ¿Es la mundanalidad? ¿Es el egoísmo? ¿Es el amor por la estima propia? ¿Es la lucha por ser el primero? ¿Es la sensualidad lo que nos aleja de Dios? ¿Es el pecado de los nicolaítas que cambiaban la gracia de Dios por lascivia? ¿Es la indiferencia hacia la gran luz [Biblia]? ¿Es el mal uso o el abuso de las oportunidades y los privilegios lo que nos lleva a tener jactanciosas pretensiones de sabiduría y conocimiento religiosos, mientras la vida y el carácter son inconsistentes e inmorales? No importa qué haya sido lo que hemos acariciado y cultivado hasta tornarse fuerte y dominante, hagamos decididos esfuerzos para ser vencedores, para no perdernos y comer del árbol de la vida.—The Review and Herald, 7 de junio de 1887.

sábado, diciembre 17, 2011

Pensamiento Del Día

Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Juan 17:14, 15.
El cristiano tiene deberes en el mundo, y Dios lo hace responsable de su fiel cumplimiento. Para ello no necesita confinarse dentro de muros monásticos, ni evitar toda asociación con los mundanos. Es cierto que sus principios serán expuestos a las pruebas más severas, y que sufrirá dolor por lo que sus ojos vean y sus oídos escuchen, pero no debe familiarizarse con estas visiones y sonidos ni aprender a amarlas. Por la asociación con el mundo nos inclinamos a aceptar el espíritu del mundo y a adoptar sus costumbres, gustos y preferencias. No obstante, la orden es: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré. Y seré a vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas”. 2 Corintios 6:17, 18.

Nunca permitan que otros digan que los mundanos y los seguidores de Cristo son iguales en sus gustos y prácticas, porque Dios ha trazado una línea entre su pueblo y los demás. Esta línea de demarcación es visible, profunda y clara; no está tan fusionada con el mundo que no se la pueda distinguir. “Conoce el Señor a los que son suyos”. 2 Timoteo 2:19. “Por sus frutos los conoceréis”. Mateo 7:16.

Sólo velando en oración y mediante el ejercicio de una fe viviente, el cristiano puede conservar su integridad en medio de las tentaciones que Satanás arroja sobre él. “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4. Hablen constantemente a su corazón el lenguaje de la fe: “Jesús dijo que me recibiría, y yo creo en su palabra. Lo alabaré y glorificaré su nombre”. Satanás estará cerca, a nuestro lado, para sugerirnos que no sintamos gozo alguno. Contestémosle: “‘Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe’. Todo me hace feliz porque soy un hijo de Dios. Confío en Jesús. La ley de Dios está en mi corazón; en ninguno de mis pasos resbalaré”.—The Signs of the Times, 15 de mayo de 1884.

viernes, diciembre 16, 2011

Pensamiento Del Día

Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Zacarías 3:2.
Jesús habla de su pueblo como de un tizón arrebatado del incendio, y Satanás comprende lo que esto significa. Los sufrimientos infinitos del Hijo de Dios en el Getsemaní y en el Calvario fueron soportados para que él pudiera rescatar a su pueblo del poder del maligno. La obra de Jesús en la salvación de las personas que perecen es como si él pusiera la mano en el fuego para salvarlos. Josué, que representa al pueblo de Dios, está delante del ángel vestido de ropas inmundas; pero cuando el pueblo se arrepiente delante de Dios por la transgresión de su ley, y extiende la mano de la fe para aferrarse de la justicia de Cristo, Jesús dice: “Quítenles sus ropas inmundas y vístanlos con ropas nuevas”.

Es sólo mediante la justicia de Cristo que somos capacitados para guardar la ley. Los que adoran a Dios con sinceridad y verdad, y en su interior se afligen delante de él como en el gran día de la expiación, lavarán sus mantos del carácter y los blanquearán en la sangre del Cordero. Satanás procura atar la mente humana con engaño para que los hombres no se arrepientan y crean que sus ropas inmundas pueden ser quitadas sin la intervención de Cristo. ¿Por qué aferrarnos a miserables defectos de carácter a fin de cerrar el camino para que Jesús no pueda obrar en favor de nosotros?

Durante el tiempo de angustia la posición del pueblo de Dios será similar a la de Josué. No ignorarán la obra que se está haciendo en el cielo en su favor. Percibirán que el pecado es registrado frente a sus nombres, pero también sabrán que los pecados de todos los que se arrepienten y se aferran de los méritos de Cristo serán cancelados... Los nombres de los que han manifestado verdadero arrepentimiento del pecado, y por una fe viva en Cristo obedecen los mandamientos de Dios, serán conservados en el libro de la vida y confesados delante del Padre y delante de los santos ángeles. Jesús dirá: “Estos son míos; yo los he comprado con mi propia sangre”.—The Signs of the Times, 2 de junio de 1890.

jueves, diciembre 15, 2011

Pensamiento Del Día

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15:57.
La vida cristiana es una vida de conflicto constante. Es una batalla y una marcha. Cada acto de obediencia, cada acción de negación propia, cada prueba soportada con valor, cada tentación resistida y cada victoria ganada es un paso hacia adelante en la marcha hacia el triunfo eterno.

Hay esperanza para el hombre. Cristo dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21. Pero no olvidemos que los esfuerzos que hacemos con nuestra propia fuerza son absolutamente inútiles. Nuestra fuerza es debilidad; nuestro juicio, necedad. Sólo en el nombre y con la fuerza de nuestro Conquistador podemos conquistar. Cuando somos asediados por la tentación y cuando los deseos que no son semejantes a los de Cristo exigen el dominio, ofrezcamos oraciones fervientes e importunas al Padre celestial, en el nombre de Cristo. Esto traerá ayuda divina. En el nombre del Redentor podemos obtener la victoria.

Cuando, al considerar la pecaminosidad del pecado, caemos impotentes ante la cruz pidiendo perdón y fuerza, nuestra oración es escuchada y contestada. Los que presentan sus peticiones a Dios en el nombre de Cristo nunca serán rechazados. El Señor dice: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. “Habrá considerado la oración de los desvalidos”. Salmos 102:17. Nuestro auxilio viene de Aquel que tiene todas las cosas en sus manos. La paz que nos envía es la seguridad de que nos ama.

Nada puede ser más impotente y sin embargo más invencible que la persona que siente su insignificancia, y se apoya totalmente en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Dios enviaría a cada ángel del cielo para ayudar a quien depende totalmente de Cristo antes de permitir que sea vencido.

Si aceptamos a Cristo como nuestro Guía, él nos conducirá con seguridad a lo largo del camino angosto. El camino podrá ser áspero y espinoso, y la cuesta empinada y peligrosa; también podrán haber muchas trampas a derecha y a izquierda. Cuando estemos agotados deseando descanso, tendremos que seguir luchando; cuando estemos débiles, quizá tengamos que pelear, pero con Cristo como nuestro guía, no dejaremos de alcanzar el cielo.—The Signs of the Times, 29 de octubre de 1902.

miércoles, diciembre 14, 2011

Pensamiento Del Día

Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Lucas 15:7.
Los instrumentos satánicos siempre están luchando para dominar la mente humana. No obstante, los ángeles de Dios están constantemente en acción, fortaleciendo las manos débiles y dando vigor a las rodillas paralizadas de todos los que acuden a Dios en busca de ayuda. La promesa a cada hijo de Dios es: “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Mateo 7:8.

El Señor ha tenido siempre hombres y mujeres de corazón íntegro, que han hecho con él un pacto con sacrificio, que no se han apartado de su integridad, que se han mantenido en el mundo sin mancha y han sido conducidos por la Luz de la vida para destruir los propósitos del astuto enemigo. ¿Harán los seres humanos su parte en resistir al diablo? Si la hacen, él seguramente huirá de ellos. Los ángeles, que están dispuestos a hacer por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos, esperan nuestra cooperación. Aguardan a que respondamos a la atracción de Cristo. Acerquémonos a Dios y el uno al otro. Es mediante nuestros deseos, nuestras oraciones silenciosas y nuestra resistencia a los instrumentos satánicos como ponemos nuestra voluntad de parte de la de Dios. Mientras tengamos el deseo de resistir al diablo y de orar sinceramente, diciendo: “Líbrame de la tentación”, tendremos fortaleza para el día.

La obra de los ángeles consiste en acercarse a los probados, tentados y sufrientes. Trabajan febril e incansablemente para salvar a los creyentes por los cuales Cristo murió. Cuando la gente aprecia esas ventajas, actúa en beneficio propio y, cuando pone su voluntad del lado de Cristo, los ángeles llevan al cielo las buenas nuevas. Al regresar a los atrios celestiales informan de su éxito con relación a las personas ministradas, produciendo gozo en medio de la hueste celestial.—The Review and Herald, 4 de julio de 1899.

martes, diciembre 13, 2011

Pensamiento Del Día

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Santiago 4:7, 8.
Cuando nos asalta la tentación, necesitamos discernimiento espiritual para poder detectar al agente de Satanás y para acercarnos a Jesús. Lleguémonos a Dios y él se acercará a nosotros. Resistamos al diablo y él huirá. A cada momento es necesario pelear la buena batalla de la fe. La duda tiene que ser resistida y la fe estimulada. En la tentación, la razón debe dominar la inclinación. El yo clamará por ser atendido, pero hay que resistir la inclinación y vencer la tentación.

El Señor nos ha advertido y presentado principios que todo cristiano debe incorporar a la vida práctica. Los que miran con indiferencia la luz y la advertencia que a Dios le ha placido darnos, serán cada vez más egoístas y autosuficientes. Los que no dependen de Dios ciertamente serán vencidos por el enemigo. Satanás está usando cada método concebible para mantener en sus filas a quienes pretenden estar del lado del Señor. El puede cegarles los ojos al punto de lograr que llamen luz a la oscuridad y oscuridad a la luz...

Aunque la luz de Dios está brillando con rayos más definidos que nunca antes, y que brillarán más y más claramente al acercarnos al fin de la historia de la tierra, los únicos que podrán discernir la verdad del error serán los que con frecuencia estén sobre sus rodillas buscando la sabiduría de Dios. Sólo los brillantes rayos del Sol de Justicia pueden revelar las numerosas artimañas del enemigo. El maligno está trabajando con todo engaño de iniquidad; y aunque no tenemos que mantener nuestros ojos sobre el poder de las tinieblas, no debemos ignorar sus maquinaciones.

Nuestra fe debe centrarse en Cristo, a fin de mirarlo y de aferrarnos a su fuerza, que es suficiente para afrontar cada emergencia, para que nuestro corazón se una con el suyo y nuestra existencia se entreteja con su vida mediante eslabones escondidos y, porque él vive, nosotros también viviremos. Esto es religión práctica, porque seremos guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación. A menos que nos unamos con el Señor en un pacto perpetuo y que no lo olvidemos nunca, ninguno de nosotros podrá estar seguro.—The Review and Herald, 14 de marzo de 1893.

lunes, diciembre 12, 2011

Pensamiento Del Día

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1.
El Espíritu Santo fue prometido para acompañar a los que están luchando por la victoria. Demuestra su poder al dotar al agente humano con fuerza sobrenatural, y también al instruir al ignorante en los misterios del reino de Dios. El Espíritu Santo es nuestro Ayudador. ¿Qué beneficio habríamos tenido si el Hijo de Dios se hubiera humillado, soportado las tentaciones del astuto enemigo, luchado contra él durante su vida sobre la tierra y muerto en lugar del pecador para que la humanidad no pereciera, si el Espíritu no hubiese sido dado como un agente regenerador que obra constantemente para hacer efectivo en nosotros lo que había sido logrado por el Redentor del mundo?

El Espíritu Santo implantado en los discípulos les permitió sostenerse firmes contra la idolatría y exaltar sólo a Dios.

El Espíritu Santo también guió la pluma de los historiadores sagrados para que el registro de las preciosas palabras y obras de Cristo se presentara al mundo. El Espíritu Santo está constantemente procurando atraer la atención de los hombres al gran sacrificio hecho sobre la cruz del Calvario, tratando de presentar ante el mundo el amor de Dios por el hombre y de abrir ante las personas convencidas las preciosas promesas de las Escrituras.

Es el Espíritu Santo quien trae a las mentes oscurecidas los brillantes rayos del Sol de Justicia; el que hace arder los corazones de los hombres despertando la inteligencia a las verdades eternas. Es el Espíritu Santo quien produce la tristeza piadosa que obra el arrepentimiento del que no hay que arrepentirse, e inspira fe en el único que puede salvar del pecado. Es el Espíritu Santo quien transforma el carácter al retirar el afecto que los hombres ponen en las cosas temporales y perecederas, para centrarlo en la herencia inmortal, la imperecedera sustancia eterna. El Espíritu Santo recrea, refina y santifica a los agentes humanos para que puedan llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial.—The Signs of the Times, 17 de abril de 1893.

domingo, diciembre 11, 2011

Pensamiento Del Día

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:37.
Delante de ustedes está la obra de usar el resto de sus vidas para reformar y elevar el carácter. Una vida nueva comienza con la renovación de la persona. Cristo es el Salvador que habita en el interior del creyente. Lo que consideren como algo a lo que es difícil renunciar deben rendirlo a Dios. La palabra ultrajante y dictatorial debería suprimirse; entonces se obtendría una preciosa victoria.

La verdadera felicidad será el resultado de cada negación propia, cada crucifixión del yo. Ganada una victoria, la siguiente se obtendrá más fácilmente. Si Moisés hubiera descuidado las oportunidades y los privilegios otorgados por Dios, habría sido un hombre chasqueado y miserable como resultado de no aprovechar la luz del cielo. El pecado es de la naturaleza inferior. Cuando se lo gratifica, Satanás se entroniza en el corazón para encender el fuego del infierno. Dios no ha dado su ley para impedir la salvación de las personas, sino para que todos sean salvos. El hombre tiene luz y oportunidades y, si las aprovecha, puede vencer. Por nuestra vida podemos mostrar que el poder de la gracia de Dios da la victoria.

Satanás está tratando de establecer su trono en el templo del ser humano. Cuando él reina, se hace escuchar y sentir mediante pasiones airadas y palabras amargas que duelen y hieren. Pero así como la luz no tiene comunión con las tinieblas, ni Cristo con Belial, el hombre no puede ser de los dos a la vez. Es totalmente de uno o del otro. El ceder a la indulgencia propia, la avaricia, el engaño, el fraude u otros pecados de cualquier índole, estimula los principios de Satanás en la mente y cierra la puerta del cielo para sí mismo. Por causa del pecado Satanás fue expulsado del cielo. Ningún hombre que acaricia y fomenta el mal podrá ir al cielo, porque entonces Satanás habría conquistado una posición allí.

Cuando el hombre se ocupe sinceramente en vencer los defectos de su carácter, día tras día, estará abrigando a Cristo en el templo de su ser. Entonces la luz de Jesús estará en él, y bajo los brillantes rayos de la luz del rostro del Salvador, su vida entera se elevará y ennoblecerá.—Testimonies for the Church 4:345, 346.

sábado, diciembre 10, 2011

Pensamiento Del Día

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 Corintios 9:24, 25.
¿Cuántos años hemos estado en el huerto del Señor? ¿De qué provecho hemos sido para el Maestro? ¿Cómo estamos afrontando el ojo escrutador de Dios? ¿Estamos creciendo en reverencia, amor, humildad y confianza en Dios? ¿Albergamos gratitud por todas sus misericordias? ¿Estamos procurando bendecir a los que nos rodean? ¿Manifestamos el espíritu de Jesús en nuestras familias? ¿Estamos enseñando su Palabra a nuestros hijos y contándoles las maravillosas obras de Dios? El cristiano debe representar a Jesús tanto por ser bueno como por hacer el bien. Entonces, la fragancia de la vida y la belleza de carácter revelarán que es un hijo de Dios, un heredero del cielo.

Hermanos, no seamos más siervos negligentes. Cada persona tiene que luchar contra sus inclinaciones. Cristo no vino para salvar a los hombres en sus pecados, sino de sus pecados. Ha hecho posible que poseamos un carácter santo; por tanto, no quedemos satisfechos con nuestros defectos y deformidades. Al buscar fervientemente la perfección del carácter, debemos recordar que la santificación no es obra de un momento sino de toda una vida. Pablo dijo: “Cada día muero”. Cotidianamente debemos obtener nuevos logros en la tarea de vencer. Cada día tenemos que resistir la tentación y ganar la victoria sobre el egoísmo en todas sus formas.

Día tras día debemos abrigar amor y humildad, y cultivar en nosotros mismos todas las excelencias de carácter que agradan a Dios y nos preparan para la bendita sociedad del cielo. Hay una promesa muy preciosa para todos los que tratan de realizar esta obra: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Apocalipsis 3:5.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 181.

viernes, diciembre 09, 2011

Pensamiento Del Día

Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Apocalipsis 3:8.
Los que logren vencer serán altamente exaltados ante Dios y ante sus ángeles. Cristo ha prometido que confesará sus nombres delante del Padre y delante de los santos ángeles del cielo. Nos ha dado numerosas promesas para animarnos a ser vencedores. El Testigo Fiel y Verdadero nos ha dado la seguridad de que ha puesto ante nosotros una puerta abierta que nadie puede cerrar. A los que están procurando ser fieles a Dios se les pueden negar muchos privilegios del mundo. Quizá su camino sea obstruido y su obra estorbada por los enemigos de la verdad, pero no hay poder capaz de cerrar la puerta de comunicación entre Dios y sus hijos fieles. Sólo puede hacerlo el cristiano por su indulgencia respecto del pecado, o por rechazar la luz del cielo. Puede apartar sus oídos para no escuchar el mensaje de verdad, y así cortar la conexión entre Dios y su mente.

Ustedes pueden tener oídos y no oír, ojos y no ver la luz ni recibir la iluminación que Dios les ha provisto. Pueden cerrar la puerta a la luz tan ciertamente como los fariseos rechazaron a Cristo cuando enseñaba entre ellos. No recibieron la luz y el conocimiento que él trajo porque no vino en la forma como ellos lo esperaban. Jesús es la luz del mundo, y si hubieran recibido la luz que tan generosamente les ofrecía, habrían sido salvos. Pero ellos rechazaron al Santo de Israel.

Cristo les dijo que “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”. Juan 3:19. Dijo: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida”. Juan 5:40. El camino estaba abierto; pero por sus propias acciones cerraron la puerta y cortaron su conexión con Cristo. Nosotros podemos hacer lo mismo si rechazamos la luz y la verdad.—The Review and Herald, 26 de marzo de 1889.

jueves, diciembre 08, 2011

Pensamiento Del Día

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:4.
Mientras Jesús, nuestro intercesor, suplica por nosotros en el cielo, el Espíritu Santo trabaja para obrar en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad. Todo el cielo está interesado en la salvación del creyente. Entonces, ¿qué razón tenemos para dudar de que el Señor quiere ayudarnos, y que lo hará? Si enseñamos a la gente, nosotros mismos debemos tener una conexión vital con Dios. En espíritu y en palabra deberíamos ser para los demás un manantial, porque Cristo es en nosotros una fuente de agua que salta para vida eterna. La tristeza y el dolor podrán probar nuestra paciencia y nuestra fe, pero el brillo de la presencia del Invisible estará con nosotros; por eso debemos esconder el yo detrás de Jesús.

En la iglesia hablen de valor; eleven a los presentes en oración. Díganles que cuando sienten que han pecado, y que no pueden orar, ése es precisamente el momento para suplicar. Muchos se sienten humillados por sus fracasos porque han sido vencidos en lugar de vencer al enemigo. La mundanalidad, el egoísmo y la naturaleza carnal los han debilitado, y piensan que no vale la pena acercarse a Dios. Este pensamiento es una de las sugerencias del enemigo. Pueden estar avergonzados, y profundamente humillados, pero deben orar y creer. Cuando confiesan sus pecados, el que es fiel y justo los perdonará y los limpiará de toda iniquidad. Aunque la mente pueda divagar durante la oración, no se desanimen, tráiganla de vuelta al trono y no abandonen el propiciatorio hasta que hayan alcanzado la victoria.

¿Piensan que la victoria de ustedes será demostrada por una fuerte emoción? No; “esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4. El Señor conoce el deseo de ustedes; por fe manténganse cerca de él, y esperen recibir el Espíritu Santo.

La función del Espíritu es orientar todos nuestros ejercicios espirituales. El Padre nos ha dado a su Hijo para que por su intermedio el Espíritu Santo pudiera venir a nosotros a fin de conducirnos al Padre. Mediante el instrumento divino, tenemos el Espíritu de intercesión por el cual podemos suplicar a Dios, así como un hombre le pide algo a un amigo.—The Signs of the Times, 3 de octubre de 1892.

miércoles, diciembre 07, 2011

Pensamiento Del Día

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Romanos 8:15.
La obra de la santificación comienza en el corazón, y debemos tener tal relación con Dios, que Jesús pueda poner su molde divino sobre nosotros. Hemos de vaciarnos del yo a fin de dar lugar a Jesús. Pero cuántos tienen sus corazones tan llenos con ídolos que no dejan lugar para el Redentor de la humanidad. El mundo mantiene en cautiverio el corazón de los hombres. Estos centran sus pensamientos y afectos en sus negocios, su posición y su familia. Se aferran a sus opiniones y hábitos, y los acarician como ídolos. No nos sometamos al servicio del yo, aferrándonos a nuestras ideas y hábitos y, de ese modo, excluir la verdad de Dios.

Debemos vaciarnos del yo. Pero esto no es todo lo que se requiere. Cuando renunciemos a nuestros ídolos, el vacío debe ser llenado. Si el corazón se deja desierto y el vacío no se llena, estará en la condición de aquel cuya casa fue “vaciada, barrida, y adornada”, pero sin un huésped que la ocupara. El espíritu malo trajo consigo otros siete espíritus peores que él, y entraron y vivieron allí; y la situación final de ese hombre fue peor que la primera.

Usted podrá pensar que es incapaz de alcanzar la aprobación del cielo, y hasta puede decir: “Nací con esta tendencia natural hacia el mal; me es imposible vencerla”. Sin embargo, nuestro Padre celestial ha hecho toda la provisión necesaria para que pueda vencer cualquier tendencia al mal. Usted va a triunfar, así como Cristo ganó la victoria en nuestro favor. El dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21. El pecado puso en peligro a la familia humana. Pero antes que el hombre fuera creado, se hizo la provisión para que, si él no soportaba la prueba, Jesús viniera a ser su sacrificio y garantía, y para que por la fe en él, el hombre pudiera ser reconciliado con Dios. Porque Cristo fue el Cordero “inmolado desde el principio del mundo”. Apocalipsis 13:8. Jesús murió en el Calvario para que el hombre pudiera tener poder para vencer sus tendencias naturales hacia el pecado.

Pero alguien podrá decir: “¿No puedo hacer lo que quiero y ser yo mismo?” No, usted no puede hacer lo que quiere y entrar en el reino de los cielos. Nadie que hace lo que desea estará allá. Ninguno que hace lo que le parece encontrará lugar en el reino de los cielos. Nuestro modo de ser debe identificarse con el modo de ser de Dios.—The Review and Herald, 23 de febrero de 1892.

martes, diciembre 06, 2011

Pensamiento Del Día

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10.
Como pueblo, estamos esperando la venida del Señor en las nubes del cielo. Entonces, ¡cuán cuidadosamente deberíamos examinar nuestros corazones para que sepamos si estamos en la fe o no! Parece haber una niebla ante los ojos de muchos, porque no disciernen las cosas espirituales y no reconocen las maquinaciones de Satanás para entramparlos. Los cristianos no han de ser esclavos de la pasión, sino controlados por el Espíritu de Dios. Pero muchos llegan a ser juguetes del enemigo porque cuando vienen las tentaciones, en lugar de apoyarse en Jesús, se centran en ellos mismos y abandonan el brazo de su Señor. Como resultado, pierden toda su fe y su valor ante la perplejidad. No recuerdan que en lo pasado Cristo les ayudó a salir de otras dificultades, que su gracia es suficiente para las pruebas diarias, y que él también puede auxiliarlos en la dificultad presente.

En nuestras pequeñas dificultades diarias experimentaremos fracasos si permitimos que nos irriten y angustien, y así las convertimos en piedras de tropiezo para nosotros y para otros. Pero, mediante la paciente resistencia, estas molestias diarias han de resultar en bendiciones de la mayor importancia si pedimos fuerzas para soportar mayores dificultades. Satanás nos presionará con las tentaciones más severas, por eso debemos aprender a acudir a Dios en toda y cualquier emergencia, como un niño acude a sus padres.

Profesamos ser cristianos bíblicos, y no se nos abandona en la oscuridad para dar un paso tras otro en la incertidumbre. Tenemos que saber adónde vamos. Es imposible estar en la oscuridad si seguimos a Cristo como nuestro líder, pues él dice: “El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12. Cuando el camino parezca obstruido por las dificultades y cubierto de oscuridad, debemos creer, confiar en que hay una luz guiadora y no desviarnos a la derecha ni a la izquierda sino seguir adelante, a pesar de todas nuestras pruebas y tentaciones.—The Review and Herald, 19 de mayo de 1891.

lunes, diciembre 05, 2011

Pensamiento Del Día

Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. Apocalipsis 12:12.
Los que consagran todo a Dios no quedarán libres de las molestias del enemigo de los creyentes. Satanás vendrá a ellos con tentaciones atractivas, diseñadas para alejarlos de su lealtad a Dios. Intentará sobornarlos, como lo hizo con Cristo en el desierto, diciéndole: “Todo esto te daré, si postrado me adorares”. Mateo 4:9.

Pero, ¿cuál debería ser la respuesta del cristiano a todas las tentaciones del maligno? Debería decir: “No prestaré mi influencia de ningún modo al progreso de nada que no sea la causa de Cristo. No soy mío; he sido comprado por precio. No he de vivir para agradarme a mí mismo; porque he sido comprado y rescatado por la sangre de Cristo. No es posible darle a Jesús más de lo que le pertenece; cada momento de mi vida es suyo. Soy su posesión, un siervo empleado para hacer la voluntad de mi Maestro”.

Esta es la única posición segura; y si los feligreses sintieran esto, qué poder ejercería la iglesia para atraer y ganar creyentes para Cristo. El esfuerzo de servir a Dios y al diablo al mismo tiempo es lo que deja al cuerpo de Cristo, la feligresía, tan destituido del Espíritu de Dios.

Si los miembros estuvieran consagrados a Dios, si estuvieran en la unidad del Espíritu, en el vínculo de la paz, y si estuvieran organizados con el propósito de impartir a otros una influencia para el bien, la iglesia realmente sería la luz del mundo. Si los feligreses individualmente buscaran representar a Cristo ante el mundo en carácter y vida, miles, que ahora tienen razón para criticar las palabras y los hechos de los que profesan el nombre de Cristo, serían atraídos al Salvador.

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. 2 Corintios 4:6, 7.—The Home Missionary, 1 de octubre de 1892.

domingo, diciembre 04, 2011

Pensamiento Del Día

Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. 1 Pedro 4:12, 13.
De muchas maneras puede ser beneficiosa para nosotros la oposición que afrontamos. Si es bien sobrellevada, desarrollará virtudes que nunca hubieran aparecido si el cristiano no tuviera nada que soportar. La fe, la paciencia, la tolerancia, las inclinaciones celestiales, la confianza en la Providencia y la simpatía genuina para con los que yerran son los resultados de las pruebas bien sobrellevadas. Son las gracias del Espíritu que brotan, florecen y fructifican en medio de la adversidad. La mansedumbre, la humildad y el amor siempre crecen en el árbol cristiano. Si la palabra es recibida en corazones buenos y honrados, la mente obstinada será sometida, y la fe, aferrándose de las promesas y apoyándose en Jesús, triunfará: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4.

El que abra las Escrituras y se alimente del maná celestial, llegará a ser participante de la naturaleza divina. No tendrá vida ni experiencia separadas de Cristo. Escuchará la voz de Dios que desde el cielo dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17. Esa voz es la seguridad de que es aceptado en el Amado. Sabe que su carácter deberá ser semejante a Aquel en quien Dios tiene contentamiento. Dios aceptó completamente al Salvador como nuestro sustituto o garantía. Entonces, apártese de toda iniquidad aquel que se llama por el nombre de Cristo, y sea uno con él en carácter, para que Jesús no se avergüence de llamarlo hermano.

Aquel en quien confiamos ha demostrado ser una ayuda siempre presente en todo tiempo de necesidad. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria [lo que significa de un carácter a otro mejor] en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. 2 Corintios 3:18. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2 Corintios 4:6.—The Review and Herald, 28 de junio de 1892.

sábado, diciembre 03, 2011

Pensamiento Del Día

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 1 Timoteo 6:12.
Como fieles soldados, en el ejercicio fervoroso y decidido, obedeciendo la orden del Capitán de nuestra salvación, hay gozo genuino, tal como el que no se puede obtener en ningún otro empleo. La paz de Cristo estará en el corazón del soldado fiel. Hay descanso para quien lleva el yugo de Jesús y levanta las cargas de Cristo. Parece una contradicción decir que no hay descanso, excepto para el que se encuentra en el servicio continuo y consagrado. Esto es verdad. La felicidad proviene de un servicio dispuesto y obediente, donde todos los poderes de nuestro ser se mueven en una feliz, saludable y armoniosa acción en obediencia a las órdenes de nuestro Capitán. Cuanto mayor sea la responsabilidad asignada a los soldados de Cristo, más se gozará en el amor del Salvador y su aprobación. El creyente encuentra libertad en la realización de las tareas más pesadas y más difíciles.

Cumplir con las tareas de un soldado significa esfuerzo. No siempre será el trabajo que nosotros, como milicias de Jesús, elegiríamos. Soportaremos incomodidades externas, dificultades y pruebas. Hay una guerra permanente que debe mantenerse contra los males y las inclinaciones de nuestros propios corazones naturales. No debemos escoger y seleccionar el trabajo que nos resulta más agradable; porque somos soldados de Cristo, y bajo su disciplina no podemos buscar nuestro propio placer. Tenemos que pelear las batallas del Señor con hombría. Hay enemigos que vencer, los cuales quieren conquistar el control de todas nuestras facultades.

Nuestra propia voluntad debe morir; sólo Cristo ha de ser obedecido. El soldado en el ejército del Señor tiene que aprender a soportar dificultades, a negarse a sí mismo, a tomar su cruz y a seguir a donde su Capitán lo conduzca. Para la naturaleza humana, hay muchas tareas que serán duras de realizar; dolorosas para la carne y la sangre. Este desafío de someter al yo requiere un esfuerzo decidido y continuo. Al pelear la buena batalla de la fe obtendremos preciosas victorias, y estaremos echando mano de la vida eterna.—The Youth’s Instructor, 22 de diciembre de 1886.

viernes, diciembre 02, 2011

Pensamiento Del Día

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Efesios 6:13-17.
Los soldados comprometidos en batalla tienen que afrontar dificultades y privaciones. Se les da alimento común, y eso a menudo en cantidad limitada. Día tras día tienen largas marchas sobre caminos ásperos y bajo el sol ardiente, acampando al aire libre por las noches, durmiendo sobre el suelo con sólo el pabellón del cielo por cubierta, y expuestos a las lluvias torrenciales y a las duras heladas, hambrientos, débiles, exhaustos, ya como blanco del enemigo, ya en mortal combate. Así aprenden lo que son las privaciones. Los que se alistan en el ejército de Cristo también deben afrontar un trabajo difícil, y con paciencia soportar dolorosas pruebas por amor de Cristo. Pero los que sufren con él también reinarán con él.

Entonces, ¿quién de nosotros ha entrado al servicio esperando las comodidades de la vida, estar de licencia cuando lo desea, dejar a un lado la armadura de soldado para ponerse ropas de civil, dormir en el puesto del deber y exponer así la causa de Dios al vituperio? Los que gustan de la vida fácil no practicarán el renunciamiento propio ni el sufrimiento paciente; y cuando se necesiten hombres que intenten ataques poderosos en favor de Dios, no estarán listos para responder: “Heme aquí, envíame a mí”. Debe hacerse un trabajo duro y penoso, pero benditos son los que están listos para hacerlo cuando los llamen por sus nombres. Dios no recompensará a los hombres ni a las mujeres en el mundo del futuro si en éste buscan la comodidad.

Estamos ahora en el campo de batalla. No hay tiempo para descansar, no hay tiempo para la comodidad; deben salir conquistando y para conquistar, y reuniendo fuerzas renovadas para enfrentar nuevas luchas. Cada victoria ganada aumenta el valor, la fe y la determinación. Para sus enemigos, demostrarán ser más que contrincantes mediante la fortaleza divina.—The Signs of the Times, 7 de setiembre de 1891.

jueves, diciembre 01, 2011

Pensamiento Del Día

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6:12.
La vida del cristiano es una lucha. Pero “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. En este conflicto de la justicia contra la injusticia, sólo podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda nuestra, y cada conquista tenderá a la recuperación de la posesión comprada por Dios y a la restauración de su imagen en el creyente.

El Señor Jesús actúa mediante el Espíritu Santo, pues éste es su representante. Por su medio infunde vida espiritual en el corazón, avivando sus energías para el bien, limpiándolo de la impureza moral, y dándole idoneidad para su reino. Jesús tiene grandes bendiciones para otorgar y ricos dones para distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravilloso, infinito en sabiduría y fuerza, y si queremos reconocer el poder de su Espíritu y someternos a ser amoldados por él, nos haremos completos en él. ¡Qué pensamiento es éste! En Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él”. Colosenses 2:9, 10.

El corazón humano nunca conocerá la felicidad hasta que se someta a ser amoldado por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma la vida renovada al modelo, Jesucristo. Mediante la influencia del Espíritu, se transforma la enemistad hacia Dios en fe y amor, el orgullo en humildad. El creyente percibe la belleza de la verdad, y Cristo es honrado por la excelencia y perfección del carácter. Al efectuarse estos cambios, prorrumpen los ángeles en arrobado canto, y Dios y Cristo se regocijan por los que fueron convertidos a la semejanza divina.—Mensajes para los Jóvenes, 53, 54.